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Así lo veo yo

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Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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Festejar la fecha patria en Israel

26.Ago.2021

 

 

Ningún uruguayo olvida el 25 de agosto, esté donde esté. No se anda con la bandera o el escudo a cuestas, y no pocos de nosotros vivimos -físicamente-fuera del país. Pero el 25 de agosto se lleva adentro. Como a Uruguay.

Recordamos la idea que nos dejó grabada en la mente una de nuestras maestras en la Escuela Integral Hebreo Uruguaya-nuestra segunda casa durante doce hermosos años- pidiéndonos a los alumnos que tengamos siempre presente, casi con la misma fuerza, el 18 de julio de 1830, por lo significativo de la Jura de la Constitución, un acto clave en la vida de una democracia.

   El 25 de agosto nunca nos pasa desapercibido, tampoco en los últimos 42 años  transcurridos desde nuestra radicación en Israel. Recordamos las veces que nos levantamos en nuestro diario quehacer en Jerusalem y sentimos la necesidad de escribir una carta a casa, a la familia, empezando con el pedido de que transmitan un gran abrazo a Uruguay en la fecha. Y cuando eso se nos mezclaba con la nostalgia, ese extrañar -que nunca termina -las cosas bellas  de Uruguay y su gente-paralelamente a la convicción de que queríamos vivir al mismo tiempo la identidad judía en Israel- se hacía un nudo en el corazón y la garganta.

  De mayores, en general, festejar el 25 de agosto nunca es lo mismo que celebrarlo como lo hacíamos en la escuela, con una pulcra e impecable túnica blanca, aquella inolvidable moña azul que en aquel momento nos molestaba pero hoy recordamos con cariño, en el patio lleno de niños como nosotros. Recuerdo la emoción que me provocaba la marcha de los abanderados de las distintas clases, que debían llegar respetuosamente vestidos de azul y blanco, portando el pabellón nacional, que siempre me pareció una de las banderas más hermosas del mundo. Y ni que hablar del himno, que jamás me cansaba a pesar de sus numerosas estrofas. De niños, siempre había alguno que se confundía en la fila y empezaba antes que el resto con el "¡Tiranos temblad!", lo cual provocaba las risas contenidas del resto.Las maestras retaban a quien parecía faltar el respeto pero todos sabíamos que también a ellas les habría sucedido lo mismo, cuando eran menores. Es que la imponencia del himno uruguayo y la potencia de su letra, no sólo nos nubla los ojos en estos precisos instantes, sino que quizás nubla un tanto la mente de los pequeños que probablemente no lo capten con facilidad. Y la fuerza de la música que va subiendo en "es el voto que el alma pronuncia", que me hacía estremecer. Y luego, nuevamente, la dificultad que teníamos los niños para maniobrar con otra estrofa, cuando la voz parecía necesitar afinarse con la exclamacion que precedía al renglón "Libertad, libertad orientales....".

"El vuestro es el himno más largo e impactante que he tocado jamás", nos dijo una vez en Beit HaNasi, la residencia oficial del Presidente de Israel en Jerusalem, uno de los miembros de la orquesta de las Fuerzas de Defensa de Israel que acababa de tocarlo en la ceremonia de presentación de credenciales del entonces Embajador José Luis Pombo.

  Son hermosos recuerdos que seguramente acompañan a todos los uruguayos por siempre, los que quedaron en el terruño y lidian hoy con los desafíos diarios de la vida en el país y aquellos que se alejaron físicamente, que optaron por una vida en otras latitudes, pero que siempre llevan consigo la vivencia uruguaya. Habrá casos , sin duda, de quienes abandonaron el país enojados, frustrados, quizás hasta con odio, no contra Uruguay, sino contra situaciones que los llevaron lejos.Serán sin duda aquellos que en los oscuros años de la dictadura eligieron otro destino . Pero cabe suponer que la enorme mayoría de aquellos que se encuentran hoy fuera, podrán tener quejas contra tal o cual gobierno, críticas duras sobre cosas no bien hechas-como sucede en todos lados- pero sólo cariños y nostalgias de Uruguay.

 

   Fuimos  numerosos los uruguayos de fe judía que precisamente por llevar dentro también ese otro hogar, el de los antepasados del pueblo judío, quisimos construir una nueva vida en Israel. No conozco a nadie que se encuentre hoy aquí y haya olvidado a Uruguay.  Podrá cada uno analizar lo bueno y lo malo de un país y del otro, las oportunidades mayores que ofrece Israel en muchos ámbitos, el empuje que aquí hay , ver al mismo tiempo el don de gente del uruguayo en general, la sencillez -en el más humano sentido de la palabra-de la gente en la calle y la paz que eso significa. Claro que puede uno -y cada quien hará su resumen- hasta llegar a conclusiones categóricas acerca de lo que puede darle cada sitio e inclusive decidir que permanecerá por siempre en el país en el que inició una nueva vida, lejos de Uruguay. Pero el Uruguay se lleva adentro y puede desaparecer únicamente si uno quiere arrancarlo, algo que me parece muy poco probable. Esto nos hace acordar una frase que nos dijo hace muchos años la actriz China Zorrilla, a quien tuvimos el honor de entrevistar al participar ella en el festival"Teatronetto" en Tel Aviv.Al preguntarle nosotros sobre el contacto que mantiene con Uruguay, estando hace tanto en Argentina, respondió con una amplia sonrisa: "Mi mamá siempre me dijo : vos te llevaste a Uruguay en la cartera".

  Claro que una cosa es recordar con amor a Uruguay y otra es seguir luchando por la vida en él dentro de sus fronteras, lidiando con los desafíos de todos los días.

   Todo ésto viene a la mente al festejar desde lejos la fecha patria, porque a uno le sigue importando.Y les importa evidentemente a muchos uruguayos judíos o judíos uruguayos, residentes inclusive hace varias décadas en Israel, que se reúnen con amigos cada 25 de agosto, que amanecen en las redes sociales con un "feliz día" pintado de bandera uruguaya, y que manifiestan de distintas formas ese cariño.

  No festejamos hace mucho con desfiles y marchas pomposas.Eso tiene su encanto, claro está.Pero para desear a Uruguay lo mejor, lo que merece su gente, para desearle que no sepa nunca de dolor ni de pesares, sino únicamente de florecimiento y dicha personal para cada uno de sus hijos, para eso no necesitamos desfiles por 18 de julio.Basta con el corazón.