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Salud

No les duelen prendas

Diseñadora uruguaya encabeza original proyecto de ropa adaptada a personas discapacitadas

Dialogamos con la diseñadora Valentina de Llano y la economista Gabriela Poplavski, creadoras de Inclusive Factory.

30.08.2019 09:16

Lectura: 11'

2019-08-30T09:16:00-03:00
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Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy

Las personas que padecen discapacidades que limitan sus posibilidades de movimiento deben a menudo afrontar, además de esas dificultades concretas, otros "efectos colaterales" que la sociedad toda debería contribuir a ahorrarles: la odisea de moverse en ciudades que les resultan hostiles, los obstáculos a la hora de conseguir empleo, e incluso la burla, los remoquetes ofensivos que algunos deben escuchar.

Entre esos factores negativos hay uno que no suele considerarse en su real dimensión: la vestimenta.

La industria del vestir, como tantas otras, suele regirse en base a estándares dirigidos al público "correcto", tanto en términos de diseño como de tallas. Y quien quede fuera de ese limitado edén, se verá en problemas. Es algo que sabe todo quien se haya topado con el famoso "talle único" que -según ironizara la humorista Maitena- no es el talle de nadie. Lo sabe también cualquiera que cargue con algunos kilos de más o se aleje unos cuantos centímetros de la estatura promedio: casi nada de lo que hay en esas vidrieras tan atractivas podrá acomodarse sobre su cuerpo.

Similar situación padece esa minoría- no tan minoritaria, como se verá más adelante- de personas que, por diversas circunstancias, sobrellevan discapacidades, ya sean estas severas o leves, transitorias o permanentes.

La diseñadora Valentina de Llano tuvo ocasión de vivirlo muy de cerca.

"Mi padre, ya fallecido, perdió sucesivamente las dos piernas y, obviamente, tenía un montón de dificultades, incluidas las de vestirse", cuenta a Montevideo Portal.

En ese duro trance, se dio cuenta de que "esa necesidad (de indumentaria adaptada) estaba". De ese tiempo, recuerda que no había ropa adecuada para su padre enfermo y "casi siempre terminaba con joggins atados en las puntas. Si quería ir al médico no tenía nada apropiado, terminaba siendo algo indigno", rememora, señalando que en ese tipo de situaciones "también hay temas higiénicos a contemplar que van de la mano del diseño".

Valentina es una de las tres cabezas creadoras de Inclusive Factory, un original emprendimiento enfocado en dar respuesta al problema que tienen las personas discapacitadas para encontrar ropa adecuada a su situación. Ropa que además de resultar práctica sea -detalle no menor- linda y de calidad.

Mientras Valentina se ocupa del diseño puro y duro de las prendas, su socia Gabriela Poplavski se encarga de otros aspectos imprescindibles para que la iniciativa funcione.

"Soy economista, me encargo de la parte de levantar fondos, de analizar la viabilidad, buscar clientes y hacer estrategias de marketing", entre otras cosas, enumera. El tercer mosquetero en esa aventura es Abraham Mendlewicz, quien trabaja como programador. Su labor es fundamental porque la empresa tiene un importante componente tecnológico, dado que en ella todo funciona a partir de una web que es muy distinta a la de cualquier tienda de ropa.

De qué hablamos cuando hablamos de ropa adaptada

"Es ropa convencional, como la que usamos todos, pero simplemente está adaptada a las necesidades de personas que tienen alguna dificultad para moverse. Por ejemplo. alguien en silla de ruedas", expresa Valentina.

"Si te ponés a ver la moldería de un pantalón común, no es la misma que necesita una persona que está siempre sentada. Como nosotros estamos más bien parados no nos fijamos en ciertas cosas", señala.


Valentina de Llano junto a su socia, Gabriela Poplavski

Prosiguiendo con ese ejemplo, describe que un pantalón adecuado para una persona confinada a una silla de ruedas debería tener "tiro más corto adelante y largo atrás", porque "cuando te sentás, cualquier pantalón te queda un poco corto de atrás y te hace un pliegue adelante. Si te vas a parar enseguida no importa, pero si vas a estar todo el tiempo sentado, es absurdo que te quede así".

