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Pelusa olvidada


Federico Magallanes lleva ya 32 meses siendo un ex futbolista, a pesar de sus 35 años de edad y una zurda prodigiosa que lo llevó a perfilarse como una de las mayores promesas del fútbol uruguayo. Hoy, el ex jugador de Peñarol y la selección es parte de nuestra sección Deportes en el recuerdo, vive en España y trabaja para el Grupo Casal, asesorando a Cristian Stuani.


Dueño de una pierna zurda prodigiosa, Federico Magallanes surgió en 1993 como una de las grandes promesas del fútbol uruguayo. En un Sudamericano sub 17 deslumbró con la camiseta celeste, y al año siguiente debutó en el primer equipo de Peñarol, al que había llegado junto a Antonio Pacheco. Los dos nacidos en 1976, eran las joyitas de la cantera mirasol y pintaban para cracks. En 1994 empezaron a codearse con Pablo Bengoechea, Darío Silva y Marcelo Otero, y en 1995 fueron fundamentales sustituyendo a los dos últimos cuando les tocó partir.

El Pelusa, con su cabellera larga y enrulada, pasó luego sin demasiado suceso por la selección que disputó el Preolímpico de 1996, donde su relacionamiento con el cuerpo técnico encabezado por Héctor Núñez y su asistente Fernando Morena no fue el mejor. Antes, el 20 de setiembre de 1995 en Jerusalem, hizo su estreno con la celeste a nivel mayor, en un amistoso con derrota 3-1 a manos de Israel formando parte de un combinado de futbolistas del medio local.

Con declaraciones a veces picantes y en varias ocasiones en tercera persona, fue ganando un espacio mediático que por momentos eclipsó lo muy bueno que hizo dentro de la cancha, donde brilló en tres de los cinco años del quinquenio aurinegro. Además, tuvo destacadas participaciones en Copas Libertadores y Supercopas, anotándole, por ejemplo, a River Plate e Independiente en Argentina.

Sus actuaciones en Peñarol y Uruguay lo llevaron a iniciar un periplo que no fue demasiado exitoso en el plano futbolístico a nivel de clubes por el viejo continente. Dos muy buenas temporadas en Atalanta le valieron el fichaje de su vida en lo económico, aunque fue el comienzo de un declive deportivo. En los papeles, fue jugador de Real Madrid, aunque en los hechos, nunca se puso la camiseta merengue y recaló en Racing de Santander cedido a préstamo.

En el conjunto cántabro no encontró la continuidad que esperaba, y a mediados de la temporada pidió pase para Defensor Sporting, donde recuperó su nivel y fue gran figura durante el año 2000, junto a Marcelo Tejera, el Ruso Diego Pérez y los brasileños Ederson y Eliomar entre otros. Sus 19 goles entre Apertura, Clausura y Liguilla, contribuyeron para que los violetas obtuvieran la clasificación a la Copa Libertadores del año siguiente, aunque él no la jugó porque volvió a Racing de Santander, donde otra vez pasó más tiempo en el banco de suplentes que dentro de la cancha.

Sin embargo, su rendimiento en el equipo del Parque Rodó ya lo había acercado a la selección uruguaya, y con Daniel Passarella como técnico se volvió a poner la celeste el 15 de agosto de 2000, cuando se perdió 1-0 con Colombia en Bogotá. Casi 20 días después fue figura en el 4-0 sobre Ecuador en Montevideo, abriendo la cuenta con un soberbio tiro libre en el arco de la Colombes, y de allí en más fue número puesto totalizando 11 presencias y tres goles en ese tormentoso camino rumbo a Corea-Japón 2002.

Se recuerdan los penales ejecutados por Magallanes en el Centenario, en el 1-0 ante Brasil y en el empate a uno contra Colombia, aquella tarde en que el árbitro italiano Colina le perdonó la vida y Víctor Púa debió sustituirlo en el entretiempo para que no lo expulsaran. Ya en la repesca contra Australia, el técnico celeste lo sacó a los 65’ y le salió bien, pues el que entró fue Richard Morales y selló la clasificación a la Copa del Mundo.

Al Mundial, el Pelusa llegó con algo de rodaje del Venecia, club que ese año descendió a la Serie B de Italia. En el debut contra Dinamarca entró por Darío Rodríguez a los 87’, en un desesperado intento por empatar, y contra Francia sustituyó a Darío Silva a los 60’ cuando, según cuenta la leyenda, el que iba a entrar era Diego Forlán. Un latigazo que le tapó Barthez e impidió el triunfo uruguayo, fue su último aporte en la selección.

Nunca más volvió a ponerse la celeste, con la que cerró su participación con 26 presencias y seis goles. Tras ese Mundial de Corea y Japón, inició un periplo marcado por la poca continuidad y los descensos. En Racing ya había acumulado uno, el segundo fue con Venecia y el tercero en Torino. Después, recaló en Sevilla aunque sin demasiadas oportunidades, y en la temporada 2005/06 bajó de la Segunda División española con el modesto Éibar.

En ese momento, se retiró del fútbol por primera vez a los 29 años, aunque luego intentó volver sin éxito en Dijon de Francia y Mérida de España, equipo del que se desvinculó en marzo de 2009 para nunca más volver. Con 32 años, una de las grandes promesas del fútbol uruguayo de la década del 90 dejaba la práctica activa del fútbol.

Cuando muchos desconocían su paradero, incluso ex futbolistas que compartieron vestuarios con él, se volvió a escuchar su voz por estas latitudes a fines de octubre de este 2011. Con un tono españolizado y que costaba reconocer, en diálogo con Sport 890 confirmó que está trabajando para Francisco Casal, quien fue su representante. Actualmente, el Pelusa está asesorando a Cristian Stuani, figura de Racing de Santander, uno de los tantos equipos por los que Magallanes pasó en su carrera.

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