Los científicos, situados en la colina boscosa de Harzhorn, cerca de la localidad de Kalefeld, en el estado federado de Baja Sajonia, dispararon sus réplicas de catapultas y escorpiones romanos contra objetivos situados a unos 100 metros de distancia y a duras penas lograron dar en el blanco.
Las armas fueron colocadas en el mismo lugar en el que los romanos dispararon en el siglo III contra sus adversarios germanos.
"Nunca antes se había visto algo así", declaró el experto en Roma Günther Moosbauer, de la Universidad de Osnabrück.
El objetivo de estas pruebas es mejorar las catapultas, reconstruidas en base a fuentes históricas, pero también "ayudar a entender mejor lo que ocurrió en el año 235", fecha de la batalla, subrayó.
Durante las excavaciones arqueológicas en 2008, los científicos desenterraron más de 1.800 objetos entre los restos de la batalla, entre ellos decenas de puntas de hierro que eran lanzadas desde las catapultas romanas.
El descubrimiento del campo de batalla se produjo después de que dos arqueólogos aficionados presentaron en verano de ese mismo año a expertos para su estudio varios objetos que habían hallado por casualidad años antes en una zona boscosa del Harzorn.
La maquinaria bélica ha sido reconstruida con la participación estudiantes de diversas universidades.
En base a EFE
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