Más allá de pormenores estéticos como ese, una prenda adaptada debe ofrecer facilidades de movilidad. En ese sentido, el tradicional zipper también es factible de ser modificado. Lo habitual es que esté en el medio y sea corto, algo que, en algunos tipos de discapacidad "puede ser muy incómodo para quitarse el pantalón y queda mucho más práctico uno al costado", especialmente entre quienes se apoyan en muletas. Así, pequeñas modificaciones en las prendas pueden facilitar los movimientos y la higiene personal, también en personas "con sondas, cateterismos, o que usan pañal".

De lo general a lo particular

Entre el público objetivo de Inclusive Factory hay personas que sobrellevan diferentes tipos de trastornos, y de gravedad igualmente diversa. Una vez que se está interiorizado de estas realidades, "el tema puede ser bastante catalogable", al menos en una primera instancia, explica la diseñadora.

"Hay quienes están en silla de ruedas pero se pueden vestir solos, y otros que no. Algunos pueden ir al baño por sus propios medios y otros requieren ayuda, etc. Se va definiendo un poco el modelo en base a la dificultad de la persona y se va armando la moldería. Una vez que está establecido el problema en términos generales, y la correspondiente solución, se ingresa en una fase ya más personalizada, porque todos somos diferentes, y dentro de ese público las diferencias pueden ser mayores", relata.

En ese sentido, Gabriela puntualiza que el cliente puede presentar "una asimetría en el cuerpo, una amputación" u otra situación que requiera una personalización del diseño. "En esa fase tratamos de que elija lo que más le guste y más útil le sea", señala, poniendo por ejemplo lo que sucede con los pantalones de tipo cargo, una prenda versátil. "Para una persona en silla de ruedas, unos bolsillos a los costados de las piernas pueden resultar incómodos e incluso inútiles. Pero si están adelante (en la parte frontal del muslo) pueden ser ideales para llevar el celular o la billetera".

Las posibilidades de personalizar son sumamente variadas, y si bien el proyecto está en marcha sólo desde hace unos meses, ya han tenido ocasión de experimentar con éxito varias alternativas. En ese sentido, mencionan el ejemplo de Romina, una joven que no puede mover sus extremidades y debe ser vestida por terceros. Para ella hicieron "una prenda que se abrocha por la espalda" pero que no es un simple camisón de hospital, "sino un vestido muy lindo, tipo kimono, que a ella le encantó y facilitó la tarea a quienes la visten", refiere Gabriela.

Así, más allá de los desafíos de diseño -cuya puesta en práctica pude ser más o menos compleja- es necesario usar la creatividad. Y Gabriela ofrece otros ejemplos muy concretos. "Una camisa con imanes en vez de botones de abrochar puede ser muy útil para alguien con artritis, o con problemas motrices debido a un ACV". Un detalle tan simple como ese permite al usuario "ponerse una camisa para ir a trabajar bien vestido, y sin tardar una vida en abrocharla".

"También recibimos planteos de padres de niños con TEA, que nos decían que sus hijos tenían problemas para distinguir el derecho y el revés de las prendas". Para ellos crearon "ropa reversible, con la menor cantidad de etiquetas y costuras" y a la que puede incorporarse si así se desea "un mini bolsillo para poner un dispositivo de rastreo", agregado que también puede ser útil para personas con alzhéimer.

Así, antes de encargar su prenda, el cliente puede detallar sus necesidades y las características que espera en el producto. "Le preguntamos si usa férulas o sondas, y en ese caso se agregan bolsillos o aberturas. Si usa pañal, el diseño se hace más grande. Luego pude personalizar otros detalles, como el color", describe Gabriela, recordando que no todos los clientes padecen discapacidades motrices: también hay personas obesas, o "enanos que no quieren verse obligados a usar ropa de niño".

Todas estas interacciones pueden hacerse a través de la web de la tienda, que está diseñada para facilitar al máximo la accesibilidad. Además, en ella el cliente puede aportar sus medidas, detallar si tiene algún tipo de asimetría, amputación o malformación e incluso cargar fotos que detallen mejor su condición.

Una minoría mayor

"Casi el 16% de los uruguayos manifiesta tener al menos un tipo de discapacidad. Son un montón, pero están invisibilizados. No salen mucho de sus casas, pero si vas a las instituciones hay muchos" asegura Valentina, quien atribuye en parte ese ostracismo al hecho de que "la ciudad no está adaptada para ellos. Muchas veces, los que ves son lo que no tienen más remedio que salir a buscarse la vida".

