16 / Buenas intenciones

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Buenas intenciones

De buenas intenciones
está empedrado el camino al infierno
y aunque sienta la amenaza del fuego eterno
tengo claro en mi fuero interno
que puedo, que tengo, que debo
que señalar lo que creo
es un acto mas bien estéril
y que implica renunciar
al principio de igualdad constitucional.

Se trata de la ley que se acaba de aprobar
en diputados
y que dispone, entre otras cosas,
adjudicar un 8%
de las vacantes laborales del Estado
a las personas pertenecientes
a la comunidad afro descendiente.

La ley se plantea como un acto
de reparación de la discriminación
histórica sufrida por este colectivo
con el fin de compensar la desigualdad
instalada y asentada en nuestra sociedad.
Una exclusión tan brutal
que arroja el siguiente dato objetivo:
la pobreza es el doble
entre las personas de raza negra

Pero una cosa es una cosa
y esta ley es otra cosa.
Por ejemplo, que toda "discriminación positiva"
por mas que se la llame "acción afirmativa"
genera con su sola existencia
una serie de discriminaciones negativas.

A saber: los mismos argumentos que se manejan
para centrar esta ley en el colectivo afro
podrían manejarse con similar intensidad y sentido
para cualquier otro grupo gravemente marginado y excluido.
La discriminación positiva funciona de esta manera
como un agravio comparativo

Por otro lado
¿la ley soluciona en algo la desigualdad existente?
¿tiende al menos a diluir las profundas diferencias del presente?
Mi respuesta es que no:
que facilitar el ingreso al Estado
de ciertos colectivos en tanto tales
lo único que logra es que "progresen"
aquellos que dentro del colectivo
tengan el interés y/o las herramientas
simbólicas y sociales
para intentarlo.
Me parece pura ilusión
considerar que la situación
de los afrodescendientes yoruguas
se está acercando a una solución
sólo porque los mas activos y preparados entre ellos,
que no son precisamente los mas pobres,
puedan acceder ahora de forma preferente
a unos cargos públicos.

Mientras el Estado no llegue
al fondo del problema de la exclusión,
lo que me recuerda que esta ha sido
siempre una bandera de la izquierda,
los excluidos seguirán siéndo un montón
Una afro descendiente que haya ido a la Universidad,
uno de esos poquísimos que lo logra,
tiene muchas mas chances de ingresar al Estado con este cupo
que uno que no haya terminado la escuela,
y aunque duela,
asi la desigualdad y la exclusión
se mantienen intactas.

Ademas, como señala Hoenir Sarthou
encima haciendo tremenda rima,
asignar cargos publicos
"como si éstos fueran un premio
o un consuelo para los sufrientes,
es un error en el que no se ha pensado
lo suficiente."
Es evidente
que los cargos deben ser
para aquellos que sean los mas capaces en la función.
Y esta capacidad poco tiene que ver con la raza,
el genero o ser hincha de tal o cual religión.

Como apunta por su parte
el sociólogo Carlos Gobba
"también resulta cuestionable..."
y yo agrego, está mal,
"... hacer políticas públicas
con la promesa del ingreso a la función estatal"
Usar este ingreso como moneda de cambio
pervierte la idea funcionarial:
el funcionario existe para el cargo y no al reves

Según datos recientes
en los últimos dos años ingresaron al Estado unas 12 mil personas
Si cada año ingresaran 6 mil tipos en promedio,
si el 8% de ese promedio son unas 500 personas,
si los afro uruguayos pobres son unos 125 mil en total,
si solo ellos ingresan en el cupo
y si las políticas universales profundas siguen ausentes
se tardarían unos 250 años
en eliminar las desigualdades actuales.
Lo que no esta del todo mal
tomando en cuenta
que la injusticia existente
se generó en unos 150 en total.

Que estos números pueden ser una falacia, es evidente,
pero quizá ayuden a ilustrar
el escaso impacto que esta ley
tendrá en la vida de la gente real.
Una ley que no solo no enmienda
aquello que se propone enmendar
si no que con su gesto meramente simbólico,
se carga, casi nada, la igualdad constitucional.

Así las cosas, propongo con toda humildad,
dejar de vender humo políticamente correcto,
y ponerse de verdad
con valentía, inteligencia y afecto
a imaginar una justicia social efectiva,
una que sea realmente universal