Rob Marshall
CHICAGO

Coreógrafo de profesión, Rob Marshall hace un enorme debut como director en Chicago y entrega una colorida joya musical que es todo lo que prometía ser y mucho más.

La coreografía no es copiada intacta del montaje original de Fosse, sin embargo se siente la obvia y tremenda influencia de éste; y no obstante que Chicago no deja de ser el traslado de una obra musical al cine, Marshall lo conduce de manera impecable. Así, incorporando recursos escénicos innovadores para la pantalla, apoyado en una extraordinaria fotografía y una excelsa edición, el director nos hace amar a Roxie, detestar (sólo a veces) a Velma, sonreir con Billy y sentir lástima por el patético Amos, esposo de Roxie, quien a la larga pagará el juicio de su mujer para quedarse con las manos vacías.

La constelación que lleva esta enorme comedia a la pantalla no está formada por bailarines o cantantes profesionales, sino por actores que se desempeñan como tales; decisión del propio director, quien confió en su equipo de trabajo y en su propio talento coreográfico. La decisión es más que aceptable y ese logro se refleja en su nominación a la estatuilla.

El Sindicato Americano de Directores decidió premiar al novato Rob Marshall con el premio al mejor director del año por su debut cinematográfico con Chicago. Marshall competía con cineastas de la talla de Martin Scorsese (Pandillas de Nueva York) y Roman Polanski (El pianista). También eran candidatos, Stephen Daldry por Las horas, y Peter Jackson por El señor de los anillos: Las dos torres.

En los 55 años de historia de estos galardones, tan sólo en cinco ocasiones el nombre de su ganador no ha coincidido con el que se alza triunfador en esta misma categoría en los premios Oscar. "Esto es algo que no me esperaba", afirmó Marshall visiblemente emocionado al recoger el premio.