José Claudio Williman
Gesto, conducta y acción
01.09.2006
dosmil30 da a conocer este trabajo inédito en homenaje a la memoria del doctor José Claudio Williman, que acaba de fallecer, y del Partido Nacional que acaba de cumplir 170 años. (Resumen realizado por Juan Martín Posadas)

En los orígenes del pensamiento del Partido Nacional no está la palabra sino la acción, el gesto, la conducta. Es en la coherencia y en los fundamentos del gesto y de la conducta de donde se extraen las ideas. Ellas se verán complementadas con algunos documentos, el dictado de algunas leyes y la creación de algunas instituciones.

Pero debe quedar claro que en el pensamiento del Partido Nacional existen dos planos de ideas. El plano de las ideas estables y permanentes, las cuales nacen con el Partido mismo, se arraigan en algunos documentos de sus primeras figuras, pero se expresan fundamentalmente en la conducta del Partido, tanto en el orden interno como en el internacional. Allí se encuentra la línea nacionalista de defensa de la soberanía y de sentido de hermandad americana. Pero asimismo existe otro plano de ideas en el cual el Partido ha venido enriqueciendo su pensamiento en la medida en que ha tenido que dar respuesta a lo que, con justeza, ha dado en llamarse la fuerza de los hechos.


ORIBE Y EL ''PROYECTO NACIONAL''
El origen de nuestros partidos tradicionales se encuentra, como se sabe, en el segundo período presidencial, es decir, durante el período de Oribe. Él es quien, enfrentado con el estilo caudillesco llevado al extremo por Rivera, se empeña en ''institucionalizar''. Oribe es la primera figura que tiene una propuesta de proyecto nacional, el primero que apunta a lo que Stewart Vargas llama ''el estado patricio de derecho''.

La línea representada por Oribe (y luego continuada por Berro) que se concreta en el sitio de Montevideo y el gobierno del Cerrito, es una cultura hispánica y católica que llega a través del proceso colonial. La línea cultural que invoca Manuel Herrera y Obes (y más tarde Sarmiento y Mitre) es la que viene de la Francia de la Ilustración y del iluminismo del siglo XVIII. Esta última, que será la línea cultural de la intelectualidad urbana y portuaria, y será la que terminará por orientar la revolución americana luego de derrotados los caudillos militares, constituye una ruptura con la línea del proceso fundacional hispánico.

Pero ello no es cosa solamente de aquel pasado: es también una ruptura de la dirigencia y la intelectualidad patricia del siglo XIX con las masas populares, las cuales mirarán estas nuevas ideas (de las que no participan sus caudillos) como negación de sus mejores tradiciones. No existe el tal enfrentamiento entre ''civilización y barbarie'' sino el enfrentamiento entre dos culturas: la que nos viene de España, conjuntamente con el catolicismo, y la que nos viene de Francia con la Filosofía de la Ilustración. Y esa ruptura constituyó uno de los desgarramientos más terribles en la historia de América, sin cuyo conocimiento no se entiende el proceso cultural posterior.

Al ser el Partido Blanco un continuador de la línea cultural española y católica sería heredero también de una concepción del Estado a la española. El Estado, cuyo montaje inicia Oribe, se entronca en una tradición intervencionista del Estado español en las Indias. Esa línea nunca habría sido aceptada en esa época por el Partido Colorado, abrazado en ese momento a la concepción liberal del estado.

El primer contenido de la divisa blanca será la leyenda, creada por decreto del 10 de agosto de 1836, ''Defensor de las leyes''. No contiene la divisa un desarrollo ideológico pero sí hay una idea detrás de la cual puede rastrearse un pensamiento de defensa de las instituciones y respeto por el orden constitucional. Será eso, sin dudas, lo que llevó a Andrés Lamas 16 años después de la caída de Oribe y ya derrotado en 1851- a escribir en carta a Melchor Pacheco: ''¿No vio Ud., no tocó Ud. como toqué yo con el alma despedazada, todo lo que habíamos perdido en la sustitución de la administración de Oribe?''. Parece que Lamas quisiera destacar no el mando o el poder, propio del Presidente de la República (o de un caudillo), sino la administración, es decir, el funcionamiento institucional de su gobierno, que fue, precisamente, lo que Oribe quiso crear.


