20/ De genios y desgraciados

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Viendo la que está cayendo acá en España,
el otro día me dio por la nada espontánea acción
de ponerme a rastrear la opinión 
del hombre de la red
sobre los desalojos de sus vecinos,
sobre los saltos económicos que marcan el destino,
sobre las responsabilidades personales y colectivas
en este desatino.

Y el resumen que me queda es más bien triste
porque después de patearme los foros de varios diarios,
de leer comentarios en revistas, blogs, semanarios,
parece que una parte importante de la opinión
esta contaminada por la violencia extasiada
de la comunicación despersonalizada,
y le refriega en la cara a los nuevos pobres
su pasado reciente de nuevos ricos.

Sin duda, uno de los grandes logros de los bancos
y los gobiernos europeos
es haber convencido a un montón de desgraciados
de que son genios privilegiados,
porque todavía conservan su empleo,
logrando a la vez que estos casi expulsados
señalen al vecino que acaba de ser desalojado
como el único culpable de su caída
en el abismo sin techo ni fondo
de los desocupados.

Tampoco es poco mérito haber conseguido
que la mayoría se trague sin chistidos
el verso de que se rescata a los bancos
para que el crédito fluya,
cuando hace ya casi 4 años
que los bancos reciben
miles de millones de euros públicos
y el crédito sigue sin fluir.

O el mérito de haber desplazado el problema
desde la lucha de clases
(juro que existen las clases)
a la falsa dualidad del ahorrador bueno
versus el derrochador malo,
olvidando que fueron justamente estos bancos,
estos gerentes, estos expertos en finanzas
los que dieron créditos compulsivos,
hipotecas sin control ni balanza
a gente que apenas logra
sumar y restar sin caer en la transa.

Rápida y brutalmente
se impone la idea de que en esta pelea
todos somos buitres de todos
y que es tuya la responsabilidad
de haberte dejado engañar
por otros que son más vivos que vos.
De que el estado no tiene ningún deber al respecto
y que es normal que la ética de los banqueros sea la de un insecto.
El problema es que si este es de verdad el motor de la realidad
¿que sentido tiene entonces invertir como sociedad en educar?
¿en pensar, en sanar, en cuidar o en proyectar?
Si al final se trata solo de
por un lado convencer, vender, vencer, jopear y cagar;
y por otro apenas tratar de esquivar
a quienes solo te van a intentar clavar.

Un feo giro para una Europa
que desde hace varias décadas
se vende como el modelo mejor pensado
para el estado de bienestar.
Un estado que ahora es señalado
como la fuente de esta crisis
y, si los apuran un poco,
como la fuente de todo mal.

Parte del caldo que alimenta
el ataque al más desprotegido
viene de cierta ideología de derecha
que aunque se proclama liberal
no le hace ningún asco a tener un par de amigos
en las alturas del aparato gubernamental
para beneficiar su empresa
o para colocar a sus compinches en la mesa
directiva de algún banco intervenido
y enriquecerse manipulando el Estado,
gritando al mismo tiempo
que justo ese Estado
en su cara social
es lo que debe de ser ahora
desmantelado.

De esta empanada
tampoco se libran las izquierdas,
al menos aquellas que han gobernado
y han tenido tiempo de pensar,
intervenir, ejecutar y cambiar.
Unas izquierdas muchas veces "nuevo riquistas",
huérfanas de ideología y de algo que vender
en pro de la igualdad.
Izquierdas que hace ya tiempo
solo gestionan la diferencia
y han olvidado que son las mayorías
las que necesitan de una ideología
que intente compensar la desventaja
de su mal punto de partida.

Así las cosas,
leyendo y releyendo
las opiniones de laburantes que,
viviendo en la frontera,
se consideran salvados y escupen al que esta afuera
hay que reconocerle a los ganadores de esta crisis
el mérito ideológico y el gran valor
de haber convencido a una buena parte de los desgraciados
de que el problema son justo ellos
y no los bancos o el estado cooptado.
Y que deben sentir agradecimiento eterno
por poder trabajar como bestias bajo presión,
y no haber sido enviados al infierno
del desempleo
por su exquisito
y magnánimo patrón.