Contenido creado por Gerardo Carrasco
Cultura

Lo bueno de lo malo

“Nosotros tuvimos la época más linda, abundaba el trabajo: el tiempo de la guerra”

Con casi 90 años, uno de los más veteranos “sobrevivientes” del Frigorífico Anglo cuenta su historia de vida.

02.08.2019 15:07

Lectura: 4'

2019-08-02T15:07:00-03:00
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Localizado en la ciudad de Fray Bentos, el Frigorífico Anglo fue la primera transnacional de la industria cárnica del mundo y el primer enclave de la Revolución Industrial en el Río de la Plata.

Durante 116 años exportó extracto de carne, carne en conserva (corned beef) y más de 200 productos alimenticios a los cinco continentes. Los productos elaborados en Fray Bentos alimentaron las tropas militares y la población civil europea en tiempos en que este continente enfrentaba escasez de comestibles. De allí que el establecimiento fuera conocido durante el siglo XX como "la gran cocina del mundo".

En las primeras décadas del siglo pasado llegó a ocupar 4.500 personas, siendo la principal fuente laboral de Fray Bentos. También produjo un importante movimiento inmigratorio, atrayendo a trabajadores de 60 nacionalidades. Tal inmigración aportó a Fray Bentos una gran diversidad cultural y étnica, que puede verse en ciertas arquitecturas, expresiones gastronómicas, términos lingüísticos y hasta formas de vida.

Fue fundado en 1865 bajo el nombre Liebig's Extract of Meat Company (LEMCO), en 1924 se convirtió en el Frigorífico Anglo del Uruguay, y entre 1968 y 1979 (año de su cierre) fue gestionado por el Estado uruguayo como Frigorífico Fray Bentos.

El Paisaje Industrial Fray Bentos/Exfrigorífico Anglo fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en julio de 2015.

En la ciudad de Fray Bentos casi todas las familias tienen entre sus ancestros algún familiar que estuvo directamente vinculado al frigorífico. La memoria y la identidad de los fraybentinos están fuertemente unidas a este establecimiento.

El ciclo de video reportajes "En carne propia", rescata para la posteridad los testimonios de antiguos trabajadores de la factoría cárnica. Los entrevistados tienen entre 74 y 98 años, y se desempeñaron en secciones como administración, cámaras frías, conserva, faena, grasería, latería mecánica, menudencias, pintada y sala de máquinas, entre otras.

El presente video recoge el testimonio de Marcos Letamendía, que a sus casi 90 años es uno de los pocos sobrevivientes de la generación que llegó a trabajar en el frigorífico en su etapa más próspera, cuando las guerras mundiales dispararon la demanda de su mercadería.

Nacido en 1929, empezó a trabajar en el Frigorífico Anglo en 1943. Antes de entrar era "viandero". Iba hasta el portón de entrada con la comida de varios trabajadores del lugar, colgada en un palo de escoba. "Cobrábamos algo por eso, y siempre los trabajadores te daban algo. Un poco de su comida, o un pedazo de sandía", recuerda el veterano trabajador.

Luego empezó a ir al mismo portón para ver si lo contrataban, y al poco tiempo de conseguir su objetivo contrajo fiebre tifoidea, una enfermedad que casi acaba con su vida. "Tuve que aprender a caminar de nuevo", relata.

En la entrevista, cuenta que llegó a cumplir funciones durante una época de apogeo: la Segunda Guerra Mundial. Al igual que ocurriera en la Primera Guerra, el conflicto supuso un gran aumento de la demanda de las conservas elaboradas en el Anglo. "Éramos 5 0 6 mil personas, y se trabaja día y noche", recuerda.

"En aquella época se decía que los tarros de 6 onzas eran para los combatientes, que les daban uno por día", rememora. Finalmente, le tocó vivir tiempos de vacas flacas, donde ya se empezaba a rumorear acerca del cierre del frigorífico, incluso muchos años antes de que se produjera.
"Yo ya hice lo mío. Toda la vida tuve que trabajar", concluye.

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