Contenido creado por Manuel Serra
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Porque ayer fue necesidad

Los Olimareños regresaron y dieron un concierto que emocionó al Antel Arena

El regreso del dúo estuvo signado por las críticas; no obstante, las callaron con sus canciones y una presentación digna de su historia.

16.03.2019 10:49

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2019-03-16T10:49:00-03:00
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A pesar de que la previa estuvo ceñida por la polémica y no faltaron quienes los criticaran antes de este esperado regreso, Los Olimareños se pararon como lo que son, una de las bandas más icónicas - sino la más - de nuestra tierra y dieron un show emotivo de más de dos horas.

La cita estaba marcada a las 21 horas y, al acercarse al Antel Arena, uno ya percibía que iba a ser un show multitudinario. Si bien el lugar no estaba lleno de cabo a rabo, había pocos lugares libres y aproximadamente 7000 personas se congregaron para escuchar al grupo nacido a orillas del Olimar.

Mientras se esperaba el inicio del show, la presencia de José Mujica y Lucía Topolansky, que fueron ovacionados por el público presente que los llenó a aplausos, marcó también una pauta de lo que depararía una noche, que además de la música, también estaría acompañada por ribetes políticos, implícitos por momentos, y por otros no tanto. Es que desde el lugar elegido para el regreso se fue formando una carga simbólica que fue rematada por las canciones.

A las 21:15 se apagaron las luces, y luego de algunos minutos de ansiedad canalizada en gritos y cuchicheos, finalmente salieron quienes la gente había ido a buscar. Pepe Guerra y Braulio López, hombres de mil escenarios, aparecieron, saludaron a su público, y tras la ovación popular, fueron directamente a lo suyo.

Cuando empezó a sonar "Del templao" - en el setlist aparece escrito como "Del templau" - se entendió que todas las críticas previas al show ya no importaban y que la música habla por sí sola, no necesita intermediarios. Esos descarnados versos de Rubén Lena dieron la respuesta: "El templao está cantando / porque hoy es necesidad".

Le siguió "Nuestro camino", otro clásico de su cancionero, tras la cual el Pepe Guerra se dirigió al auditorio, en una de las pocas veces que lo harían. "Un gusto estar cantando en este lugar tan especial", dijo, en lo que también se entendió como un apoyo a un escenario tan criticado por ciertos sectores políticos, y la ovación del público no se hizo esperar.

A esta canción le siguieron temas como "El dinero", "Adios a Salto" y "Este es mi pueblo", todas acompañados por un formación sencilla pero efectiva. Tres guitarras - contando la de Pepe y Braulio -, un bajo, una percusión y un tecladista, que en canciones como "La ariscona", que también llegó a este momento del show, pasaba al acordeón.

Cabe destacar que, si bien habían jóvenes, muchos acompañando a sus padres y abuelos, la mayor parte de los presentes eran personas entradas en años, y, a esta altura del recital, no faltaban lágrimas que empezaran a asomarse en algunos de sus rostros. Después serían más.

Luego de "A orillas del Olimar", llegó el momento de una procesión de clásicos que, llegaron uno tras otro, como una andanada. "Qué pena" fue el primero, que fue muy bien recibido por el público, tras lo que llegó "Cielo del 69", que, coreado de principio a fin por la gente, fue uno de los momentos más emotivos de la noche. Además, estuvo de invitado Numa Moraes - creador de la música; el poema es de Mario Benedetti -, que acompañó el grito de guerra colectivo que fue la canción.

Siguieron "Milonga del fusilado" y "Por dónde se fueron", que fue dedicada a la reconocida militante por la búsqueda de los desaparecidos recientemente fallecida Luisa Cuesta. Y llegado este punto, más lágrimas empezaron a caer, y ambas canciones fueron un momento para recordar - y llorar - lo sucedido en la dictadura cívico - militar.

Siguieron otros clásicos como "Ta' llorando", "Los orientales" - que fue entonada como si se tratase del himno - y "Los dos gallos", hasta que llegó "Rumbo", canción que eligieron para recordar a amigos e íconos del canto popular y la música uruguaya caídos con el paso del tiempo. Fueron enumerando, uno a uno, figuras como Alfredo Zitarrosa, Pablo Estramín, El Sabalero, Eduardo Darnauchans, Tabaré Etcheverry, Santiago Chalar, Aníbal Sampayo, Osiris Rodríguez Castillo, Canario Luna, Humberto Piñeiro, Idea Vilariño, Amalia de la Vega y Manuel Capella. A medida que iban nombrando, no faltaron ovaciones para las diferentes figuras tan abigarradas a lo que es nuestra cultura.

A esta altura de la velada, las cartas ya estaban echadas y el dúo olimareño si algo había hecho era cumplir - y sobrepasar incluso - con las expectativas. A partir de este momento, más sueltos, músicos y público, solo quedó espacio para el disfrute y para seguir repasando historia viva como lo es el repertorio del grupo.

"Isla Patrulla", "De cojinillo", "A Simón Bolivar" y "Angelitos negros" se fueron procediendo como una catarata de emociones para un auditorio que estaba entregado de lleno al canto popular y al sonido de los guitarras y el paso del tiempo. Los abrazos, los besos y también las fotos se apoderaron completamente del recinto.

Y en ese momento llegó una de las más esperadas - que, dicho sea de paso, se había hecho esperar - "El Orejano". Ahora sí, entregados en comunión a esos versos de Serafín García tan criollos y tan representativos de la esencia oriental, el público cantó la canción de principio a fin. Al momento de entonar "A elogiar divisas ya desmerecidas / y hacernos promesas que nunca cumplieron" la ovación fue general.

Luego de terminada esta canción, Pepe Guerra y Braulio ensayaron la primera retirada del escenario, pero a los minutos, sin hacerse desear mucho, volvieron para ya no irse hasta el final del concierto.

Siguió "A Don José", que también fue entonada como un himno, y para terminar se fueron hacia la canción carnavalera. Fueron "Adios mi barrio" y "Al Paco Bilbao" y finalmente llegó "A mi gente", la última.

Los bombos y redoblantes auguraron un final que, lejos de lo que pensaban muchas personas antes del recital, no fue ni decadente ni triste, fue para arriba, cantando y bailando. Como debe ser.

Por Manuel Serra | @serra_sur