Contenido creado por Martín Otheguy
Salud

¿Dulce o salado, OPS?

¿Cómo cambiará la alimentación de los uruguayos el sistema de etiquetado en productos?

"Esos productos no son alimentos pero tienen una ingeniería pensada para que sigamos consumiendo", dijo a Montevideo Portal el doctor Fabio Gomes, asesor de la OPS, que aseguró que el proyecto permitirá que se tomen decisiones más críticas y saludables.

26.07.2018 13:34

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2018-07-26T13:34:00-03:00
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El proyecto de etiquetado de alimentos, que incluirá advertencias sobre el exceso de sal, grasas y azúcar en los productos procesados, generó elogios y también críticas en el país. El objetivo del gobierno es informar gráficamente sobre estos productos a raíz de su incidencia en la obesidad y enfermedades no transmisibles.

Los rótulos serán octógonos en blanco y negro que dirán "Exceso grasas. MSP" o "Exceso sodio. MSP", por ejemplo, definidos en base a una flexibilización del Modelo de Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud. Deberán ubicarse en la cara frontal principal del envase de los productos, preferentemente en la parte superior

Meses atrás, la Cámara Industrial de Alimentos aseguró que el nuevo sistema es muy exigente y que podría provocar que el 95 % de los productos tenga alguna clase de advertencia. Además, el departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Facultad de Química cuestionó los criterios usados y aseguró que las recomendaciones de la OPS son una extrapolación errada de los valores límite planteados por la Organización Mundial de la Salud.

¿Qué hay de cierto en estas críticas? ¿Cómo cambiará este sistema los hábitos de consumo de los uruguayos? El doctor brasileño Fabio Gomes tiene algunas respuestas a estas preguntas. Además de ser nutricionista, haber trabajado como investigador del Departamento de Nutrición, Estudios Alimentarios y Salud Pública de la Universidad de Nueva York, y haber presidido la Asociación Mundial de Nutrición y Salud Pública, Gomes es Asesor Regional en Nutrición para las Américas en la Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS). En charla con Montevideo Portal, explicó por qué considera que este sistema de etiquetado es necesario para mejorar la salud de la población uruguaya.

¿Qué evaluación hace del proyecto de etiquetado en Uruguay?

El proyecto está muy bien diseñado, empezando por el proceso de formulación, que incluyó estudios rigurosos para identificar los sistemas que mejor comunicarán y captarán la atención del consumidor, y de ese modo cambiar sus intenciones de compra. Desde la OPS nos parece que está muy bien alineado con las mejores prácticas de la implementación de etiquetado frontal. Por el lado del ícono, es el que mejor capta la atención y el que ofrece una comprensión más correcta sobre el producto.

¿Es más riguroso que el que se aplica en otros países?

Los criterios no son basados en el mercado sino en lo que se recomienda a la población. Es similar a otros países con la idea de que en los primeros años sea así pero luego ajustarlo mientras se van cambiando los hábitos de alimentación, llegando al ideal. La primera propuesta es de un sistema con una etapa intermedia, para pasar luego a una más rigurosa. Es necesario que la gente se vaya acostumbrando.

Críticos del proyecto señalaron que las recomendaciones de la OPS son una extrapolación errada de los valores límite planteados por la OMS y que son demasiado exigentes. ¿Qué responde a eso?

Muchos definen cuál debería ser el criterio mirando solamente los productos. No es correcto. Si tenemos un mercado con los productos distorsionados en cuando a cantidades de azúcar, sodio, grasas, y usamos el promedio de los más altos o bajos para definir un límite, estamos estableciendo qué es alto o bajo en relación a lo que hay en el mercado, pero no significa que eso sea recomendable para la salud.

