Contenido creado por Gerardo Carrasco
Vida de perros

Vida de perros. Por Andrés Peirano

“Un héroe sin comic ni súper poderes, un héroe bien anónimo y bien de acá”

Roosevelt vivía en el parque homónimo. Con su calor salvó dos veces la vida de su amo. La tercera fue la vencida.

02.04.2020 14:50

Lectura: 5'

2020-04-02T14:50:00-03:00
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En su nueva columna, el entrenador canino Andrés Peirano -cuya cautivante historia podés conocer aquí- narra la historia de un can que supo ser más que leal en circunstancias muy duras.


                                                                  ._.


Roosevelt es un perro de esos sin raza, joven y con ojos buenos, un perro alegre que no duda en darte todo su corazón. Conocí a Roosevelt a través de Carolina quien, en una reunión de Cero Callejero, me pido si no le podía dar una mano ya que había dado en adopción a este perro y al venir de la calle no sabía comportarse en un hogar y luego de divertirse unos días con las reacciones de los humanos ante sus travesuras comenzamos a trabajar con él de forma honoraria, como siempre tratamos de trabajar en estos casos ya que creemos que se hace por el perro y no por la persona.


Al preguntar por su historia buscando información de su pasado que me diera alguna pista de las experiencias que había vivido aquel perro, llega a mí una historia que lejos de preocuparme me sorprendió ya que este perro no mostraba problemas de conducta, en realidad solo necesitaba aprender a gestionarse en su nuevo entorno y en una nueva realidad muy distinta a la que había conocido durante los primeros años de su vida, pero más allá de la problemática que presentaba, su historia me sorprendió ya que descubrí un héroe de esos anónimos, una conexión entre dos especies diferentes que se unían para sobrevivir, casi una conexión primitiva en pleno siglo XXI.


Roosevelt obtuvo su nombre luego de ser rescatado del parque que lleva el nombre de aquel presidente estadounidense, allí vivía junto a su humano, uno de esos tantos veteranos que se buscan la vida en la calle, juntos se cuidaban mutuamente, se acompañaban y seguramente, a su manera, compartieran largas charlas y debates, en definitiva eran inseparables.

Como le contaron, los funcionarios de un conocido supermercado de venta al por mayor de la zona a Carolina, fueron por lo menos dos las veces en que aquel humano había caído desmayado producto del alcohol, crudas noches de invierno, cruda realidad y mucha soledad, "-Final amargo, solo queda hoy, tu perro flaco y el fondo de un vino pa' entibiar"-, como diría La Vela Puerca, pero esto no fue lo que sorprendió más. Luego de llamar a la emergencia médica para aquel hombre casi consumido por la hipotermia, lo sorprendente fue que en ambas oportunidades, se pudo saber y comprobar que Roosevelt llegaba y se echaba sobre el cuerpo de aquel humano, olvidado por todos menos por él y al que el calor corporal de este perro salvó de la muerte.

Lamentablemente la muerte encontró su revancha y logro robar finalmente aquella vida humana, Roosevelt fue rescatado a los pocos meses de aquel parque en un intento de que no corriera con la misma suerte ya que se supo que un grupo de "barbaros", lo buscaban casi a diario para soltarle pitbulls, prepararlos de esta manera, en una práctica sumamente despreciable, este perro había sido usado para motivar las reacciones agresivas en perros de pelea.

Carolina le había conseguido un hogar transitorio y allí quedó hasta que llego su nueva familia, una familia bien diferente a todo lo que él conocía y una realidad que definitivamente Roosevelt se merecía.
Por aquella época llegaba a nuestro país un nuevo embajador de un país europeo, un hombre muy amable con su amorosa y generosa esposa, que recorren el mundo cumpliendo con su vocación diplomática y que en cada país donde les toca hacer una parada, recogen un perro de la calle y así fueron formando su propia manada en su casa en su tierra natal.

Si, Roosevelt pasó de la soledad y la calle a la residencia de un embajador que supo ver en él, algo más que un perro flaco, algo más que algunas cicatrices que muestran un duro pasado y supo entender y perdonar sus travesuras dándole una oportunidad única.

Hoy Rusvy, como se llama ahora, corretea y juega entre los mimos y sonrisas de ese matrimonio que le cambio la vida para siempre.

En lo personal solo puedo estar agradecido de haber tenido la oportunidad de ser parte de la historia de este héroe de cuatro patas y sin capa.

Los dejo con algo que dijo aquel presidente -primo lejano del otro mandatario al que está dedicado el parque- y que creo que este perro entiende perfectamente:


"-No es el crítico quien cuenta;
ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea,
o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena,
con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre;
quien se esfuerza valientemente; quien erra,
quien da un traspié tras otro,
pues no hay esfuerzo sin error ni fallo;
pero quien realmente se empeña en lograr su cometido;
quien conoce grandes entusiasmos,
las grandes devociones;
quien se consagra a una causa digna;
quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso,
y quien en el peor de los casos,
si fracasa,
al menos fracasa atreviéndose en grande,
de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota."-

Theodore Roosevelt.

 

Andrés Peirano

apeiranok9h@gmail.com

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