El estudio no solo muestra lo sofisticados que son los cerebros de las ratas, sino que también podría eventualmente ayudar a crear alternativas no farmacéuticas para tratar enfermedades mentales, dijo su principal autora, Kelly Lambert, de la Universidad de Richmond, a la AFP.
Lambert explicó que desde hace tiempo está interesada en la neuroplasticidad -la capacidad del cerebro de cambiar en respuesta a experiencias y retos- y quería particularmente explorar cómo las ratas criadas en ambientes más naturales (enriquecidos) se desempeñaban ante las mantenidas en laboratorios.
Ella y sus colegas modificaron un auto robot y colocaron una plataforma de aluminio al fondo de una especie de cabina de conducción. Un cable de cobre fue puesto de forma horizontal atravesando la cabina y formando tres barras: izquierda, central y derecha.
Cuando una rata se ubicaba en la plataforma de aluminio y tocaba el cable, el circuito se completaba y el auto se movía en la dirección seleccionada.
En total, 17 ratas fueron entrenadas por varios meses para conducir sobre una superficie de plexiglass, y al describir su trabajo en la revista Behavioural Brain Research, los investigadores dijeron que los animales podían ser enseñados a conducir hacia adelante pero también en patrones más complicados.
Como había sospechado, Lambert descubrió que los animales mantenidos en ambientes más estimulantes se desempeñaron mejor que los de laboratorio. Pero "fue impactante que realmente eran mucho mejores", explicó.
Las heces de las ratas fueron recolectadas después de las pruebas para ubicar hormonas del estrés (corticosterona) y también las que combaten el estrés (dehidroepiandrosterona).
Todas las ratas entrenadas tenían niveles más elevados de dehidroepiandrosterona, indicativo de un estado más relajado, que podría relacionarse con la satisfacción de adquirir una nueva habilidad.
Incluso las ratas que conducían por sí mismas tenían niveles aún más elevados de esa hormona que aquellas que eran simplemente pasajeras cuando un humano controlaba el vehículo, lo que significa que estaban menos estresadas.
Por eso, el mayor descubrimiento para Lambert es la posibilidad de abrir nuevos caminos para tratar a personas que sufren de condiciones mentales.
"No hay cura para la esquizofrenia o la depresión", dijo. "Pero necesitamos revisar diferentes modelos animales y diferentes tipos de tareas y realmente reconocer que el comportamiento puede cambiar nuestra neuroquímica".
AFP
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