Contenido creado por Cecilia Franco
Celsa Puente

Escribe Celsa Puente

Opinión | La educación y sus enfoques, un proceso imposiblemente neutro.

Algunas reflexiones sobre estos tiempos, previos a las elecciones, como un baile de máscaras, de complacencias y simulaciones.

10.10.2019 13:45

Lectura: 4'

2019-10-10T13:45:00-03:00
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Por Celsa Puente | @PuenteCelsa

Los tiempos electorales son tiempos de danzas de palabras, de bailes de máscaras que, aunque con variantes que circulan desde el uso del antifaz hasta la máscara completa, aparecen como mecanismos para esconder lo verdadero y simular lo que puede convocar al electorado.

Es un tiempo de retórica en términos de "bondades" que se ofrecen como actos de magia a la manera de un espectáculo, una gran puesta en escena que se produce cada día a cada minuto. La puja por llegar al electorado y convencer hace foco en temas esenciales y entre ellos, la educación destaca como cuestión candente en la que algunos desean ser visibilizados como los portadores de las soluciones inmediatas.

Pero pensemos un poco y tomemos esta cuestión de lo político vinculado a la educación como eje de nuestro análisis

El verbo educar, desde nuestra perspectiva, da cuenta de la inscripción simbólica en la sociedad y de la acción política de distribuir las herencias para que "la cuna" no nos condicione y mucho menos, condene, y lograr producir un proyecto de vida más allá de la situación familiar de origen, nunca elegida.

El pedagogo brasileño Paulo Freire hace de sí mismo una definición que creo muy significativa: "sustantivamente político y sólo adjetivamente pedagogo". Se constituye con mucha simpleza en una expresión que da cuenta de que educar es un acto político que no admite neutralidades, porque educar supone portar por parte de quien lo hace una visión del mundo, una mirada acerca de cómo se producen las relaciones vinculares entre las personas, una generosidad o un egoísmo en relación a compartir la herencia. En definitiva, al educar se expresa si uno está a favor de la dominación o de la emancipación.

Por eso Freire sostiene que las prácticas educativas conservadoras buscan enseñar contenidos evitando la discusión sobre los problemas sociales para propiciar la adaptación a un mundo dado. En tanto, las prácticas educativas progresistas invitan no solo a apropiarse de los contenidos sino también a desafiarse para que se pueda percibir un mundo que puede y debe ser transformado.

Por lo tanto, un educador y una propuesta de educación es imposiblemente neutra, siempre refiere a una posición política, a una visión de la sociedad en relación al lugar que le damos al otro y a las posibilidades que estamos dispuestos a ofrecer. La posición política del educador tiene habitualmente un correlato con lo político partidario. Algunos desean etiquetar las vidas para asegurarse sus lugares de privilegio, - una distribución social de la herencia que fije con claridad quiénes son los dominados y quienes son los dominantes- y otros deseamos distribuir generosamente la herencia confiados en que la sociedad no puede ser concebida como una máquina de etiquetar las vidas.

En el debate del pasado 1º de octubre, además de algunas aseveraciones de dudosa interpretación como la mención a la evaluación por procesos y su relación con las pruebas Pisa o la apertura de un Bachillerato "Agrario a distancia', el aspirante a presidente por parte del Partido Nacional declara que "hay un conjunto de hombres y mujeres de distintos lugares del país que han hecho Eduy21, una gran plataforma de la que nosotros compartimos muchos lineamientos".

Por otra parte, uno de los directores de esta organización, indica a través de una red social, que ellos se constituyen en "un espacio de la sociedad, plural y propositivo, que tiene la finalidad política de contribuir a un cambio educativo profundo, integral, progresivo y sostenible". Agrega que no abrazan ninguna bandera político-partidaria y utiliza una expresión de la que desea aparentemente apropiarse y que, sin embargo, está tradicionalmente vinculada al Frente Amplio: "Somos la unidad en la diversidad".

Entonces, me pregunto ¿cómo puede pensarse en una pluralidad plena cuando ya hay partidos políticos que sintetizan su propuesta educativa a través de Eduy21? El propio presidenciable del Partido Nacional lo expresó con claridad. Si educar supone inexorablemente una mirada del mundo, una posición con respecto a lo que ofrecemos o clausuramos, un proceso de emancipación o de cristalización social de lo ya dado, ¿puede confiarse en una "pluralidad" plena o es esa la máscara para suplantar la identidad verdadera?

Se acabó el baile de las máscaras. La coalición de la oposición que busca modelos de instituciones educativas basadas en la selección de estudiantes, que intenta desmerecer la educación pública y sostiene la idea de una clasificación de las vidas como fuerza potente que asegure que unos son merecedores de ciertas condiciones y otros no lo son, está clara. Ya no hay misterios. Que cada uno se haga cargo de su verdadera identidad.