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Confunde a cliente con un jabalí

De dramas y tragedias

En Paysandú, un guía experto en cacerías mató accidentalmente a uno de los clientes a los que llevaba de caza al confundirlo con un jabalí. El guía, que se desmayó al ver la trágica escena de la que fue responsable, deberá declarar hoy ante la Justicia junto a otro de los participantes de la cacería.

    

El trágico accidente ocurrió en el departamento de Paysandú, luego de que un guía en cacerías se adentrara en un establecimiento rural junto a otros dos hombres que lo habían contratado para una jornada de caza.

El protagonista de la tragedia es un hombre de 42 años que se desempeña usualmente como guía experto en cacerías en la zona de Saladero Guaviyú

M.I.B.C., de 42 años, domiciliado en Quebracho, acampa habitualmente en la isla ubicada frente al Saladero Guaviyú. Según informa El Telégrafo, desde hace más de veinte años es contactado desde distintas partes del país (y de Argentina) por empresarios, propietarios de armerías y otras personas para que los lleve de cacería. El "baqueano" conduce a quienes los contratan a distintos establecimientos ubicados junto al río Uruguay, con el objetivo de cazar jabalíes, ciervos y otros animales.

El hombre recibió el sábado pasado un llamado de Pedro Bernotti, un joven de 32 años al que conocía desde el 2006, quien le solicitó que lo guiara a él y a un amigo, Alejandro Pessi (26 años) en una cacería en la zona.

Partieron el domingo con sus armas desde el campamento de M.I.B.C. en chalana, navegando ocho kilómetros aguas arriba por el río en dirección al establecimiento "San Andrés", al que accedieron sin permiso.

Según informó El Telégrafo, el guía portaba un rifle Winchester, calibre 243 y carente de documentación, que habría comprado a un desconocido en San José.

Caminaron por los montes un par de horas y se reunieron nuevamente para almorzar. Cuando volvieron a salir, lo hicieron por separado. En un momento determinado, M.I.B.C. escuchó dos detonaciones, por lo que envió un mensaje de texto a Bernotti para saber si había sido él quien había disparado. El hombre respondió que efectivamente lo había hecho y dado muerte a un ciervo macho y otro hembra.

M.I.B.C. y Pessi decidieron partir hacia el sitio de donde habían procedido los disparos, con el guía de caza adelante. M.I.B.C envió otro mensaje de texto a Bernotti, pero al no recibir respuesta le respondió que se mantuviera donde estaba. Descubrió en ese instante una huella de jabalí, por lo que se inclinó y apartó unas ramas. A unos 50 metros distinguió un bulto que se movía y al pensar que se trataba del jabalí, le apuntó y disparó, pero al escuchar un grito, arrojó el arma y salió corriendo hacia donde había disparado, con Pessi detrás suyo.

Cuando llegó al luigar, descubrió una escena dantesca. Se dio cuenta de que había disparado a Bernotti, quien había caído sobre los dos ciervos muertos, con un orificio de entrada de bala debajo de la axila y dos de salida en el tórax. La bala ingresó por la axila, perforó la aorta, dos costillas, salió a la altura de la clavícula y volvió a ingresar, según el matutino.

Al apreciar que había disparado contra el hombre que lo había contratado, el guía se desvaneció. Al recobrar el conocimiento, comprobó que Bernotti estaba muerto, recogió las armas y regresó junto a Pessi para dar parte a la policía de lo sucedido.

Hasta el lugar se trasladaron el policía José Curbelo, el director de Seguridad, integrantes de comando y el juez de Paz de la Quinta Sección, Daniel Campot, así como personal de Policía Técnica y una doctora. Buscaron la portera para acceder al sitio donde hallarían el cadáver, que localizaron a unos 20 kilómetros al sur del casco del establecimiento.

El juez Penal de Cuarto Turno, Javier Book, dispuso que M.I.B.C. y el compañero del fallecido fueran conducidos a la sede judicial, adonde deberán acudir nuevamente hoy.

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