Por Andrés Torrón.

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Sin casete

Espejos e historias ajenas

Sin casete: Garo Arakelian

"Me parece inconcebible que un país que tiene el carnaval más largo del mundo viva doce meses del año con canciones de carnaval como su cultura de todos los días, es como tragicómico". Garo Arakelian habla sobre cultura popular, rock uruguayo y "el mundo del fracaso" en "Sin casete". Por Andrés Torrón.

03.10.2013 10:08

Lectura: 10'

2013-10-03T10:08:00-03:00
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Por el año 2009, cuando la banda La Trampa ya había dejado de tocar aunque su disolución no era del todo oficial, invité a Garo Arakelián a tocar solo con su guitarra, en un ciclo de nuevos solistas que se iba a realizar en el Café La Diaria. 

Garo tardó en responderme y cuando lo hizo, agradeció mucho la invitación, pero me dijo que lo había pensado y había decidido que aún no era el momento. El momento llegó tres años más tarde, cuando el músico presentó su disco "Un mundo sin Gloria", una colección de "historias desventuradas", como le gusta describirlas, que más allá de sus galardones en los premios Graffiti, ha sido recibida como un gran acontecimiento artístico. No solo porque se trata del primer disco solista del líder de una de las bandas más convocantes de la historia del rock uruguayo, que a su vez fue un nexo fundamental entre el rock pos dictadura, la música popular uruguaya y el rock pos crisis del 2002. El álbum es una excelente reinvención artística que continúa de alguna manera ciertas líneas que estaban en La Trampa, pero con una actitud y un paisaje sonoro totalmente diferentes.

La charla, que se dio a las 11 de la mañana en casa de Garo entre café y unos cereales con miel muy adictivos, comenzó recordando la anécdota de aquella invitación a cantar antes de tiempo.

¿Qué tiempo te llevó asumirte como un cantautor solista?

Fue un proceso no tan largo, pero muy intenso. Porque fue verme a mí mismo de una manera que no me había visto nunca. A una edad en que la mayoría de la gente, al menos en Uruguay, se esclerosa, más que volverse a definir o reinventar. En el proceso de la grabación del disco, no me veía a mí mismo como un cantautor, me costó muchísimo asumirme. Creo que fue cuando empecé a ensayar con la banda, que me pude ver más como personaje, que pude ver bien lo que estaba diseñando. Antes de ese momento todo había sido trabajo de escritorio. Era una fantasía de lo que podía llegar a hacer.

Las canciones que terminaste incluyendo en el disco, ¿en qué lapso fueron compuestas?

Hay solo una canción que es anterior a este proceso, "Shangrilá" -que es una reversión de ese tema que estaba incluido en el último disco de La Trampa-, todas las otras son posteriores. Mi trabajo no es muy metódico, así que hay melodías que estaban antes de las letras, letras que no tenían melodía, pero todo se empezó a gestar en el 2009, cuando dejé La Trampa. Abandonar La Trampa fue fundamental para no tener dos personalidades simultáneas, algo que no me entraba en la cabeza. ¿Viste que en la tapa del disco está la imagen del espejo? Es algo en lo que yo insistí, porque necesitaba verme para poder hacerlo. Si no me veía no podía ser.

La temática del disco, que está basada en varias historias reales muchas veces trágicas, ¿cómo se dio?

Recuerdo que cuando comencé a intentar escribir las canciones, cada tanto prendía la radio y hacia un zapping buscando lo que estaba sonando. Ahí escuché por primera vez esa veta de la canción popular uruguaya con referencias al carnaval que habla de lo buenos que somos, que es casi un género en si mismo. No sabés si es música popular, si es carnaval, es gente que habla de lo bueno que somos nosotros. Me parece inconcebible que un país que tiene el carnaval más largo del mundo viva doce meses del año con canciones de carnaval como su cultura de todos los días, es como tragicómico. En un país que está viviendo uno de sus peores momentos y que todos sabemos por qué y de dónde viene este momento, hay una parte de la cultura popular que vive en un mundo fantástico. Ese permiso que da el carnaval tres días al año, de válvula de escape, acá lo transformamos en una forma de decir quiénes somos. Entonces mi idea en estas canciones fue buscar la mirada de los que somos desde la otra punta. El mundo del fracaso. El fracaso de todo. En el amor por ejemplo, en esa figura que es todo en tu vida y se transforma en tu peor amenaza.

En general y en Uruguay más aun, el cantautor cuenta historias personales, es muy autorreferencial. "Un mundo sin Gloria" es muy distinto, sos un narrador de historias ajenas, aunque algunas estén contadas en primera persona...

Una de las cosas que definí primero fue que no iba a contar historias mías y si contaba algo personal, que no lo pareciera. Está el ejemplo de Bruce Springsteen que cuenta una historia en primera persona, sin dar ninguna pista en la construcción de la canción de si es él o no el personaje de la canción. Pero siempre, a no ser que él lo aclare, queda bien evidente que él es un narrador, que la historia es de otro. A mí lo que me interesaba era eso, narrar, contar historias.

Hay una gran influencia anglosajona en eso, ¿no te parece?

