Contenido creado por Cecilia Franco
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Opinión | ¿Cómo viajar sin hacer daño?

De los transportes tradicionales, el tren es el menos contaminante, y el avión es el que mayor huella de carbono deja

22.10.2021 14:11

Lectura: 3'

2021-10-22T14:11:00-03:00
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Leímos un dato que nos costó creer: el 8% de todas las emisiones de CO2 provienen de los viajes y el turismo.

Una de cada 12 partículas de CO2 que enviamos a la atmósfera nace por el hecho de querer viajar, conocer, intercambiar, descubrir el mundo: una locura.

Entonces, ¿cómo hacemos para seguir viajando A la Vuelta, sin causar tanto daño?

Nos reunimos con especialistas para preparar este viaje Sin Dejar Huellas y queremos compartirles algunos de nuestros aprendizajes.

Primero dividimos los viajes en cuatro grandes categorías: transporte, alojamientos, alimentación y residuos. Lo siguiente es atacar cada ítem para reducir la huella  de nuestros viajes al máximo.

De los transportes tradicionales, el tren es el menos contaminante, y el avión, el que mayor huella de carbono deja (lo que menos daño hace es volar trayectos largos, en vuelos directos y en clase turista). Lo otro que ayuda es viajar con poco equipaje.

Lo ideal es viajar en vehículos eléctricos, pero no solo eso: chequear que la energía que nutre al vehículo provenga de fuentes renovables. En Uruguay, más del 90% de nuestra matriz está compuesta por energías renovables. Usar un auto eléctrico no sería útil, por ejemplo, si se cargara en una casa que produce electricidad a partir de un generador a gasoil.

En cuanto a los alojamientos, grandes cadenas y pequeños hoteles empezaron a cuidar e informar sobre sus emisiones. Algunos con acciones puntuales (la más típica es no cambiar las toallas si no aclaramos que necesitan ser lavadas), pero otros edificando de un modo amigable con el medio ambiente, gestionando sus residuos, cuidando la comida que utilizan y el entorno en donde se sitúan.

Para reducir la huella que provoca la comida hay que hacer foco en varios puntos. Uno es revisar el origen de la comida y tender a comer productos locales: la distancia implica transporte y el transporte es sinónimo de impacto ambiental. El otro punto relevante es chequear los métodos de producción (cómo se produce y qué impacto genera). Por último, algo que es parte de lo que comemos aunque no lo comamos: es clave prestar atención a los envases y envoltorios y ver cuáles son los materiales utilizados en ellos.

Para los residuos, hay que perseguir la Triple R (Reducir, Reutilizar y Reciclar): lo ideal es investigar la ubicación de puntos de reciclaje e ir guardando los residuos que generamos durante el viaje para llevarlos allí.

Por último: hay un método para limpiar nuestros pecados y se llama método de compensación de emisiones. Cualquiera de nosotros puede calcular la huella de carbono de sus escapadas, que se expresa en kilos o toneladas de CO2 y refleja los gases de efecto invernadero emitidos como consecuencia de nuestros desplazamientos. Con ese dato, lo que se puede hacer es donar un monto de dinero a causas que generan una huella positiva (hay calculadoras especiales para esto como la de Ceroco2.org). En resumen, es pagar por el daño que hicimos para que una organización genere un impacto positivo que anule nuestras emisiones.

Si querés conocer más de nuestro viaje: @viajealavuelta en Instagram, Facebook y Twitter.

Se vienen los capítulos de la serie de nuestro viaje por Uruguay Sin Dejar Huella.