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Vamos aclarando el panorama

Claudio Fantini: “En el mundo, la anomalía es la regla”

Con Claudio Fantini: “en Argentina los dos dirigentes que más votos propios tienen son a la vez los dos dirigentes más rechazados por la sociedad”.

01.06.2019 10:59

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2019-06-01T10:59:00-03:00
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La mezcla entre lucidez, acierto y acento cordobés de Claudio Fantini hacen que a cualquier charla con le falte tiempo.

Todas las semanas escuchamos o leemos a este analista político argentino desde los diferentes medios en los que trabaja y esta vez, en el marco de su presencia en la Feria del Libro de Canelones, se hizo un tiempo para hablar con Montevideo Portal. En año electoral para ambos países, Fantini nos aclara algunos tantos.

MP: Desde la publicación de tu último libro hasta ahora, en Argentina apareció la fórmula Fernández y Fernández y la política vuelve a alborotarse.

CF: Creo que todo lo que ha ocurrido de algún modo ha sido en la dirección de lo que plantea el libro "La tenue Virtud". Es un libro que describe al Uruguay por contraposición. Relato pormenorizadamente el barrio en el que se encuentra la casa de los uruguayos. Y en el barrio casa por casa voy describiendo las anomalías que caracterizan a la política en este tiempo. La realidad es que no sólo en la región la anomalía es la regla, en el mundo la anomalía es la regla. Basta asomarse por estas horas a lo que dejó el escrutinio de las elecciones europeas por caso en Gran Bretaña. Por primera vez en la historia británica los laboristas y los conservadores no son el primero y el segundo, sino el partido del brexit que es un partido ultranacionalista, un partido extremista, liderado por un antisistema llamado Nigel Farage, un amigo personal de Donald Trump experto en patear tableros y antieuropeo visceral. El otro partido, el liberal demócrata que es un estupendo partido en términos ideológicos y políticos, siempre había sido el tercer partido, siempre un partido pequeño que parecía no poder acceder o el primer puesto o el segundo.

Esos puestos, que siempre ocupaban a los conservadores o los laboristas, ahora son de dos partidos menores: uno que viene de la marginalidad por su extremismo y el otro que siempre fue el pequeño partido que estaba en tercer lugar. Basta ver eso para entender hasta qué punto lo extraño ha pasado a ser la regla.

Argentina, el caso de la fórmula Fernández - Fernández está dentro de esa regla de la anomalía. Porque lo normal, lo lógico es que a una fórmula presidencial la encabece el dueño de los votos. No es el caso de la fórmula del kirchnerismo. Alberto Fernández no es el dueño de los votos y por ende es muy difícil imaginar que él vaya a poder ser el verdadero jefe en ese gobierno que harían si ganan la elección.

MP: Pero la jefa, es la jefa

CF: Si, pero en esto lo sano es que la fórmula refleje la naturaleza del reparto de los votos. Si no se puede ir hacia el testaferrato político. Cuando quién gobierna es en realidad un testaferro del verdadero dueño del poder, que lo ejerce desde otra posición o desde afuera.

Es lo que pasaba cuando el presidente de Rusia era Dmitri Medvédev y todo el mundo sabía que el dueño del poder seguía siendo Vladimir Putin. O lo que pasa en la Italia de estos días en la cual el Primer Ministro es Giuseppe Conté, pero en los hechos no existe ni siquiera en las portadas de los noticieros. Además, el verdadero dueño del poder es Matteo Salvini, un hombre de extrema derecho hasta ostenta obscenamente, impúdicamente por lo menos que el dueño.

Ese riesgo es el que puede correr la Argentina con una fórmula de las características de la de "Fernández- Fernández".

MP: Hace poco publicaste una columna titulada "Cristina modo Zen", cuando ella se arrimaba a las candidaturas pese a las causas judiciales que tiene abiertas. No era probable que volviera, pero paralelamente el fracaso de la política económica del gobierno de Mauricio Macri hace que el futuro de la Argentina esté poco claro.

