Séptimo piso ascensor

éptimo es un filme dirigido por Patxi Amezcua y protagonizado por Ricardo Darín. Es un thriller sobre la fragilidad de muchas realidades que asumimos como cotidianas, y sobre lo cerca que estamos del monstruo más terrible al que todos debemos enfrentarnos: aquel que llevamos dentro.

SINOPSIS

Un edificio en la Ciudad de Buenos Aires. Una familia que vive en el séptimo piso. Los hijos que juegan a bajar por las escaleras en vez de por el ascensor. La madre que no les deja nunca hacerlo: se pueden lastimar. El padre, que pasa a buscarlos para llevarlos al colegio, sí: desde que se separaron de Delia hace seis meses Sebastián es incapaz de decirles que no a nada a sus hijos.

Cuando Sebastián sale del ascensor se sorprende al comprobar que los chicos no llegaron a la planta baja. El portero dice que no salieron del edificio. Es imposible que hayan bajado antes que el ascensor. Es imposible, en todo caso, que él no los viera. Sebastián llama a todos los pisos desde el portero eléctrico y pregunta. En algunos pisos no responde nadie; en los demás, no saben nada. Aumenta la inquietud.

Sebastián, intrigado, decide entonces subir en busca de ellos. No están en la escalera. No están en
la casa. No están en la terraza. Vuelve a bajar. Nada. Tampoco están en las calles cercanas. Ni han ido al colegio sin avisarle. Desaparecieron ¿Dónde se pueden haber metido? Es momento de avisar a la policía.
Las primeras sospechas del Comisario (que vive en el mismo edificio) se dirigen hacia los vecinos de los distintos pisos. Aquellos hombres y mujeres que comparten el anonimato de cualquier edificio de toda gran ciudad pueden ser los culpables de esta extraña desaparición. Las dudas se disparan sobre todos, sin demasiados resultados. El policía cree que se trata de un secuestro. Probablemente los niños ya estén fuera del edificio: los tendrán algunas horas (para jugar con los nervios de los padres) y le llamarán más tarde para pedir un rescate. Más le vale a Sebastián ir consiguiendo el dinero necesario.

Es momento de llamar a Delia. Sebastián tiene que pasar por el duro momento de que ella sepa también la verdad. Su ex mujer lo acusa de ser el culpable de lo que están viviendo: todo puede ser obra de alguno de los peligrosos clientes a los que Sebastián defiende cada día como abogado. Son unos delincuentes que no dudarían en hacer algo así como forma de presión o negociación en algún juicio complicado. Sebastián
desconfía de todos: del portero, del Comisario, de los otros vecinos, de sus oponentes en el principal juicio que lleva en este momento. Cualquiera puede haber tenido algo que ver en todo esto.

Las horas pasan. Sin respuestas. Sebastián es consciente de que la única opción que tiene para poder continuar con su vida es encontrar a sus hijos como sea. Una misión que le llevará hasta los limites de la persona que siempre creyó que era. Pero ¿Quién no estaría dispuesto a hacer todo lo posible por sus hijos?