Contenido creado por Monica Forrisi

La quinoa, un tesoro redescubierto

    

Fue el alimento básico de los habitantes del Imperio Inca hasta la llegada de los conquistadores, que sustituyeron su cultivo por el maíz y la papa.

Junto con el maíz, son los cereales americanos por excelencia.
Hoy día vuelve a sembrarse en el altiplano, al reivindicarse sus múltiples beneficios y propiedades nutricionales.

La quinoa o quinua (Chenopodium quinoa Willd) no es propiamente un cereal aunque forme granos o semillas. Se trata de un pseudocereal y se cultiva fundamentalmente en el norte de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y norte de Chile.

Requiere para su cultivo ciertas condiciones de clima y altura, que le brindan especialmente las regiones del Altiplano, con temperaturas elevadas durante el día y muy bajas por la noche. Además, en esas zonas llueve poco, por lo que la quinoa es un cultivo que resiste esas inclemencias.

Planta anual de hojas anchas, pertenece a la familia de las quenopodiáceas, al igual que la remolacha, las espinacas y las acelgas. Además de las semillas, se aprovechan también sus hojas, que se emplean cocidas.

Su sabor recuerda bastante al del arroz integral, aunque su textura es mucho más fina; similar quizás al cuscus de los árabes.

Se trata de un alimento de fácil digestión y que puede germinar en poco tiempo. Su larga conservación se debe a la presencia de una saponina, que protege el grano del ataque de parásitos o insectos y que sólo desaparece al lavarse con abundante agua por lo que es muy importante realizar este procedimiento previo a su cocción, ya que la saponina es incomestible.

En cuanto a su valor nutritivo, es rica en hidratos de carbono, proteínas de alto valor biológico que contienen todos los aminoácidos esenciales, grasas insaturadas, minerales y vitaminas. Además aporta fibra y no contiene gluten, por lo que su consumo es apto para celíacos.
Las semillas aportan 341 calorías por 100 g, además de proteínas de alta calidad, fibra, minerales como calcio, fósoforo, hierro, magnesio; y vitaminas C, E, B1, B2 y niacina.
Se le atribuyen propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes.

El grano se cocina igual que el arroz, es decir, tres medidas de agua por una de quinoa. Lo mejor es poner el agua sola a hervir y cuando arranca el hervor, añadir la quinoa, bajar el fuego al mínimo y tapar la cacerola, dejando transcurrir un tiempo de entre 12 y 15 minutos. Es preferible salar una vez finalizada la cocción.

Otro método que mejora su sabor consiste en tostar la quinoa en una sartén con aceite, revolviendo constantemente y una vez dorada, cocinarla en agua. De este modo adquirirá un sabor que recuerda al de las nueces.

Para lavar la quinoa hay que tomar en cuenta ciertos recaudos: colocar la quinoa en un recipiente con tres partes de su volumen de agua fría. Dejar reposar al menos dos horas, descartar el líquido y lavar dos veces más con agua nueva 5 minutos por vez. Luego, cubrir con agua y cocinar a fuego bajo hasta que esté tierna.



LAS RECETAS

Peské de quinoa

Ensalada de quinoa

Risotto de quinoa

Pastel de pollo y quinoa

Croquetas de quinoa

Guisito de quinoa


En preparaciones dulces:

Muffins de quinoa y pasas de uva

Torta de quinoa

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