DEL PRINCIPISMO AL NACIONALISMO POPULAR
El 19 de marzo de 1835, a diecinueve días de ocupado el poder, Oribe promueve la ley sobre viudez de jefes y oficiales del Ejército, dirigida a la protección de las familias de los servidores de las guerras de independencia. ''Cubierto el pasado de lucha -diría Fernando Oliú- hay que prever el futuro de la civilidad''. En plena crisis por el levantamiento de Rivera (5 de mayo de 1838) Oribe promulga la Ley de creación de Retiros, Jubilaciones y Pensiones de los empleados civiles, sistema de previsión completado posteriormente por dos hombres de Oribe: Giró y Bernardo Berro. En esta forma mostraba una concepción política del Estado y sus funciones, que iban más lejos que la concepción del Estado juez y gendarme y que, más tarde, el Partido retomaría con claridad.

Pero los años posteriores a la Paz de Octubre muestran un ascenso de la dirigencia doctoral en los partidos Blanco y Colorado. Esa dirigencia intenta superar los conflictos que han sometido al país a una guerra prolongada. La tónica de los viejos partidos la darían ahora los intelectuales principistas. La primera declaración de principios del Partido Blanco (7 de julio de 1872) estará alineada con el ''principismo'' en auge en esa época. El acento recaerá sobre la preocupación por las libertades políticas, tan caras a la generación doctoral.

Con el tiempo, en el Partido Blanco quedará marcada la división entre la tendencia caudillista y popular representada por Aparicio y la tendencia principista, dentro de la cual se había destacado Agustín de Vedia. Pero la atención a la realidad y a su permanente convocatoria fue captada en el seno partidario una vez más, en este caso por Luis Alberto de Herrera cuando afirmaba: ''nuestro nacionalismo aristocrático, por la fuerza de los hechos, tiene ahora que ser nacionalismo popular, por el mismo motivo''. En 1970 Alberto Methol Ferré comentaba que esta notable observación de Herrera dejaba en evidencia no sólo el particular sentido del viejo caudillo para otear en la distancia del tiempo los cambios sustanciales de su Partido sino, además, su agudeza para advertir la acción de la ''fuerza de los hechos'' que se irían imponiendo a la realidad histórica y al pensamiento del Partido y su dirigencia.

En 1905 los diputados Luis A. De Herrera y Carlos Roxlo presentaron un amplio proyecto de legislación laboral, con 58 artículos, en el que se intentaba una respuesta a los problemas que enfrentaban los nuevos grupos sociales. En el discurso en el que Roxlo fundamentó el proyecto expresó: ''Sé también, señor presidente, que este proyecto encontrará una doble oposición. Oposición en la capital, que creerá ver en sus tendencias un atentado contra sus privilegios, contra lo que él considera un derecho adquirido; y también oposición en la clase jornalera porque ésta, a causa de su largo martirologio a través de todos los tiempos y a causa de las explotaciones de que, muchas veces, ha sido víctima por los que se decían partidarios de sus ideas, está desconfiada de todos aquellos que no pertenecen a sus gremios y no pasan sus mismas penurias y no tienen sus mismos afanes. Pero como el Dr. Herrera y yo hemos procedido en este asunto, por espíritu de humanidad y de acuerdo con las prescripciones de la ciencia actual, casi me atrevería a decir que desafiamos los descontentos que despierte, en las clases capitalistas y en las clases pobres, el proyecto que hemos presentado''.

A lo largo de siglo y medio el Partido Nacional ha venido respondiendo a la realidad del país, tal como ella se presenta y habla a través del trajinar de los tiempos. Esa realidad que golpea a la dirigencia del Partido, a su intelectualidad o a sus caudillos y les exige esa respuesta, esa adaptación, ese ajuste o, por qué no, revisión de algunas orientaciones, para que el Partido pueda adaptarse a los nuevos tiempos y seguir siendo una solución válida ante el reto de la historia''.


* El Dr. José Claudio Williman falleció el 7 de agosto de 2006


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