Gabriela coincide en cuanto a lo importante de la cifra de personas con discapacidad, y añade que "cuando empezás a contactarte con ellos, te dicen que el de la ropa es un problemón".

Precisamente, para hacer ese contacto, las redes sociales son un importante vehículo, así como las instituciones que los asisten o congregan.

"Más del 60% de esa gente está en el interior, por eso es muy importante que el proyecto funcione vía web", remarca Gabriela, destacando que la tienda no cobra los envíos dentro del país.

Uno por uno y así sucesivamente.

La naturaleza misma de Inclusive Factory hace que le resulte imposible trabajar como una tienda corriente, ofreciendo decenas o cientos de prendas más o menos iguales, acumuladas en estantes y percheros.

"Se trata de trabajar con sistemas ecológicos, no hacer ropa innecesaria que después termina en mesas de saldos", describe Valentina. Por el contrario, la idea es "hacer la ropa después de que se generó la demanda, no antes". Para eso, es necesario "generar un sistema de diseño que funcione a demanda y -cosa fundamental- apoyado por la tecnología, para no terminar siendo una modista en tu casa".

El sistema debe superar algunos obstáculos, como la todavía escasa -aunque creciente- cultura del retail en Uruguay, y la necesidad de que el cliente entienda y acepte que su producto va a tardar unos días en confeccionarse.

Sin embargo, Valentina considera que el principal reto es "tratar de que todos puedan acceder, porque si bien los precios que manejamos son normales (incluso bajos, si se tiene en cuenta que se trata de confecciones a medida y por pedido) no están al alcance de todos. Esto se debe en buena medida a "un círculo muy vicioso" que hace que personas con necesidades especiales se vean desfavorecidas laboralmente y en sus posibilidades de obtener ingresos.

En ese sentido, Valentina asegura que se han hecho todos los "ajustes" posibles en materia de precios, en procura de lograr que sus productos sean asequibles para la mayoría. Sin embargo "todo tiene un costo y más no se puede bajar", recuerda.

"Este proyecto tiene un componente social y nos interesaría que alguna marca nos apoyara, o que el BPS ayude, como hace con los lentes", coinciden ambas empresarias. En definitiva, se trataría de conseguir "un sponsor, alguien a quien le cope la idea y ayude a financiarla para que llegue a los sectores de menor poder adquisitivo", señalan.

Lo que el mañana traerá

"Tenemos un plan armado a un año, con desafíos, estrategias, objetivos que cumplir y, lo estamos haciendo con la Agencia Nacional De Desarrollo (ANDE)", cuenta la diseñadora.

"La idea es ir yendo a todos los departamentos, armar reuniones para que nos conozcan" y diversificar la oferta para cubrir cada vez más formas de discapacidad.

"Por ahora tenemos diseñada aproximadamente una docena de productos, pero podemos trabajar con una abanico de cien o más, porque al no haber necesidad de stock, se puede ofrecer más variedad de diseños en la página", apunta.

En cuanto a la confección, la idea no es proceder al modo de una factoría como las que las grandes marcas instalan en Asia. Por el contrario, en la actualidad se le encomienda a una cooperativa que agrupa a mujeres que quedaron sin empleo.

"La idea es que el molde salga digital, pase a la cortadora laser y que de ahí lo pueda levantar un taller en Uruguay, Perú, Brasil o donde sea", apunta Gabriela, enfatizando el alto potencial franquiciable del proyecto.

El mejor premio

En su corta andadura, Inclusive Factory no acumula un cuantioso historial de ventas, pero sí cuenta con la total satisfacción de los clientes que han confiado en el proyecto.

"Los que compran quedan encantados y por lo general de inmediato hacen otro pedido", asegura Gabriela. "Te piden otro pantalón igual pero de otro color, o un traje para ir a un casamiento" narra.

Además, se han prestado con entusiasmo a oficiar como modelos de los productos en la página, orgullosos de contribuir a la difusión de una iniciativa que puede contribuir a mejorar la calidad de vida de personas que sobrellevan dificultades similares a las que ellos mismos enfrentan.

Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy