Contenido creado por Gerardo Carrasco
Cultura

Carne de cañón

Ex trabajadora de Frigorífico Anglo. “Cuando la guerra salvamos muchas vidas”

Delia Antiveros Tiene 93 años, entró a trabajar en el frigorífico en 1943 y lo hizo hasta su cierre, en 1979. Hoy es historia viva.

22.08.2019 08:57

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2019-08-22T08:57:00-03:00
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Localizado en la ciudad de Fray Bentos, el Frigorífico Anglo fue la primera transnacional de la industria cárnica del mundo y el primer enclave de la Revolución Industrial en el Río de la Plata.

Durante 116 años exportó extracto de carne, carne en conserva (corned beef) y más de 200 productos alimenticios a los cinco continentes. Los productos elaborados en Fray Bentos alimentaron las tropas militares y la población civil europea en tiempos en que este continente enfrentaba escasez de comestibles. De allí que el establecimiento fuera conocido durante el siglo XX como "la gran cocina del mundo".

En las primeras décadas del siglo pasado llegó a ocupar 4.500 personas, siendo la principal fuente laboral de Fray Bentos. También produjo un importante movimiento inmigratorio, atrayendo a trabajadores de 60 nacionalidades. Tal inmigración aportó a Fray Bentos una gran diversidad cultural y étnica, que puede verse en ciertas arquitecturas, expresiones gastronómicas, términos lingüísticos y hasta formas de vida.

Fue fundado en 1865 bajo el nombre Liebig's Extract of Meat Company (LEMCO), en 1924 se convirtió en el Frigorífico Anglo del Uruguay, y entre 1968 y 1979 (año de su cierre) fue gestionado por el Estado uruguayo como Frigorífico Fray Bentos.

El Paisaje Industrial Fray Bentos/Exfrigorífico Anglo fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en julio de 2015.

En la ciudad de Fray Bentos casi todas las familias tienen entre sus ancestros algún familiar que estuvo directamente vinculado al frigorífico. La memoria y la identidad de los fraybentinos están fuertemente unidas a este establecimiento.

El ciclo de video reportajes "En carne propia", rescata para la posteridad los testimonios de antiguos trabajadores de la factoría cárnica. Los entrevistados tienen entre 74 y 98 años, y se desempeñaron en secciones como administración, cámaras frías, conserva, faena, grasería, latería mecánica, menudencias, pintada y sala de máquinas, entre otras.

"Había tanto mujeres como hombres, cinco mil obreros, era un borbollón a las 5, cuando salía la mayoría", cuenta Delia, quien nació en el año 1925.

Delia llegó al Anglo alentada por el "boca a boca" que decía que allí se estaba tomando gente, algo que era cierto. Eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, uno de los periodos de mayor demanda de los productos del establecimiento, que enviaba un embarque tras otro a los frentes de combate.

Trabajó 36 años en la sección Conserva haciendo el envasado de los productos. Afirma que con el trabajo de todos en el frigorífico se salvaron vidas, porque era el alimento para los soldados. "Salvamos muchas vidas, porque era lo que comían ¿qué otra cosa iban a comer?"

Comenzó echando zanahorias dentro de las latas, y terminó sus años en el Anglo como supervisora de envasado. "Si andábamos con ganas de hacer y hacer, y las máquinas respondían, no parábamos un minuto", salvo cuando el sindicato decretaba un paro. En esos casos, todo se detenía.

Antivero recuerda que en la época en la que ella ingresó al frigorífico, el trabajo era mayormente manual. Más tarde, el arribo de nuevas tecnologías "empezó a arrear a la gente", dado que muchos procesos de elaboración se automatizaron.

Cuando llegaba el día de pago, "era como que salía la lotería en Fray Bentos, porque todos andábamos con plata", recuerda la nonagenaria, señalando que las cuentas siempre eran las correctas. "Nunca faltaba un peso" en la liquidación, algo que los trabajadores se habían ganado en justa ley. "Llegábamos a sacar 25.000 tarros por día", narra Delia.

Asimismo, "en tiempos de la guerra, matar mil animales por día era como nada", recuerda.

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