CF: Esos son los dos rasgos principales en el escenario político argentino. Los dos dirigentes que más votos propios tienen son a la vez los dos dirigentes más rechazados por la sociedad. Acá la matemática que hay que hacer es un poco extraña porque para saber el nivel de rechazo que tiene Cristina, para ver el tamaño de esa mayoría de argentinos que no quiere saber nada con que Cristina vuelva a ser presidenta; tiene que sumar los votos que va a tener Macri más los votos de aquellos que no quieren que Macri vuelva a ser presidente, pero no quieren tenerla de presidenta a Cristina. Esa suma da el tamaño de la mayoría de los que rechazan a Cristina. Del mismo modo para saber el tamaño de la mayoría contundente que rechaza Macri tiene que tomar los votos duros de Cristina más esa ese amplio sector que no votaría a Cristina pero no quiere saber nada con Macri.

Ahí te encontrás con ese fenómeno electoral extraño: los dos candidatos que tienen la posibilidad de dirimir en un duelo cabeza - cabeza quién va a ser el próximo presidente son los dos que tienen más rechazo. Son los dos candidatos a los cuales una contundente mayoría de la sociedad argentina no quiere.
Por lo menos Cristina, con la fórmula Fernández- Fernández mostró que acusa recibo de esa adversidad.

Hay un ejemplo claro de lo que significa esa matemática: la última elección de Carlos Menem que le permitió llegar al poder a Néstor Kirchner.

Menem miraba sólo los votos que tenía él. Como los votos que tenía duplicaban a cualquiera de los contrincantes, se convenció que tenía que ser el candidato y que iba a ser el próximo presidente. Pero la realidad era otra. Lo que había que mirar no era los votos que tenía Menem que duplicaban a cualquiera, sino la mayoría que no quería saber nada con Menem. Porque esa mayoría se iba a volcar en un balotaje por cualquiera de los otros. Por eso Menem desertó. Esa misma matemática al menos Cristina, con la fórmula Fernández - Fernández acusa recibo. Macri ni siquiera...

MP: Con este panorama, más allá del ganador, hay una otra mitad que va a estar en desacuerdo y hay "grieta" para varios años más.

CF: También es importante ver que Cristina actúa en consecuencia. Yo no creo en el resultado de Cristina. No creo en la Cristina moderada. Porque ya apareció en elecciones anteriores y si gana la elección entonces deja lugar a la monarca, absolutista, veleidosa, verticalista, autoritaria y sectaria, que impone lo que impone: una egocracia. El poder en manos de su ego. Ya sabemos esa historia porque ya la hemos visto. No le creo a la Cristina moderada porque no es la primera vez que aparece. Aparece en la antesala de toda elección donde ella va por el poder. Tampoco sé si la fórmula Fernández - Fernández va a ser efectiva. Tiene un rasgo: fue sorpresivo y sorprendente.

Sorpresivo es una cuestión de tiempo. Nadie esperaba que ese fin de semana fuera a aparecer la candidatura de Cristina y sorprendente porque nadie esperaba que la candidatura de Cristina apareciera en ese formato. Toda jugada que es sorpresiva y sorprendente tiene como efecto inmediato generar la sensación de que una genialidad. Que es una pieza magnífica de la mejor estrategia política. Pero eso es inexorablemente lo que ocurre en materia de sensación general cuando se produce una jugada que es sorpresiva, porque nadie la esperaba en ese momento, y sorprendente, porque nadie la esperaba de esa forma.

Después va a ser el tiempo y los resultados lo que van a decir sí fue una genialidad o incluso si fue un adefesio. Porque si él, si el candidato es dócil te puede salir un Medvédev al que Putin lo manejaba desde el cargo de primer ministro. O te puede salir un Giuseppe Conte al que Matteo Salvini maneja como quiere. Pero también te puede salir un Juan Manuel Santos que llegó a la presidencia de Colombia con los votos de Uribe, pero cuando Uribe lo quiso manejar como un títere se le reveló. Igual que Lenin Moreno que llegó con los votos de Rafael Correa, pero cuando Correa lo quiso manejar a control remoto de Bruselas se le reveló.

Alberto Fernández no parece ser un Giuseppe Conte. Es un tipo con mucha personalidad, con mucha astucia, con mucha inteligencia. Por lo tanto puede ser un testaferrato fallido de esos que terminan en guerras políticas en la propia cúpula del gobierno.