Sí, y me lo cuestioné desde el comienzo, para mí la influencia de este disco es toda anglosajona. Después que empecé a avanzar en el disco, me puse a estudiar el género de las murder ballads, que es algo bien anglosajón.

Es un género netamente estadounidense, ¿no?

En verdad tiene origen en Europa del Norte en la Edad Media. Cuando cruza para Estados Unidos pierde todo lo fantástico, que era parte del género en Europa. Algo que para mí tiene relación con nuestras historias gauchescas que tienen ese costado moral, de que siempre pagás por tus crímenes.

En Estados Unidos pierde esa veta de fantasmas y se vuelve -lo que tiene bastante sentido por la construcción de ese país- algo más terrenal, con la idea de los deberes del ciudadano y el responder ante la ley.



Hacés una versión de"Dead's Man Will", un tema de Iron & Wine, en el disco. ¿No hay también una influencia grande de la música indie estadounidense?

Iron and Wine es para mí un artista folk. Es verdad que no habla del mundo de los machos, algo más común en el mundo del folk tradicional. Algunos amigos músicos a los cuales respeto mucho me aconsejaron cuando estaba armando el disco que no hiciera algo muy frontal, una solución folk aprehensible inmediatamente y el consejo era que me metiera más en el mundo de lo indie, cosas más marginales. A mí me pasó que ya tenía demasiadas cosas para resolver como para encima meterme en un mundo que no era el mío.

Hablamos de las murder ballads y del rock independiente yanqui, pero alguien que siempre está en tu música es Dino. Hacés también una versión de "Guardo tantos recuerdos"...

Me puse a hacer una lista mental de los cantautores uruguayos en los cuales referenciarme, apoyarme, de alguna manera sacarme un poco de responsabilidad y los nombres se me agotaron enseguida. Me da la sensación de que se habla de la cantidad de cantautores que hay y la verdad es que no sé si son tantos. Dino, además, fue lo único que me vinculaba a mi etapa anterior. Si yo hacía muchos cambios en muy poco tiempo tenía que tener algo que me vinculara a de donde venía, a lo que siempre me había identificado. Y Dino es eso. En mundo de El Sabalero también me fascina, pero él tiene una manera de contar historias donde siempre se hace cargo y se apropia de todo. Él es el personaje principal. Es muy difícil transpolar el estilo de El Sabalero y narrar historias ajenas. No funciona.



Sé que es una generalización horrible, pero ¿cómo pensás que un fan típico de la Trampa, puede recibir este disco?

Más allá de que les guste o no el disco, creo que un fan de La Trampa puede tener un juicio objetivo, porque es otro mundo, es otro asunto. Esto no sustituye a la Trampa, no habla de las mismas cosas, no busca lo mismo.

Una de las cosas que busqué fue poder tocar en un formato que no fuera el de una banda de rock como La Trampa. Con La Trampa se había hecho imposible hacer algo pequeño, por ejemplo. Yo creo que este disco, estas canciones, tienen sentido solo con el vínculo cercano, en ambientes pequeños y con sonido pequeño.

Cuando se dio la explosión roquera, después de la crisis del 2002, se dieron dos corrientes contrapuestas en la escena; una que era la masiva, la del Pilsen rock, de las banderas y del público con mochilas con el nombre de la banda y otra más under que se sentía opuesta ideológicamente. Unos eran como los estandartes de la popularidad y los otros los cultores de la verdadera cultura rock. La Trampa fue vista en un momento como parte de ese rock masivo. Es raro pero yo a vos siempre te vi del otro lado...

Es raro, sí. En la cultura musical uruguaya nunca nadie se para sobre el trabajo que hizo el otro. En ningún momento nadie aprovecha lo que ha avanzado el otro, pertenezca a donde pertenezca, para que algo de todo esto sea viable. Y en esa etapa que vos decís, del 2004 al 2007 se consumió mucho tiempo en argumentar cosas que, cuando todo terminó, no sirvieron de nada. Todos se quedaron sin nada. Hoy en Montevideo una banda grande no tiene donde tocar. Es inviable. Después de todo ese auge, de esa explosión increíble, una banda de rock grande es inviable. Los músicos terminan inventando formatos para tocar. Algunos de nuestros principales artistas están tocando todas las semanas en boliches pequeñísimos en condiciones lamentables para hacer algo que no pueden hacer con su banda. Uno de los resultados de esa polarización es esto. Yo me enojaba mucho con las dos posturas. Recuerdo conversaciones de colegas de esas bandas "Pilsen Rock" como decís vos, que trataban de putos a gurises de una banda "alternativa", de las más importantes de aquel momento. También hoy, después de todo aquello, muchos artistas de ese supuesto under hicieron cosas que dijeron que nunca iban a hacer. Paladines del mundo indie que terminaron firmando un contrato donde pierden derechos editoriales. El peine fino de la historia tiene más argumentos que los argumentos gritados a contraviento.

El tema es que desde hace treinta años la música uruguaya muestra que no es muy inteligente en esto de sobrevivir. Hasta el día de hoy los que ganan menos en el negocio de la música son los músicos. Aún después de haber vivido aquel momento de explosión.

Por Andrés Torrón