22/ Retornados aburguesados

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Luego de su feo patinazo
con las mujeres de los blancos y el control

el presidente Mujica declaró
sobre los uruguayos emigrados retornados.
"Están acostumbrados al mundo rico
y de pronto las privaciones de tener que arrancar de nuevo
les duelen demasiado y los superan.
Nunca esperemos que nos den todo solucionado en la mano".

Lo primero es que el presidente
no parece tener muy claro como funciona
el estado de bienestar en ese "mundo rico".
El 80% de los uruguayos retornados
viene de España y de Estados Unidos
lugares donde, justamente,
nadie te da nada en la mano,
y hay que trabajar mucho y bien
para acceder a unos mínimos universales básicos.

Es interesante también
que el presidente dé por buenas esas categorías:
ese "ellos", los que se fueron
y ese "nosotros", los que se quedaron,
con lo que contribuye a potenciar entre el público
la idea de que "ellos" existen,
son reales, son visibles
y por ende susceptibles
de sospecha, escarnio e insulto.

Y así fue: terminó de hablar Mujica
y la red estalló en puteadas y agresiones
hacia esos vagos, esos oportunistas
esos malos uruguayos que se fueron
cuando deberían haberse quedado
como se quedaron otros,
los verdaderos,
los que aguantan
de verdad el mostrador.

Vaya por delante que ser parte del "grupo de retornados"
es ser parte de algo frágil y efímero:
lo forman quienes regresan al país
y se juntan con otros retornados porque creen tener
una problemática en común.
El caso es que en cuanto encuentran acomodo,
y eso es justo lo que mas desean,
dejan de ser retornados para ser solo
uruguayos.
Y al contrario, si no se encuentran cómodos
se irán con sus huesos a otra parte,
dejando también en ese acto
de ser retornados.

Y justamente por el lugar volátil
que ocupa quien recibe esta piedra
es que Mujica no va a pedir disculpas:
a diferencia del feminismo
o de los miembros de los clubes de bochas federados.
el lobby de los retornados
se asienta en una identidad
que es por definición
móvil y tenue.

A esto se suma la idea,
bastante extendida en Uruguay,
de que quienes se fueron
cargan con alguna clase de culpa,
una pena que pagar
por haberse ido a buscar laburo,
estudios, aire fresco o lo que sea,
mas allá del Chuy, Fray Bentos, Artigas o Rivera.

Una cita larga de Abdelmalek Sayad
resume bien la idea:
"¿Es necesario recordar
que toda emigración es ruptura,
que es ruptura de territorio
y por lo mismo con una población,
un orden social,
un orden económico, un orden político
y un orden cultural y moral?
Pero, además de ser causa de rupturas,
la emigración es ella misma
el producto de una ruptura fundamental:
tienen que derrumbarse
todos los marcos que aseguraban
la cohesión de la sociedad
para que la emigración
pueda aparecer y perpetuarse."

Lo mas irónico del caso
es que lejos de pedir privilegios
o alguna "acción afirmativa", tan de moda,
lo único que pidieron los retornados agrupados
fue que el Estado les diera una mano
para achicar la desventaja que implica
haber estado 10 años o mas afuera del país.
Por ejemplo,
flexibilizando la edad de contratación en el Estado,
facilitando algunos trámites,
cambiando la jura de la bandera,
por una declaración jurada,
como se hace en otros sitios.
Es decir, cosas que le vendrían bien también
a cualquier uruguayo no retornado
pero que en su caso
se levantan como barreras casi insalvables
para acceder al empleo, al crédito y a la vivienda.

Así,
lo que podría ser una oportunidad,
la de integrar conocimientos, saberes,
diferentes experiencias,
es planteada como la más seca competencia
por unos recursos escasos.
Y en lugar de "apropiarse" de esa riqueza,
de esas nuevas miradas, de esos brazos
el gobierno coloca sobre un grupo de ciudadanos
la responsabilidad ante su casi nula gestión del tema.

Y el presidente, quizá sin darse cuenta,
lanza una perla que solo sirve para apuntalar
un nuevo "ellos" de tintes xenófobos,
"ellos" que están aburguesados,
"ellos" que son vagos inadaptados
"ellos" que si nos descuidamos,
nos van a venir
a robar el empleo.