Lo importante es considerar cuál es la recomendación para la población en su dieta diaria. La OPS recomienda que no se consuma más de un 10% de calorías diarias en forma de azúcar, por ejemplo. Es decir, los productos procesados no pueden contener más del 10 % de azúcar. Si un individuo consume a lo largo del día productos debajo del 10 % de calorías de azúcar al final habrá cumplido con las recomendaciones. Es una matemática sencilla, los porcentajes no se suman. Pero si yo consumo productos con 100 % azúcar, como por ejemplo bebidas azucaradas, va a impactar en este equilibrio que debo tener. Y es importante tener un equilibrio de ese tipo de caloría para prevenir la obesidad o enfermedades como la diabetes.

La industria alimenticia criticó en Uruguay que si se aplicara el proyecto como está, la gran mayoría de los alimentos tendría advertencias. En caso de ser así, ¿no suaviza el impacto de la medida para el consumidor, al ver que casi todos los productos tienen rótulos?

No es verdad que el 95 % de los productos vayan a tener advertencias. No todos los productos están sujetos a este sistema, solo los procesados y ultraprocesados. En Uruguay no son más que un 40 % de los que se compran. La mayor parte son productos que no llevan envase o no están sujetos a esta legislación. El 60 % de lo que se come en Uruguay son alimentos como leche, arroz, pasta, pescado, carne, pollo, fruta, vegetales. Además, se calcula que entre 70 y 80 % de estos otros productos tendrán etiquetas. Pero incluso si fuera 95 %, es dentro de ese universo de 40 % de los productos. Y no es una restricción, sino que informa la población sobre el contenido. Tampoco hay evidencia de que si hay muchos productos con sellos eso suavice el impacto en el consumidor, es una asunción sin pruebas.

¿Cuáles son los productos que, según su experiencia, necesitan más urgentemente de advertencias, a raíz de su consumo extendido en la población?

Lo importante es considerar que todos esos productos que llevan advertencia no deben ser parte de la base de la alimentación. Además, son productos muy promocionados y terminamos reconociéndolos como esenciales en la base de nuestra dieta cuando no lo son. Algunos, como los ultraprocesados, son aún más graves, porque se trata de formulaciones industriales con contenido bajo de alimentos enteros. Son, por ejemplo, simplemente mezclas de harina, azúcar, grasa, sal y saborizantes. Su composición distorsiona la dieta e impacta en la población.

Pero también los modos de comer que están asociados a los productos son preocupantes. Están diseñados para consumirse en cualquier lugar, momento, o haciendo otras actividades, y así debilitan nuestra capacidad de registrar lo que consumimos. Y tienen una ingeniería pensadas para generar una baja saciedad y saciación, a fin de que uno los siga consumiendo. Con respecto a la saciación, es el tiempo en el que el hambre regresa. Hay diferencias entre un plato de comida y un snack. Luego del plato, necesito unas horas para volver a sentir apetito pero con una preparación de fast food o una bebida azucarada el hambre va a volver mucho antes. Son elementos no nutricionales que también causan obesidad. Por esa razón, la regulación se enfoca en esos productos porque no pueden ser la base de la alimentación.

En los países que implementaron un sistema de etiquetado, ¿hay evidencias de cómo cambiaron los hábitos de consumo?

En Chile, ya en los primeros seis meses de implementado hay evidencia de que el 90 % de la población había cambiado su decisión de compra, prevaleciendo los alimentos que no tienen sellos. Ahora se realizan estudios para determinar el impacto en las ventas. Resumiendo, lo primero es ver si la medida es aplicada. Lo segundo, si la población usa esa información, lo que ya sabemos. Lo tercero es si la gente cambia sus decisiones en base a eso, de lo que también hay evidencia. La cuarta etapa es ver cuánto influye en el consumo y las compras, que es lo que se va a divulgar en breve. Hay otros aspectos. En Chile se restringe tanto la publicidad de productos con sellos como la venta de esos productos en las escuelas. Aún así, con este paso inicial, que es el que toma Uruguay, se avanza en distintas políticas como elementos para transformar el ambiente alimentario y para que la población tome una decisión más crítica, saludable y más sencilla. Hoy la población comprende la alimentación saludable y que la ayudaría a vivir mejor, pero el ambiente conspira en contra.

Martín Otheguy