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Salud

Por The New York Times

La influenza canina está de regreso… también

Las pruebas de laboratorio revelaron que los perros habían contraído una cepa de influenza canina muy contagiosa conocida como H3N2.

05.12.2022 14:23

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2022-12-05T14:23:00-03:00
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Por The New York Times | Emily Anthes

Cuando, en octubre, algunos perros comenzaron a toser en un refugio para animales de Texas, los veterinarios no se alarmaron al principio. El refugio Operation Kindness ya antes había tenido perritos enfermos.

Pero, al parecer, esa tos era persistente y el pequeño grupo de perros que tosían pronto se convirtió en docenas de perros. Para mediados de noviembre, el 86 por ciento de los perros del refugio, más o menos 150, estaban enfermos.

“Esto sucedió muy rápido”, comentó Ed Jamison, director general de Operation Kindness, cuya sede se ubica en Carrollton, al norte de Dallas.

Las pruebas de laboratorio revelaron que los perros habían contraído una cepa de influenza canina muy contagiosa conocida como H3N2, la cual ha provocado una oleada de brotes recientes en todo el sur del país. Los veterinarios les han advertido a sus clientes sobre el virus en las redes sociales; las guarderías para perros han cerrado y los refugios, entre ellos Operation Kindness, han suspendido las adopciones.

Los expertos subrayaron que este virus, mismo que, desde 2015, ha sido el causante de repetidos brotes en Estados Unidos, hasta el momento no plantea un peligro para los seres humanos y que la mayoría de los perros que lo contraen no enferman de gravedad. Pero la infección puede convertirse en neumonía o incluso ser fatal en un bajo porcentaje de perros.

Algunos veterinarios plantearon que, a pesar de que la influenza canina puede desencadenarse en cualquier momento, el reciente aumento de casos podría ser provocado, en parte, por los cambios de comportamiento de los estadounidenses en los últimos tiempos. Según ellos, los refugios que se vaciaron durante la pandemia se han vuelto a llenar y el repunte de viajes y oficinas abiertas nuevamente hacen que haya más perros conviviendo en las perreras y en las guarderías, donde es fácil que el virus se arraigue.

“Durante los dos primeros años del COVID, pasamos por un periodo tranquilo”, señaló Silene St. Bernard, directora médica regional de los hospitales para animales VCA en el sur de California. “Cuando la gente estuvo en casa, las mascotas estuvieron en casa y no vimos tanta propagación de estos contagiosos virus”.

Los especialistas están exhortando a los propietarios de perros a que se mantengan atentos a los síntomas (que pueden incluir tos, fiebre e inapetencia), sobre todo si se ha reportado la presencia del virus en su área. Asimismo, a quienes tienen perros que pasan parte del tiempo en entornos sociales, tal vez les convenga vacunarlos contra la influenza canina.

“Hay que pensar en los riesgos que se están corriendo”, señaló Edward Dubovi, un virólogo de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Cornell que formó parte del equipo que identificó la primera cepa de la influenza canina. “Hay riesgo cuando vamos a un parque de perros (aquí en Ithaca tenemos uno donde tal vez haya 30 o 40 perros correteando por ahí). Si esto forma parte de nuestra rutina diaria y hay influenza dentro de esa área, tal vez lo mejor sea que les pongamos la vacuna”.

Existen dos cepas de influenza canina. La primera, conocida como H3N8, tuvo su origen en los caballos y se detectó por primera vez en 2004 en lebreles del estado de Florida.

Pero los brotes más recientes han sido causados por la H3N2, la cual tuvo su origen en las aves. La primera vez que se detectó en perros fue en Corea del Sur en 2007, aunque comenzó a circular antes y se propagó a varios países de Asia.

En 2015, apareció en Chicago y arrasó en perreras, clínicas veterinarias y refugios de animales. “En el entorno de los refugios, la influenza no es nada sutil porque llega como un maremoto”, señaló Sandra Newbury, quien dirige el Programa de Medicina en los Refugios de la Universidad de Wisconsin. (Newbury, quien formó parte del equipo que atendió y estudió el brote de Chicago, también ha estado trabajando con Operation Kindness en estas últimas semanas).

El virus se propagó por el medio oeste y dejó otros brotes en todo el país antes de que terminara por desaparecer.

Las investigaciones revelan que, desde entonces, el H3N2 se ha vuelto a introducir a Estados Unidos varias veces. (Dubovi explicó que las disposiciones en torno a la importación de perros son “mínimas” y añadió que la Ley para la Importación de Perros Sanos, que se introdujo en el Congreso el año pasado, impondría mayores protecciones).

La influenza canina, la cual se transmite por aerosoles y gotículas de la respiración, tiende a propagarse muy rápido en entornos grupales y puede pasar de un estado a otro cuando los perros infectados viajan.

“Tenemos una tendencia a trasladar a los animales de una parte del país a otra o de un refugio a otro”, comentó Colin Parrish, un virólogo de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Cornell y especialista en influenza canina. “Así que el virus es trasladado junto con los perros”.

El año pasado, el virus se instaló en Los Ángeles y, de julio de 2021 a enero de 2022, fue el causante de más de 1300 casos.

Este verano, apareció en Birmingham, Alabama. “Y luego se propagó. Las guarderías comenzaron a cerrar; las estéticas dejaron de abrir”, comentó Lindy Alverson, directora general de veterinaria en la asociación Greater Birmingham Humane Society.

Esta asociación, misma que suspendió las adopciones de perros durante seis semanas, tuvo que sacrificar a varios perros muy enfermos antes de que disminuyera el brote, señaló Alverson. Ahora, tras una breve tregua, el virus ha regresado, añadió.

Los especialistas señalaron que también se han reportado casos en Tennessee, Carolina del Sur, Texas y otros lugares.

Además, la influenza no es la única infección respiratoria que anda circulando. En Charlotte, Carolina del Norte, los centros veterinarios y las guarderías para perros mencionaron que, este otoño, habían observado un aumento de perros que tosían y estornudaban. “Se puso muy mal para mediados de octubre”, señaló Kim Lovingood-Owens, copropietaria de NoDa Bark and Board. “Cerramos toda una semana y desinfectamos las instalaciones”.