Uruguay está en el ranking de los 10 primeros países del mundo en liberados per cápita. Más de 10.000 personas son liberadas de prisión cada año.
Estos datos son impactantes, pero lo que más debe ocuparnos es que, si no reciben una oportunidad real para reinsertarse, la mayoría de ellas están condenadas a regresar a un ciclo de exclusión y violencia. El fenómeno de la “puerta giratoria”, en el que quienes salen de prisión vuelven a delinquir por la falta de oportunidades, no es solo un desafío para esas personas, sino para todos nosotros como sociedad. Es hora de que enfrentemos este problema con sensibilidad y compromiso.
En un evento organizado por Deres el pasado miércoles 25 de setiembre, en la sede de ACDE, quedó claro que la reinserción es posible cuando hay un esfuerzo articulado conjunto de todos los sectores.
“Querer es poder. Estoy estudiando en la universidad, en segundo año. Volver a tener valores y principios me ha permitido progresar. Agradezco a CPA Ferrere por tratarme como un hijo más de la empresa”. Escuchamos el poderoso testimonio de Javier (“el Toro”), un hombre que estuvo privado de libertad y que hoy trabaja en CPA Ferrere. Su mensaje fue claro: “Hay personas que realmente se pueden recuperar, que quieren cambiar”. Su historia nos interpela.
La Constitución uruguaya, en su artículo 26, establece: “Las cárceles no serán para castigo sino para la seguridad de los procesados y para su reforma moral y su readaptación social”. Esta afirmación no solo marca una guía jurídica, sino un imperativo ético: como sociedad, tenemos el deber de facilitar la reinserción de quienes han estado privados de libertad, dándoles una oportunidad genuina de volver a ser parte de nuestra sociedad.
El Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) trabaja para cumplir con este mandato constitucional. En colaboración con instituciones como Dinali e Inefop, el INR implementa iniciativas para que las personas privadas de libertad adquieran habilidades que les permitan acceder a un empleo formal al momento de su egreso.
Sin embargo, el esfuerzo del Estado por sí solo no es suficiente. Y es positivo para todos pedir ayuda.
Es aquí donde la sociedad civil y el sector privado debe tomar un rol activo. ACDE, por ejemplo, ha sido un facilitador en la articulación para que las empresas comprendan la importancia de incluir a personas liberadas en sus plantillas, promoviendo espacios de sensibilización para que más organizaciones se sumen a esta causa.
Es muy destacable el impacto de este enfoque empresarial en los colaboradores que sienten orgullo de integrar empresas que quieren hacer una diferencia en la vida de las personas.
Las empresas que apuestan por incluir a personas liberadas, y sus historias son solo una muestra del impacto positivo que estas decisiones pueden generar.
El trabajo conjunto entre Dinali y Manpower financiado por Inefop, a través del programa “Derribando Estigmas”, es otro ejemplo de cómo se puede cambiar la vida de las personas liberadas.
Dinali, desde su creación en 2016, ha trabajado para apoyar a los liberados, ofreciendo no solo capacitación laboral, sino también apoyo psicológico, tratamiento para adicciones y un acompañamiento integral que les permita reconstruir su vida. Manpower, por su parte, ha creado alianzas con empresas para facilitar su contratación, gestionando las barreras que muchas veces enfrentan tanto las personas como las organizaciones.
La clave de estos programas es su enfoque en la sostenibilidad a largo plazo. No se trata solo de dar un empleo, sino de crear un entorno en el que las personas liberadas puedan mantenerse en ese empleo, crecer y desarrollarse. Así lo señala Manpower: acompañar tanto a los liberados como a las empresas es esencial para que esta inclusión sea efectiva.
Hoy, más que nunca, necesitamos que más actores se sumen a esta causa. Cada día, 29 personas salen de las cárceles uruguayas, pero si no les ofrecemos una oportunidad real, 21 de ellas volverán a prisión. ¿Podemos permitir que esto siga ocurriendo? Cada persona que reincide es una muestra de que hemos fallado como sociedad. Pero cada persona que logra reinsertarse es un triunfo de todos nosotros.
El compromiso del sector privado es crucial. Muchas empresas dan testimonio que al abrir sus puertas a personas liberadas muestra que esta integración no solo es posible, sino que es beneficiosa. Como lo mencionaron en el evento, “el impacto social de incorporar a liberados es mayor que el riesgo” (Deres). Este es un llamado para que más empresas, más organizaciones y más ciudadanos se comprometan con esta causa.
No se trata solo de darles una segunda oportunidad a las personas liberadas, se trata de construir una sociedad más justa y segura. Cada vez que ayudamos a alguien a salir adelante, estamos construyendo una comunidad más fuerte y cohesionada.
Todos somos responsables del cambio.
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