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Cultura

Debajo de la Cruz del Sur

Patti Smith regaló una noche emocionante y cargada de mensajes en Montevideo

La artista estadounidense hizo su magia anoche en el Teatro de Verano con un catálogo de canciones eternas y mucho sentimiento. Fotos.

21.11.2019 10:51

Lectura: 5'

2019-11-21T10:51:00-03:00
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Por Martín Otheguy

Patti Smith no podría haber elegido una mejor época para llegar a Sudamérica. No es el mejor momento del continente, seguro, pero como mostró su paso por Chile el caldo de cultivo es perfecto para conectar con el mensaje que la artista estadounidense impulsa desde el comienzo de su carrera: la libertad, la resistencia, la unión y un sentido de trascendencia anclado en lo colectivo.

Quizá por eso anoche, en el Teatro de Verano, la audiencia estuvo tan receptiva a los mensajes que Patti Smith fue dejando caer tanto en sus canciones -elegidas perfectamente como parte de una extensa declaración política- como en sus interacciones con el público.

El de anoche no fue un show para cínicos. Probablemente los relativistas, los que se burlan de la ingenuidad de Greta Thunberg, los que creen que la agenda de nuevos derechos es un invento de George Soros o los que confunden sentimiento con sentimentalismo habrían practicado una mueca de desdén ante varias de las declaraciones de Patti Smith en la noche anticipada de verano que albergó su show.

Smith aludió varias veces a la necesidad de cuidar el medioambiente, de confiar en los jóvenes y de resistir a los totalitarismos. Pero más allá de si uno está de acuerdo o no, lo hizo con un catálogo de canciones sin fecha de caducidad, que se defienden por sí solas, y agregando unas pocas versiones muy significativas, planificadas como declaración de intenciones y como mensajes intergeneracionales.

Como una entrañable Madam Mim del punk, Patti Smith hechizó al público del Teatro de Verano con sencillez y sin aspavientos de rockstar. Parecía tan transparente que incluso los clichés clásicos de los conciertos de rock (mostrar la bandera del país en el que está, pedir palmas) parecieron menos tribuneros que en otros recitales. 

Desde que comenzó a sonar como un mantra la secuencia inicial de acordes de "Dancing barefoot", Smith llevó al público a un viaje en el tiempo que sin embargo no sonó anacrónico sino lleno de sentido en estas épocas. Su repertorio estuvo basado principalmente en sus primeros discos de la década del 70, la época en que tendió los puentes entre arte, poesía y música punk (llevando de la mano a unos cuantos contemporáneos) pero se permitió algún paseo por los noventa e incluso los 2000. Además, como dijimos, de agregar versiones de algunos referentes de su generación.

Antes de "Ghost dance", con su estribillo repetitivo "Viviremos nuevamente", pidió "unirse globalmente" contra el ascenso de la extrema derecha en todo el mundo (alguien del público, con mucha menos sutileza, respondió "Que se pudra la derecha"). Fue uno de los dos momentos abiertamente políticos del show, junto a su recuerdo y dedicatoria a las personas que buscan a familiares desaparecidos. A partir de allí, el recital fue subiendo de intensidad.

El primer mensaje ambiental llegó de la mano de la muy bien elegida versión de "Beds are burning", de Midnight Oil, canción de la que se apropió sin arruinar su esencia. "Estamos en el infierno de Dante", dijo, y dio paso al estribillo "¿Cómo podemos dormir cuando nuestras camas están ardiendo?".

El clímax de mitad del show llegó con la liberación de energía que fue "Free money", solo igualado por el final catártico de "Gloria". Si alguien dudaba de que esta mujer de 72 años pudiera guardar aún el espíritu punk que ella misma ayudó a crear, lo pudo confirmar anoche: escupió más veces en el escenario que Johnny Rotten en todo el año 1977 (chequeado por Verificado)

Pero a lo largo de la noche hubo también momentos de contemplación y belleza. Antes de la hermosísima rendición de "After the gold rush", de Neil Young (en la que adaptó la letra para actualizarla al siglo XXI) pidió especialmente cuidar la naturaleza, entre otros mensajes que no pudieron ser bien escuchados debido a otra calamidad que nos azota globalmente en forma tan desastrosa como el ascenso de la extrema derecha: la plaga de imbéciles que charla sin parar mientras los artistas cantan o hablan. 

Tras el quiebre marcado por un combinado entre "I`m free" de los Stones y "Walk on the wild side", de Lou Reed, el show volvió a crecer en intensidad. Llegó "Pissing in a river" ("una canción prácticamente capaz de todo", como dijo una vez un emocionado Nick Hornby) y el recuerdo para el poeta franco-uruguayo Lautreámont (del que parafraseó la frase "Todos tenemos poesía en nuestras almas"). Un rato antes, el descendiente de otro poeta franco uruguayo, Luciano Supervielle, había allanado el camino de la noche junto a Pedro Dalton, como acto inaugural del show.

Patti Smith se despidió de Montevideo con un triplete final irreprochable: "Because the night", "Gloria" y "People have the power", una de esas canciones que dan ganas de bailar y derrocar gobiernos totalitarios al mismo tiempo.

Al final, en la noche sofocante de primavera quedaron sonando los ecos de las canciones y también del mantra cuasi chamánico que Smith le recitó al público para que se sintiera vivo, cosa que claramente logró: "You have not disappeared, you are fucking free".

Por Martín Otheguy