Protagonista del escándalo suscitado en 2016 en colegios de esta congregación, con más de 40 denuncias contra doce docentes, Joaquín Benítez aseguró que "no sentía miedo" por los abusos cometidos contra algunos alumnos porque se "sentía amparado por los Maristas".
Según relató el exprofesor de educación física, para quien la fiscalía reclama 22 años de cárcel, el centro escolar recibió en 1986 las quejas de un padre por los tocamientos cometidos contra su hijo.
El entonces director prometió tomar "medidas contundentes" pero él no recibió ningún castigo.
"Estaba convencido de que me llamarían para expulsarme pero no fue así, pasó el verano, volví al colegio y me dijeron que no lo volviera a hacer", afirmó Benítez.
Contra él se habían presentado 17 denuncias pero solo cuatro no estaban prescritas. En ellas, los exalumnos lo acusaban de realizar tocamientos, masturbaciones, felaciones e incluso relaciones con penetración con el pretexto de hacerles un masaje.
En su declaración solo reconoció haber practicado tocamientos y felaciones a dos de ellos.
La orden católica negó en un comunicado que "ningún director, ni ningún responsable del colegio o la institución recibiera ninguna queja sobre conductas impropias de Joaquín Benítez" en 1986.
Acusados de encubrimiento por las presuntas víctimas, los Hermanos Maristas, inmersos en otro gran escándalo en Chile, lo negaron en todo momento y aparecían en la causa solo como responsables civiles subsidiarios.
Un responsable de la congregación interrogado el lunes ante el tribunal aseguró que recibieron la primera queja contra Benítez en 2011, cuando el profesor confesó y dejó la escuela voluntariamente.
También reconoció, sin embargo, no haber informado de la confesión a las autoridades educativas y haber presentado la denuncia ante una fiscalía que no tenía competencias al respecto.
Además, un agente policial también citado como testigo les acusó de no colaborar con la investigación.
Esta congregación católica se vio envuelta en 2017 en otro escándalo de abusos y presunta ocultación en Chile con casi 150 causas abiertas en la justicia, que allanó varias dependencias eclesiásticas.
El caso sumió a la Iglesia del país en la peor crisis de su historia y forzó la renuncia de 34 obispos chilenos.
La repercusión en España fue menor pero abrió la puerta a una serie de revelaciones de presuntos abusos a menores --la mayoría prescritos-- que ha llevado a la Iglesia española a pedir perdón en 2018 y modificar sus protocolos de actuación ante estos casos.
El juicio, uno de los primeros procesos por abusos en la Iglesia del país, debe culminar el miércoles con los alegatos finales de las partes.
AFP
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