Contenido creado por Cecilia Franco
Martín Pereira

Escribe Martín Pereira

Opinión | Salud y Estado

Si bien se ha construido un camino de diálogo con diferentes legisladores y máximas autoridades del MSP, no hemos visto ese compromiso plasmado en un presupuesto de cara a los trabajadores y trabajadoras

14.12.2020 12:43

Lectura: 7'

2020-12-14T12:43:00-03:00
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En los 90's se hizo popular un pegotín para las camionetas 4x4 y los autos de alta gama que decía "bajen el costo del Estado". Una gran creación de marketing que deja al descubierto una profunda ignorancia por la función pública y un desprecio hacia las clases más necesitadas de ese Estado.

Así fue que vino la flexibilidad laboral, la tercerización de los servicios públicos y la falta de inversión en sectores sociales como son la salud, la educación y la infraestructura tuvieron como consecuencia directa la desindustrialización del país, el aumento de las personas desocupadas y la informalidad.

Un Estado pequeño, con un gasto mínimo e imprescindible.

En los 2000 una profunda crisis invadió Latinoamérica y desembarcó en el 2002 en Uruguay.

Bancos fundidos, saqueados, focos de fiebre aftosa y pérdida de mercados, caída abrupta de las exportaciones, quiebre de empresas y desempleo masivo, enorme déficit fiscal, deuda creciente y cada vez más pánico, temor a disturbios y saqueos. La depresión provocó quiebras en cadena, desempleo récord desde que hay mediciones, caída del salario y pobreza extendida. La moneda se devaluó 88% en pocos días. La deuda pública llegó al 100% del Producto Bruto Interno. Cerca de 200 mil uruguayos dejaron el país.

Todo esto se debió principalmente porque no había Estado.

El Estado estaba ausente y no tuvo respuesta a la crisis que se venía.

Para salir de esa situación, en el 2005, se tuvo recomponer un Estado en ruinas para poner de pie al país nuevamente. El Estado, es decir, sus funcionarios tuvieron que recomponer un tejido social totalmente quebrantado y comenzar desde muy abajo, con más de 1 millón de uruguayos bajo la línea de la pobreza, en su gran mayoría niños, niñas, adolescentes y mujeres. La pobreza siempre tuvo cara de niño y de mujer.

Fue necesario de un Estado presente en la transformación necesaria que suponía hacer frente a una población empobrecida y a los más desprotegidos en la más absoluta indefensión.

Se comenzó a poner de pie de la mano de la creación del MIDES, del desarrollo de ASSE, del impulso que se le dio al INAU y al INISA, de la profesionalización de la gestión en áreas administrativas.

Un Estado fuerte y presente.

Desde el 2004 hasta el 2017 más de la mitad de los hogares tuvieron una movilidad ascendente, es decir, ese hogar mejoró sus ingresos y su estrato social. Durante ese periodo con políticas públicas fuertes y en territorio, se redujo la pobreza y se expandió la clase media, donde no solo mejoraron los ingresos sino también la tasa de ocupación y la formalidad, los logros educativos, el acceso a la vivienda y a la salud.

Y esas trasformaciones solamente son posibles con un Estado trabajando, ágil y dedicado. Y el Estado no es ni más ni menos que funcionarios que llevan adelante esas políticas públicas. Muchas veces los trabajadores vemos como gobernantes "hacen" o "desarrollan" políticas públicas como si quienes llevamos adelante esas políticas sean marcianos. Somos los trabajadores comprometidos y responsables que llevamos adelante esas políticas de la mejor manera adecuándolas a cada territorio y a cada realidad. Desde COFE siempre decimos que las políticas las guía el gobierno, pero quienes somos los responsables de hacerlas posible somos nosotros.

Con los trabajadores todo, sin los trabajadores nada.

Y en este tiempo de pandemia el Estado ha tomado una real dimensión de su importancia. Fue gracias al Estado que se mantuvieron los servicios básicos funcionando a la perfección. Y los resultados en salud, también tienen que ver con un sistema de salud público, fuerte y presente.

El rol de las trabajadoras y los trabajadores durante la pandemia, actuando en la primera línea de atención, incluso y a pesar del lógico miedo a lo desconocido, con jornadas interminables que provocaron estrés y agotamiento, no solo físico sino sobre todo mental.

