“Los miedos siguen, tal vez nunca se vayan del todo”, escribió la influencer uruguaya Maru Romano en el post de Instagram con el que anunció su embarazo el 6 de abril. Decide hacerlo público a los seis meses de gestación. "Poder compartirlo fue un desafío para mí, porque lo venía postergando", explica en una historia destacada de su perfil en la que además les agradece a sus seguidores por los mensajes que recibió. 

En 2024 tuvo dos abortos espontáneos. En julio de ese año, decidió grabar un reel con el fin de concientizar sobre esto. “También lo pasé y tengo un bebé arcoíris, ánimo que sos joven”, le comentó una seguidora. “Solo las que hemos pasado por eso sabemos todo el dolor y vacío que se siente con la pérdida”, escribió otra, al igual que tantas que compartieron su propia vivencia. 

"Hablar de pérdidas es abrir puertas a la esperanza", dice Pao Cid, influencer y maquilladora uruguaya, en un reel de su cuenta de Instagram. Se muestra en el backstage de una entrevista con El Observador. “No tenía a nadie para preguntarle, salvo a una amiga que lo había vivido”, dijo entonces. Cid sufrió dos abortos espontáneos. En ese mismo post escribió: "Alguna vez me cuestioné si hablar o no sobre mi experiencia y, por suerte, me animé. Sin dudas no soy la única y ese es mi motivo y motor: sanar y acompañar".

A principios de junio de 2025, el Ministerio de Salud Pública publicó un informe sobre la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Se registró una cifra récord en 2024, con 11.232 abortos llevados a cabo, 334 más que en 2023.  

De los abortos voluntarios hay cifras. Hay estudios. Hay análisis de políticas públicas. ¿Y de los involuntarios? No hay manera de saberlo.  

Una paciente gestante recibe un carné de control de embarazo desde la primera consulta. Sin embargo, lo que se registra allí no es subido al sistema informático perinatal hasta que el embarazo llega a término (entre las 37 y 42 semanas), o cuando la pérdida ocurre luego de las 22 semanas de gestación y es considerada muerte fetal o parto de mortinato.

Los datos del sistema informático perinatal son elevados por ley al ministerio. Por lo tanto, los números de abortos espontáneos en el país no tienen manera de ser contemplados por las autoridades competentes.

“Ahora estamos intentando que los datos se carguen en tiempo real, luego de cada consulta, lo que va a permitir que en el futuro se pueda conocer la frecuencia del aborto espontáneo en la población uruguaya”, dice Rafael Aguirre, coordinador del Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva.  

Dentro de las 22 semanas en las que se define la pérdida como aborto espontáneo, los que ocurren antes de las 12 semanas son considerados precoces y los que suceden después son definidos como tardíos. Esta discriminación surge por las potenciales causas: en el primer caso, se plantea que puede deberse a problemas genéticos o embrionarios. En el segundo, según el coordinador, hay “más frecuencias de patologías maternas involucradas”, como la diabetes gestacional, la hipertensión, el rango etario y las alteraciones de la morfología del útero. 

Aguirre agrega que la carencia de datos también ocurre a raíz de que las pérdidas precoces de embarazos “generalmente se manejan de forma ambulatoria”.  

Al no tener datos a nivel nacional, se toman como referencias las estadísticas internacionales, que también varían de país en país por “debilidades en el registro”. Según el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos y el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención del Reino Unido, un 15% de los embarazos entre los 19 y 35 años terminan en aborto espontáneo. Luego de los 35 aumenta paulatinamente, siendo capaz de llegar a un 80% a la edad de 45.  

¿Qué consecuencias tiene que no contemos con estos datos de nuestro territorio?

Aguirre sostiene que son de interés desde el punto de vista de la salud pública, ya que permitirían identificar momentos en los que haya variaciones y, sobre esa base, evaluar si hay condiciones sociales o ambientales que sean causantes. Sin embargo, para él no representa una dificultad, ya que en la práctica clínica “importan más las condiciones individuales”.

Gerardo Vitureira, ginecólogo grado 4 en el área de Obstetricia, Salud Materna y Perinatal, está de acuerdo con esto: “Por lo general, lo que te importa es el historial reproductivo y las pérdidas de la paciente más allá del contexto. Que no haya cifras nacionales no es una situación grave ni necesaria en la clínica”.

