Los uruguayos coincidieron, aunque con matices, en pronunciarse por "nunca más" dictaduras, al cumplirse el 30 aniversario del golpe de Estado que interrumpió durante 12 años el sistema democrático en el país.
La única voz disonante fue la del ex presidente de facto Julio María Bordaberry, quien justificó la clausura del Parlamento el 27 de junio de 1973, acción que marcó el inicio de un régimen dictatorial que encarceló y asesinó a muchos de sus opositores políticos.
Los uruguayos recordaron con centenares de actos el aniversario del quiebre del orden constitucional, la mayoría en espacios cubiertos, ya que una persistente lluvia y las bajas temperaturas del invierno austral mermaron la concurrencia de las concentraciones callejeras.
En declaraciones a radios locales, Julio María Sanguinetti, el primer presidente de Uruguay elegido democráticamente tras la dictadura militar, pidió a la ciudadanía y, en especial, a los dirigentes políticos "asumir la responsabilidad histórica" para que no se repitan los hechos del pasado con "crispaciones y enfrentamientos, que debilitan la democracia".
Por su parte, el ex presidente Alberto Lacalle (1990-1995), sostuvo en declaraciones públicas con motivo del aniversario del golpe de Estado que el "nunca más" que se proclama "se debe abonar con actitudes positivas y dejar de lado los síntomas de intolerancia".
Los familiares de los desaparecidos durante el régimen militar también hicieron oír su voz con nuevas reclamaciones para conocer la suerte y el paradero de sus seres queridos, al tiempo que reconocieron el esfuerzo y las investigaciones de la Comisión de la Paz, que presidió el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno.
Esa comisión fue creada hace tres años por el presidente uruguayo, Jorge Batlle, a poco de asumir la jefatura de Estado, para tener un informe detallado sobre los crímenes de lesa humanidad del régimen dictatorial.
El ex presidente de facto Bordaberry dio hoy también su versión sobre el golpe de Estado al ser consultado por medios periodísticos locales.
El ex dictador dijo que no le tembló la mano cuando el 27 de junio de 1973 decidió clausurar el Parlamento, pues su "responsabilidad más grande hubiera sido no disolverlo", ya que su propósito era instaurar "un sistema político distinto" de tipo corporativista.
Bordaberry, destituido tres años después por las Fuerzas Armadas, criticó al teniente general Gregorio Alvarez, el último presidente del régimen militar, de extender inútilmente la dictadura hasta 1985 con el fin de satisfacer ambiciones personales.
Alvarez fue el gran perdedor en el plebiscito de 1980, cuando los militares pretendieron perpetuarse en el poder con una Constitución al estilo "pinochetista" y la ciudadanía les dijo "no" con su voto, lo que marcó la declinación del régimen y abrió un proceso que culminó con elecciones democráticas en 1984.
Dirigentes de los partidos tradicionales también coincidieron, al hacer hoy un balance sobre las causas que desencadenaron el golpe de Estado, en achacar gran parte de responsabilidad de la crisis política de 1973 al movimiento guerrillero Tupamaros.
Las acciones terroristas de los Tupamaros y la debilidad de los partidos políticos fue aprovechada por los militares para apoderarse del Gobierno y desatar una "guerra sucia" en coordinación con los demás regímenes totalitarios del Cono Sur americano, que generó un baño de sangre sin precedentes en la región.
Paralelamente a los actos, se presentaron hoy en las principales librerías varios obras sobre aquellos años que marcaron, a sangre y fuego, la historia de Uruguay, uno de ellos, titulado "Antes del Silencio", que recoge las memorias de Juan María Bordaberry.
También salieron a la venta "Si le digo le miento", una novela de Milton Fornaro que narra la historia de un militante izquierdista que es obligado pasar a la clandestinidad, y "Estado de Guerra", libro que el periodista Alfonso Lessa agrega a "La Revolución Imposible", con nuevos documentos sobre la destitución de Bordaberry por los militares. (EFE)
