Progreso vivió su retorno soñado a Primera División. Los dos goles que anotó antes de los 20 minutos le permitieron llevarse tres puntos muy importantes en su visita al estadio Luis Tróccoli, cuyo piso lució en pésimo estado. Ni bien comenzó el encuentro quedó a las claras por qué Cerro pidió jugar en otro escenario, debido al reciente resembrado de un césped altísimo e imposible para jugar.
Poco les importó a los Gauchos del Pantanoso, que se valieron del fútbol de Fabián Canobbio y de las buenas subidas de Silvio Dorrego por el sector izquierdo después de un inicio desfavorable. En los primeros 10 minutos fue más el dueño de casa, con Maximiliano Alonso movedizo y Faletti incisivo. Sin embargo, no había claridad para hacerle llegar la pelota a Valencio, único punta de referencia en el área.
Sin avisar, en su primera aproximación, abrió la cuenta Progreso a los 14’. Dorrego llegó al fondo, mandó un centro a media altura por izquierda, pifió el zaguero Maximiliano Pereira, el esférico pasó entre varias piernas y en el área chica apareció Rodrigo Guarteche para mandarlo a la red. Todavía no lo había asimilado el albiceleste y cayó el segundo. Otra vez subió Dorrego y su envío fue despejado a medias, llegó a los pies de Canobbio y se convirtió en pase gol. El zurdo puso una asistencia perfecta con precisión de cirujano a espalda de Alonso y Suffo para el derechazo certero de Gustavo Alles.
El césped conspiró contra las buenas intenciones de ambos, y el único que pudo llevar el balón al piso y jugarlo cual si estuviera en una alfombra fue Canobbio. El aporte del zurdo de 32 años no se limitó a esa habilitación, sino que fue el dueño de una pelota que cuando no la tuvo él, se pasó en el aire. Inteligente, el enganche del equipo de Leonardo Ramos (hoy dirigido en cancha por su ayudante Enrique Andrada debido a la inhabilitación del director técnico) manejó los tiempos y aguantó la bola cuando tuvo que hacerlo, haciendo salir a su equipo en bloque y hasta tirando algún caño.
Cerro demoró en contestar. Ricardo Ortiz apeló al ingreso de Fabián Dorado por Faletti ya en el primer tiempo, y en el segundo mandó a Mieres por Suffo para reacomodar la defensa y a Álvaro Pintos por Valencio. Sin embargo, la entrada del experimentado goleador no cambió el panorama. El dueño de casa siguió manejando pelota y terreno, pero sin la profundidad necesaria como para penetrar una defensa que lució sólida y no se complicó.
Tabárez y Carlos Canobbio despejaron todo lo que les tiraron, y el debutante arquero mexicano Iriarte cumplió una buena labor cortando algún centro y tapando los pocos remates que fueron con buena dirección hacia el arco. Alonso probó por el costado izquierdo y con disparos de afuera del área, pero fue de lo poco que forzó Cerro. De hecho, estuvo más cerca Progreso del tercero con varios contragolpes malogrados que el local del descuento, en un partido que terminó con un 2-0 tan justo como festejado.
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