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Así lo veo yo

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Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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Duelo y festejo en Israel, a la sombra del Coronavirus

28.Abr.2020

Una oficial de Policía junto a la tumba de un compañero caído en acción, en el día oficial de recuerdo


Todo aquel que haya visitado alguna vez Israel a esta altura del año aproximadamente, y haya presenciado los actos conmemorativos del Día del Recuerdo de los Caídos, tras los cuales se pasa inmediatamente, al día siguiente, al aniversario de la independencia, puede que se haya preguntado cómo es posible. Cómo puede ser que del día más solemne del calendario israelí, se pase a la jornada de mayor celebración.
Esto es precisamente lo que se está viviendo ahora. Este lunes por la noche comenzaron los actos de recuerdo a 23.816 soldados caídos y 4.116 civiles víctimas de atentados terroristas,asesinados a cuchilladas por la calle, en sinagogas y cafés, o muertos al estallar una carga explosiva en el ómnibus o restaurante en el que se hallaban. Este año, por el Coronavirus, todo es distinto. Las ceremonias oficiales fueron sin público, sólo con participación de las autoridades y altos oficiales que hablaron, manteniendo distancia, y sin participación de las familias de duelo. Las instrucciones al respecto, evidentemente, tienen como objetivo impedir aglomeraciones en los cementerios militares, dado que todos los años cerca de un millón y medio de ciudadanos se hacen presentes para estar junto a las tumbas de sus seres queridos .
Y cuando termine este martes por la noche la jornada recordatoria, se pasará abruptamente a los festejos por lo que en hebreo se llama Iom Haatzmaut, el Día de la Independencia. También éstos se ven afectados por la pandemia y no sólo que está prohibido salir a paseos y parques como es tradición, sino que la Policía, por orden del gobierno, impone una especie de toque de queda tal cual hizo en la víspera de la Pascua judía. La intención: impedir que la gente se movilice para celebrar la fecha nacional con familia y amigos, como se suele hacer.
Y volvamos a la inmediatez, a ese pasaje del día más triste, a la mayor alegría.
Suele decirse que precisamente esa cercanía encierra el simbolismo central: recordar que Israel nació y sigue existiendo, porque hubo quienes lo defendieron. Sin ellos, sin haber podido luchar, no habría sido posible. Pero en realidad, el tema es más profundo todavía: si no fuera por el resultado de la lucha, el Estado independiente, la muerte de todos aquellos que cayeron defendiendo el país, no tendría sentido ninguno.
En una situación en la que, como es sabido, son muchas las polémicas políticas dentro y fuera de Israel sobre la situación en la región, sobre el conflicto entre israelíes y palestinos y la exigencia palestina de crear un Estado independiente en "los territorios ocupados", siento la necesidad de hacer algunas aclaraciones, aunque en términos muy generales. Cada punto, daría para mucho más.
Cuando Israel fue fundado hace exactamente 72 años y el mundo árabe le atacó, declarando la guerra y prometiendo que tiraría a los judíos al mar, no había ni territorios "ocupados", ni asentamientos, ni "colonos", ni Netanyahu, ni derecha en el poder, ni nada de lo que algunos presentan como explicación de la frustración palestina. Israel fue atacado ya antes de nacer, porque el mundo árabe rechazaba su existencia, sin reconocer su vínculo milenario a su tierra ancestral. No por tal o cual frontera ni por tal o cual política. Fue atacado porque iba a nacer.
Y precisamente por contarme entre quienes quisieran que exista junto a Israel un Estado palestino independiente que viva en paz y seguridad junto al Estado judío, no puedo dejar de mencionar que si los árabes en general, incluyendo en particular a los árabes de la Palestina del Mandato Británico, hubieran aceptado la resolución de partición recomendada por la ONU el 29 de noviembre de 1947, los palestinos estarían festejando ahora 72 años de vida independiente, junto a Israel.
El mejor regalo que se podría hacer a Israel para su nuevo cumpleaños, sería el logro de la paz. Contrariamente a lo que algunos dan a entender, no depende sólo de Israel.
Y mientras se discute y se polemiza sobre todo, la realidad en la vida diaria de Israel, aún con todo lo que hay para corregir y mejorar, parece a veces un guión de película. El espacio público compartido por todos sus ciudadanos, judíos y árabes, laicos y religiosos, de derecha e izquierda, es una realidad. Se lo ve en los hospitales, en los centros comerciales (ahora cerrados por el Coronavirus, claro está), en la calle. Cuando el gobierno decidió declarar primero a la ciudad ultraortodoxa Bnei Brak y semanas después a algunas aldeas árabes de Israel como zonas restringidas, por la mayor incidencia registrada de Covid-19 en sus respectivas poblaciones, el ejército israelí se hizo cargo de ayudar a sus habitantes de modestos recursos, llevándoles comida y suministros básicos a sus casas. Soldados tocaron la puerta de judíos ultraortodoxos que en su mayoría no se enrolan, para avisarles que les habían traído comida. Y poco después, lo hicieron en casas de familias árabes. Por miles. A estas últimas se agregaba una dimensión especial, el comienzo del mes sagrado del Ramadan.
Una encuesta llevada a cabo por el Instituto Israelí de Democracia y publicada esta semana, indica que el 90% de los israelíes tienen un claro sentimiento de pertenencia al país y comparten sus problemas. Entre los judíos el porcentaje es del 92.5% y entre los árabes, el 77%. Son los mejores resultados de la última década.
En la organización de rescate y asistencia de urgencia Magen David Adom (equivalente de la Cruz Roja), trabajan hombro a hombro voluntarios de las diferentes comunidades y los distintos credos que componen el mosaico israelí. Una de esas voluntarias, Yasmin Mazawi, árabe cristiana, fue elegida para encender una antorcha en el acto central del Día de la Independencia, y cuando se lo notificaron, se puso a llorar. "Sentí un profundo orgullo", nos contó días atrás en una emotiva entrevista cuyo punto central era "todos somos parte del país".
Y tanto más para contar...
Días atrás escuché en la radio una entrevista a un médico árabe, cuyo nombre no logré retener, honrando la memoria de un gran rabino fallecido por Coronavirus. El médico encabeza el centro de trasplantes altruistas de riñón en el hospital Hadassah de Jerusalem. El rabino había sido el fundador de una organización que promovió en Israel la concientización sobre la donación altruista de un riñón para salvar la vida de extraños con insuficiencia renal seria, a la que el donante ni conoce. Aseguraba que gracias a la dedicación de ese judío ultraortodoxo, la situación en Israel al respecto no tiene parangón en ninguna parte del mundo. Uno y otro, parte de comunidades que son minoría y no parte de la corriente "central" de la población....pero ambos aportando a la vida del país.

Hay muchos desafíos con los que lidiar, a nivel político, social, económico y mucho más. Pero Israel, al cumplir 72 años, es imperfecto pero ejemplar.