Durante el primer fin de semana de febrero, los vecinos de Aiguá vivieron una situación más propia de un relato de realismo mágico que de la realidad cotidiana.
Un hombre a todas luces desequilibrado se paseó por la localidad con los restos óseos de un ser humano envueltos en una tela, macabro cargamento que acabó por arrojar al interior de una finca, propiedad de un hombre al que antes insultara a voz en cuello.
En aquel momento, la policía detuvo al sujeto y buscó en la necrópolis lugar en busca de el origen de los huesos, pero allí todo estaba en orden: ninguna tumba había sido profanada.
Ahora, según informa Revista Cero, se supo el origen de los restos humanos.
De acuerdo con dicha crónica, los huesos pertenecerían a un sacerdote fallecido en 1999, y que reposaba en la iglesia de la ciudad. El alterado sujeto ingresó al templo, rompió la urna y tomó los huesos. Luego los envolvió en un mantel que halló en la misma iglesia y salió a caminar por las calles.
El profanador, identificado como A.L.C., de 29 años y poseedor de varios antecedentes penales, compareció ante fiscalía el 7 de febrero y quedó luego en libertad. Según informa el medio fernandino Maldonado Noticias, la noche de este miércoles "andaba a los balazos" por distintos puntos de la ciudad, sin que la Policía pudiera darle captura.
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