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Escribe Juan Pablo Labat

Opinión | Talvi manipuló los datos de desempleo para engañar a la gente

El director de Información, Evaluación y Monitoreo analiza cuatro “equivocaciones” cometidas por el candidato en sus declaraciones.

17.09.2019 09:54

Lectura: 6'

2019-09-17T09:54:00-03:00
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Juan Pablo Labat es licenciado en Sociología con maestría en demografía y estudios de población, y director de Información, Evaluación y Monitoreo. En la siguiente columna, analiza los datos sobre desempleo manejados por el candidato Ernesto Talvi.

Parece necesario apelar al mundo de los comunicadores para evitar que la campaña electoral se transforme en un mega evento de fake news.

Las afirmaciones del Ernesto Talvi superan lo esperable en materia de exageraciones y ha procedido a manipular los datos para intentar sostenerse en un lugar del que parece desvanecerse.

Además de una grosera manipulación que tiene consternados a los profesionales de su disciplina, las afirmaciones son también una farsa en sí misma

Talvi dice una y otra vez que el desempleo actual ha sido manipulado políticamente a través de la contratación masiva de empleados públicos que se habrían incrementado en 70.000 desde que el FA llegó al gobierno.

Suponiendo que su razonamiento fuera de recibo, que no lo es, la primera y más grave de sus "equivocaciones" es que esos 68.000 no son empleados públicos sino cargos públicos que corresponden a unos 46.000 funcionarios.

Esto se explica porque muchos de ellos son maestros y profesores a los que está contando dos o más veces. Los mencionados 70.000 son vínculos funcionales y no funcionarios. En la educación, donde se han creado más de la mitad de los nuevos vínculos, se trata de una modalidad clásica de trabajo en la que muchas personas trabajan doble turno y por tanto ocupan más de un cargo (vínculo funcional), algo que es además necesario para prestar el servicio a la población dado que no nos sobran docentes.

Solo para esclarecer este tema con un ejemplo: en 2011 había en la ANEP 68.370 vínculos funcionales pero correspondían a 54.139 funcionarios y para 2018 los 89.980 vínculos funcionales de esa institución correspondieron a 65.348 funcionarios.

El segundo elemento que oculta Talvi es que algunos de esos cargos regularizaron una función que se cumplía desde el mundo privado y pasó a ser pública. Son los casos del personal auxiliar de Primaria (cerca de 3.000 cargos) y otras personas que prestaban servicios en la función pública a través de contratos privados, por lo que ya eran puestos de trabajo contados en las estadísticas y, por supuesto, ya eran también gasto público. También oculta que alrededor del 20% de las personas que ocuparon cargos públicos en este período, y en anteriores, tenían y tienen actividades laborales en el mundo privado y no serían desocupados si dejaran la función pública, con lo que esos 46.000 potenciales desocupados se reducirían a 37.000, casi la mitad de lo afirmado por Talvi.

El tercer elemento es que la función pública como tal es parte del Producto Bruto Interno en cualquier economía, mal que le pese al neoliberalismo. Aunque a él le parezca intolerable, debería preguntarse si no es inconsistente e incluso insultante considerar que una maestra en el ámbito privado es un puesto de trabajo y en el Estado es un gasto, y por lo tanto es algo prescindible y deseable de reducir, o que puede ser considerado un objeto de especulación política para bajar el desempleo.

Parece poco razonable afirmar que el aumento de vínculos laborales en educación, salud y seguridad son puro manejo de la macroeconomía, y es justamente allí donde se dio la enorme mayoría del incremento de vínculos funcionales.

Algunos datos

El gráfico que aparece a continuación muestra en una comparación de más largo plazo cómo se compone la estructura de la función pública según áreas, y son justamente estos tres rubros definidos como prioritarios (salud, educación y seguridad) donde se incrementó el número de funcionarios, mientras que bajaron los funcionarios de los sectores no prioritarios, considerando como tales el resto del Estado. La perspectiva tiene sentido ya que no considera el escenario de salida de la crisis de 2002, en momento en que el Estado había recortado los vínculos laborales a su versión mínima (en el entorno de la crisis el Estado tenía un 10% menos de vínculos funcionales en ANEP de los que había en 1995 habiendo crecido la matrícula en un 20%).

  

Fuente: elaboración propia en base a datos de ONSC

Nótese que comparando con 1995 los funcionarios prioritarios se redujeron en 18.934 y los prioritarios crecieron en 56.566 totalizando un aumento de 37.632.

Como referencia vale saber que el aumento de la totalidad de trabajadores, públicos y privados, en ese período es de 380.000.

Como veremos ahora, los funcionarios públicos crecieron mucho menos que los privados además de crecer en las áreas prioritarias y reducirse en el resto.

El cuarto asunto que esconde Talvi es que hoy hay menos funcionarios públicos que antes en relación al total de ocupados. Sus exposiciones en este sentido son tan engañosas como falsas.
Es razonable pensar que el número de funcionarios públicos que debe tener un Estado depende de las funciones que quiera cumplir y del tamaño que tenga la sociedad que pretende atender.

El siguiente gráfico muestra cómo ha venido evolucionando la proporción de empleados públicos en función de la cantidad de ocupados, y cómo ese porcentaje se ha mantenido relativamente estable en el total de ocupados durante los gobiernos del Frente Amplio. Es a todas luces obvio que hoy hay proporcionalmente menos trabajadores públicos que en la era de los gobiernos blancos y colorados, y que además ahora están más concentrados en las áreas prioritarias (salud, educación y seguridad)

Porcentaje de empleados públicos en relación al total de empleados

Fuente: elaboración propia en base a datos de ONSC


Fuente: elaboración propia en base a datos INE

En suma: Talvi cuenta varias veces a algunos funcionarios para engrosar la cifra de empleados públicos en forma artificial y además omite que un 20% de quienes tienen empleos públicos también tienen actividad en el mundo privado. Además supone que todo funcionario es un gasto sin reparar en la tarea que cumple y por tanto es prescindible o debiera realizarla en el mundo privado, evocando el sueño chileno de vivir sin Estado, mientras esconde el hecho sustantivo de que al día de hoy, luego de haber crecido significativamente el empleo privado el porcentaje de funcionarios públicos en relación a los privados es inferior a cuando gobernaban los partidos Blanco y Colorado.