En la historia clínica de cada paciente se registran los abortos espontáneos, ya que se deben constatar las características, el procedimiento y el asesoramiento indicado en cada caso. “Si hay dos, tres o cuatro en el lugar en el que trabajás no afecta tanto como si, por el contrario, la paciente que tenés adelante sufre un primer, segundo, tercer o cuarto episodio”, acota.

Vitureira se refiere al aborto recurrente. Este se constata en casos donde hubo tres pérdidas de embarazo a lo largo de la vida reproductiva, o dos consecutivas. A partir de este diagnóstico, el equipo médico realiza estudios para encontrar el causante y así “minimizar la probabilidad” de que vuelva a ocurrir. “Si tenés una trombofilia que te predispone a la pérdida recurrente de embarazo, generalmente no lo buscás con la primera pérdida”, explica.

Aguirre afirma que en este tipo de casos clínicos se contacta a los equipos de salud mental para “apoyar en esta situación”. Sin embargo, dice que las fortalezas institucionales son muy variadas.  

Esto también ocurre con pacientes que se encuentran en tratamientos de fertilidad, ya que “repercute mucho en lo emocional”. 

Todos los embarazos que son producto de un tratamiento de fertilización asistida se consideran de mayor riesgo y obligan a un control distinto porque puede haber una patología o una condición materna, más allá de la edad”, explica.  

Quienes sufren un aborto espontáneo tienen licencia médica maternal. Pero dado que cada caso es particular, no hay un margen de tiempo estipulado, sino que se toman en cuenta las preferencias y condiciones de cada mujer.  

“Hay pérdidas que requieren procedimientos médicos quirúrgicos y se deben tener en cuenta”, explica Vitureira y agrega que la “situación emocional de la mujer” también se contempla: “Hay mujeres que quieren reintegrarse rápidamente a la vida laboral y otras que piden certificación por tristeza. A diferencia  de la pérdida de un embarazo en una etapa más avanzada, hay un porcentaje muy grande de mujeres que no contaron que estaban embarazadas, entonces prefieren no tener tantos días”.  

Es común que las mujeres decidan anunciar su embarazo luego de los tres meses de gestación. Al ser consultado, Vitureira dice que suelen preguntarle cuándo “se puede contar” y cree que es muy personal. También menciona que el diagnóstico es cada vez más precoz a causa de los avances de la tecnología, la accesibilidad de la ecografía y los tests caseros.  

“Una de las cosas en las que yo siempre insisto es que las mujeres embarazadas no son ajenas a la inmediatez que vivimos hoy como sociedad. La mujer tiene un retraso y ya quiere saber si está embarazada, hacerse una ecografía. En términos biológicos, esto lleva a momentos grises. A veces, tenés una prueba de embarazo positivo, pero la ecografía no va a visualizar el embrión hasta dentro de una semana. Entonces, se hacen la ecografía, ven que no tienen un embrión y piensan que no se desarrolló”, agrega. 

Al respecto de la noción que tienen las pacientes sobre las posibilidades de perder el embarazo, dice que “la frecuencia es más alta de lo que la gente piensa”, y que no se maneja la misma posibilidad de un aborto que la del médico. Sin embargo, contrasta que la primera consulta “no es un momento oportuno” para “aterrizar con cifras”.  

¿Qué tanto invisibiliza la carencia de datos sobre abortos espontáneos en Uruguay? Si bien para el experto podría ser “interesante” tener una cifra nacional, no cree que el hecho de que no haya resulte de un “ocultamiento de la situación”. Según él, es algo que no suele exteriorizarse, y a medida que se pueda verbalizar, van a surgir más testimonios e historias de mujeres en primera persona. 

Nono Simelela, directora asistente de la sección Familia, Mujeres, Niños y Adolescentes de la Organización Mundial de Salud (OMS), escribe en un artículo publicado por la organización que las mujeres aún tienen que enfrentarse a un “gran estigma y vergüenza” ante la pérdida de un bebé y que usualmente “no se ven motivadas a hablar sobre su experiencia y pérdida”. También cree que esto puede llevarlas al aislamiento y la desconexión, “incluso de sus parejas y familia cercana”, lo que puede dejarlas atrapadas en su duelo.

“No hay pérdidas peores que otras, siempre es la fractura de un sueño”, dice Vitureira y sostiene que desde el lugar médico es una obligación poder acompañar a las mujeres en el proceso. “Hacer diagnósticos oportunos, preparar y acompañar es lo más importante desde nuestro lado”, afirma.