En las áreas sensibles de cuidados, como el INAU con los cuidadores y cuidadoras, el control de la situación en las cárceles con los operadores penitenciarios, en el control de las fronteras con los compañeros y compañeras de migraciones, para poner algunos ejemplos.

La tan laureada gestión de Cancillería con el retorno de los uruguayos por el mundo o el tratamiento con los extranjeros que se encontraban en territorio uruguayo, como lo fue la travesía que tuvieron que atravesar los cruceristas y tripulación del Greg Mortimer. Un buque con más de 200 personas quedó a la deriva hasta que Uruguay los acogió, permitió hospitalizar a los contagiados más graves y finalmente propició el regreso a sus países. Todos ellos fueron devueltos a sus países en una compleja y exitosa operación de corredor humanitario que funcionarios del Estado establecieron, programaron y desplegaron.

En situaciones como la actual, donde el sistema sanitario se pone a prueba el papel de los equipos de salud en ASSE y cobra un especial protagonismo. El compromiso, la disponibilidad, la profesionalidad es lo que hemos puesto a disposición para dar la mejor respuesta al desafío de la COVID-19.

Sin duda es muy temprano para hacer balances y buscar respuestas definitivas, porque si bien estamos en una "semi normalidad" el virus sigue, avanza en los últimos días a un nivel muy peligroso y seguirá por algún tiempo más. Pero si podemos llegar a razonar juntos para encontrar respuestas de por qué no nos golpeó como al resto del mundo, cuando los diarios nos informaban como países de la región incluso abandonaban en las calles a sus familiares fallecidos.

A pesar de la incertidumbre, del miedo, del estrés que acompaña a esta situación tan extraordinaria, sobrellevamos esta pandemia unidos y con el sentimiento de trabajar para dar respuesta a un objetivo común.

Los compañeros y compañeras de la salud supimos con responsabilidad y compromiso hacernos cargo de esa situación y día a día fuimos a trabajar a los hospitales, a los centros de salud, porque para nosotros lo primero son nuestros usuarios.

Hace años venimos conversando, concientizando de la importancia que tenemos los trabajadores y trabajadoras de la salud y no podemos negar que se ha construido un camino de diálogo con diferentes legisladores, jerarcas con las máximas autoridades del MSP. Lo que no hemos visto aun es ese compromiso plasmado en un presupuesto de cara a los trabajadores y trabajadoras.

Es un dialogo que hemos transitado con buena voluntad desde nuestra parte y eso se mantendrá hasta que se comprenda nuestra realidad y que nuestros reclamos sean atendidos.

Las realidades son diversas, como tantos funcionarios tiene ASSE. Muchas veces, para poder mantener a sus familias, los trabajadores y las trabajadoras de la salud pública tienen que dejar a sus hijos e hijas con sus abuelos, con sus abuelas, y esta es una consecuencia directa del multiempleo.

Nos perdemos cumpleaños y celebraciones familiares, nos tenemos que ausentar en navidad o en distintos momentos que son importantes para nuestras familias. Nuestro trabajo y especialmente dependemos del multiempleo para completar un ingreso digno, lo hacemos con nuestra total responsabilidad y profesionalismo, pero claramente genera agotamiento físico y mental que nos preocupa.

Nuestro compromiso no termina con la pandemia, porque nuestra vocación así lo requiere, estar presentes 24 hs. los 365 días del año. Por eso, una de nuestras reivindicaciones es la insalubridad para todo el equipo de salud, porque nuestra labor nos expone muchas más a los riesgos, aunque tomemos todas las precauciones.

Estas fiestas cuando suenen las campanas de las 00:00 y brindes en la intimidad de tu familia, recordá que hay un equipo de salud que te está cuidando, en la soledad de una guardia de un hospital, lejos de su familia y afectos. Vaya nuestro homenaje y reconocimiento al trabajo de todo el equipo de salud, que trabaja con responsabilidad, humanidad y ética en estos momentos tan difíciles que estamos atravesando.

Hoy más que nunca redoblamos nuestro compromiso de luchar salario digno, por una salud pública de primera, con recursos humanos, con condiciones óptimas de atención y trabajo: la salud pública no se vende ¡SE DEFIENDE!