Por Germán Wettstein
Una cuestión de fe

La fe en cuestión no refiere a una de las tres virtudes teologales. Se trata de una fe mundana, compartible por todos los humanos: la confianza que se tiene en una persona o cosa. En lo personal, la confianza en nuestra coalición de izquierda.

Mis reflexiones son las de un uruguayo ante las circunstancias de la época en que le tocó vivir. Ajenas a condicionamientos partidistas o a una opción de lista electoral, provienen de un frenteamplista simple y orgulloso de serlo. Porque para quienes crecimos en lo político gracias al General Seregni, esa es ahora y para siempre nuestra condición: ser frenteamplistas; sin los aderezos o epítetos posteriores.
La confianza que sustento se vincula con tres ámbitos, quizás círculos concéntricos de dimensión decreciente. De mayor a menor magnitud pero de igual importancia, ellos son: fe en la patria como totalidad y su presencia digna en el mundo, fe en lo político y en la política, fe en nosotros mismos.

FE EN LA PATRIA
Creo es el mayor déficit en el momento actual. Es cierto que seguimos existiendo como país, pero al estilo de aquellos ejercicios pictóricos escolares aparecemos ''esfumados''. Es decir, sin definiciones claras, oscilantes, y hasta divertidos (antónimo de formales, serios, respetables).
Poner fe en la patria implica cautelar la soberanía nacional, defender la libre determinación de los pueblos, propender a la plena vigencia de los derechos humanos, trabajar sin pausa por el Mercosur y por la integración de toda América Latina. Pero implica también creer convencidamente en los avances indetenibles de la humanidad: en lo científico y tecnológico, en lo social y cultural, en lo ético: igualdad de género y de etnias, respeto a las opciones sexuales. Y aplicar esos avances a cabalidad entre nosotros.

Implica, además, contribuir a la afirmación de una ideología latinoamericana, nacida con Bolívar y actualizada por los importantes líderes de hoy. Son estos quienes definen una nueva y fermental solidaridad geopolítica, gran factor de transformaciones estructurales sobre todo en América del Sur.
Se trata de una ideología y no de un dogma; es imprescindible cual Cruz del Sur para no perder el rumbo y respaldar nuestro rol y responsabilidad ante el mundo.

¿Es el FA-EP-NM competente para sustentar la fe en esta noción de patria? Sí, está sobradamente capacitado porque ha sabido recoger ideas y prácticas de decenas de sembradores dignos de izquierda y de centro durante todo el siglo XX.
Así lo ha demostrado Tabaré Vázquez ahora al presentar diagnósticos y propuestas de cambio en los fermentales cinco seminarios abiertos a todo público: Uruguay productivo, social, democrático, innovador e integrado. Que después de ellos otros candidatos sigan preocupados por saber ''qué piensa el Encuentro Progresista'' resulta ridículo.

LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO
Tomo distancia de las elucubraciones de la ciencia política, hoy tan de moda. Me sitúo apenas como un ciudadano que acepta la preeminencia de ''el soberano'', por sobre las interacciones coyunturales entre Estado y Gobierno.
Un soberano a quien corresponde el ejercicio de los preceptos republicanos y democráticos, que demanda respeto a los principios de equidad y justicia; y que además exige dignidad a los gobernantes. Resumiendo: lo político es la encarnación actual del ideario de José Artígas. Y estas convicciones ¿no son las que viene ejercitando el Frente Amplio desde su primer acto público el 26 de marzo de 1971?
Jerarquizar y dignificar la política y fortificar a los partidos debe ser una tarea permanente para los frenteamplistas, tanto para los dirigentes como para sus militantes y adherentes. Hay que reafirmar nuestra confianza en que se pueda controlar la corrupción y evitar la impunidad, tumores malignos en cualquier democracia y también en la nuestra. Dejo constancia escrita de un anhelo personal: que haya retiro obligatorio para los políticos que cumplan 70 años. (¡Buen tema para el próximo plebiscito!)

¿Por qué es cada día más necesario extender la democracia no sólo profundizarla y volverla tan representativa como participativa para volver realizables algunas utopías de la izquierda? Porque como dijo Agnes Heller: ''La utopía es la fuente del entusiasmo del pensamiento radical''. Son utopías realizables, por ejemplo, aquellas sintetizadas por Darcy Ribeiro para Brasil y extensibles a Uruguay: que toda la población pueda comer todos los días, que todos los niños puedan ir a la escuela, que todos los viejos tengan un retiro digno. Y sobre todo ''que se abran fuentes de trabajo, porque el trabajo dignifica'' (tomado de una fotocopia entregada en el ómnibus, a cambio de unas moneditas). Sin eso no habrá nunca recursos suficientes para erradicar la pobreza, ni para garantizar la salud pública, porque ambas son subproductos y se retroalimentan. Por la misma razón considero que la beneficencia es un lastre para los cambios de fondo y sostengo que la equidad no es una meta sino un resultado.

FE EN NOSOTROS MISMOS
Hace veinte años encontré en un muro de Toulouse este filosófico grafiti: ''Calidad es resistir lo cotidiano''. La utilizo ahora para homenajear a los frenteamplistas, a todos, porque han resistido con enorme paciencia 22 años de gobiernos constitucionales grises y 12 de dictadura; son 34 años en que hemos sufrido descréditos y postergaciones, irrespetos y frustraciones, sólo comparables al menosprecio que el gobierno central ha tenido y tiene hacia los gobiernos departamentales.
Ya es tiempo de ''poner las cosas en su lugar y no simplemente cambiarlas de lugar'', según nos enseñó Eliseo Salvador Porta, nuestro formidable y completo intelectual. La izquierda debe ganar, entonces, porque es una necesidad histórica. Por eso nuestra fe enfrenta rotundamente a las posiciones políticas antagónicas, caracterizadas por la desconfianza, la incredulidad, la duda.

De manera abierta, o protegiéndonos bajo una tenue tela de amianto-escéptico, tan al estilo uruguayo, los frenteamplistas somos portadores potenciales de entusiasmo. La raíz etimológica de esa palabra es griega: deriva de entheos y significa un dios interior; con minúscula y disponible por todos los humanos, sean o no creyentes. Los frenteamplistas hemos acunado ese dios interior durante decenios; y bien que lo disfrutamos en los comités de base de 1971.

En síntesis: consideramos al entusiasmo una herramienta decisiva para construir ese futuro que concuerde con nuestros sueños. En otras palabras, para continuar la inacabable tarea de luchar por la justicia; por la justicia en el tiempo presente, en lugar de desenterrarla del pasado.
Por eso ahora lo primero y primordial es ganar. Recién después corresponderá como en las competencias atléticas de relevo entregar el bastoncito de confianza a quienes nos gobiernen. Y estamos seguros que gobernarán de buena fe, con eficiencia, rectitud y honradez.


Revista Dosmil30.
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