MP: En lo sorpresivo y sorprendente, Uruguay aporta la precandidatura de Juan Sartori.

Sorpresivo y sorprendente en Uruguay, porque lo que describe mi libro "La tenue virtud" y lo que perciben muchos observadores desde afuera es que Uruguay ha logrado mantener una normalidad política. No es la palabra más simpática, ni más linda pero es la que explica lo que quiero decir. Una normalidad política, cuando en el resto del mundo prácticamente en el grueso de los principales escenarios lo que se impone es lo anómalo.

Acá llega con Sartori una de las anomalías que en el resto del mundo ya hecho
historia.

MP: De hecho, varias de esas anomalías son presidentes

CF: Por supuesto. Que un personaje como Rodrigo Duterte, un criminal confeso, confiese sus crímenes desde la presidencia de Filipinas una cosa inimaginable. Donald Trump es inimaginable. Bolsonaro el caso del éxito de los repugnante. Ganó notoriedad diciendo cosas repugnantes, monstruosas, crueles.

En el mundo están apareciendo desde el campo empresarial o desde otros campos. El fenómeno de este tiempo yo lo explico sobre todo en un libro anterior llamado Abadón.

MP: Recomendable siempre.

CF: A mí me gusta mucho. Me parece que es que es un libro que aporta. Así como que para entender a Uruguay es bueno hacerlo por contraste, me parece que para entender el presente en términos en mundiales es bueno verlo desde la contextualización histórica como hace Abadón. Lo que explicaba entonces que un rasgo de este tiempo al que yo llamo la desglobalización. Es precisamente el hecho de que las clases dirigentes, empezando por las clases políticas buenas o malas: defraudan. Y defraudan porque no pueden hacer otra cosa que defraudar. Porque los retos son tan gigantes que van más allá de ellos. Entonces cuando las clases dirigentes no responden a mis incertidumbres y mis miedos yo busco fuera de las clases dirigentes.

Menem fue un adelantado en ver eso en la Argentina. Empezó trayendo a Scioli de la motonáutica, a Palito Ortega de la canción popular, a Reutemann de la Fórmula 1. Lo hizo con frivolidad como solamente puedo hacer las cosas Menem, pero con astucia. Porque era muy vivo yo no sé si era muy inteligente pero vivos y astutos sin dudas que lo fue. Vio que la gente ya no cree en los políticos. No cree en los políticos por defecto de los políticos, pero también y yo digo fundamentalmente, por la instancia en la que está el mundo.

En el mundo está desapareciendo el trabajo. En el mundo se va a imponer la Inteligencia Artificial: Basta darle una leída a los libros de Yuval Noah Harari para ver el nivel de transformación cada vez más inmanejable para el hombre común. Esa incertidumbre y ese miedo de saber si mañana va a servir el título universitario que tengo hoy, el conocimiento que tengo hoy, el negocio que abrí en este esquina... como el político no la puede responder, empieza a ser visto como una elite deleznable.

En la elite deleznable en Estados Unidos estaba Barak Obama para mí con Byron uno de los mejores gobernantes que ha tenido ese país como también lo fue Bill Clinton. Y agarraron un aparato como Donald Trump. Por qué Donald Trump estaba parado en la vereda donde la gente empezó a mirar cuando ya ve que la política no le responde sus problemas.

Lo mismo son todos los aparatos que estamos viendo el brexit, Nigel Farage, Matteo Salvini, Bolsonaro, son los síntomas de la desesperación del hombre de este tiempo. Ese síntoma se expresa en Uruguay, no sé si bien o mal después se verá en su talento y su capacidad verdadera, pero en principio lo que hace entrar por una ventana que se está abriendo el mundo: el antisistema o por lo menos el outsider.

MP: Nos quedamos sin tiempo y no te pregunté sobre Venezuela

CF: Hablaremos la próxima de Venezuela, pero dos cosas dejo enunciadas. ¿Por qué se sostiene un régimen esperpéntico de esas características? y ¿por qué todavía existe lo que yo llamo el terraplanismo político? Porque así como hay terraplanistas, o sea gente que se junta para explicar en distintas partes del mundo que la tierra es plana, hay gente que defiende el gobierno de Maduro y eso es a esta altura terraplanismo político.

Montevideo Portal