Una generación de hombres que desde sus distintos puestos de acción estaban convencidos de que en el Uruguay se podía hacer... y ¡lo hacían! Empresarios que montaban industrias con alto nivel tecnológico para la época, políticos que desde las bancas o los ministerios emprendían el mejoramiento del Estado y con ello el enriquecimiento de la sociedad. Esa sociedad que un historiador extranjero, Miltón Vanger, definió como "el país modelo".

El tiempo pasó la sociedad entró en una profunda crisis, en la cual, a lo económico se le sumó lo cultural. Y los uruguayos dejaron de creer que en el Uruguay se podía hacer. El desánimo cundió y el país miraba el pasado, sin poder enfrentar el futuro. Muchos de los uruguayos con el espíritu emprendedor marcharon fuera de fronteras, obligados a creer que en otros lados sí se podía.

Lentamente, luego de recuperada la democracia y dejados atrás los oscuros años de la dictadura, el país nuevamente comenzó a cambiar. Algunos temas se comenzaron a tratar. A la izquierda, años perseguida y enfrentada a fuertes cambios en el país y en el mundo le costaba asimilar los nuevos vientos de cambio.

Hablar de aventurarse a nuevos emprendimientos, utilizando la fea palabra emprendedurismo fue cosa de "capitalistas" y de los partidos de derecha. Mirábamos con recelo esos discursos, lo mismo pasó con el desarrollo científico-tecnológico y la productividad en las empresas. Hasta que nuestra central obrera, el PIT-CNT, en 1989 y sectores de la izquierda empezaron a plantear que sin desarrollo tecnológico, excelencia y productividad, el Uruguay iba a seguir siendo una nación dependiente, cada vez más atrasada y distante de los países de mayor grado de desarrollo.

Hoy el proyecto nación de largo plazo que ha propuesto y aplica nuestro FA desde el gobierno, tienen uno de sus puntos centrales en el desarrollo tecnológico, la excelencia y la productividad. Sin estos pilares no hay desarrollo económico ni redistribución posible de la riqueza.

Creo que ha llegado el momento de dar la batalla por vencer los prejuicios contra la actitud emprendedora. Es necesario comenzar a fomentar un cambio en el accionar de los uruguayos, fomentar la creatividad, enfrentarse a los riesgos y buscar nuevos desafíos para superar.

En la segunda mitad del siglo XX nuestro país se volvió conservador, con habitantes con escasa predisposición al riesgo, temerosos de equivocarse, temor que paralizó las mejores iniciativas de nuestra gente. Es hora de dar una batalla cultural que fomente un cambio de actitud; no sólo en el mundo empresarial, sino también en todas las manifestaciones de la vida. En el mundo de hoy hay oportunidades y así lo están demostrando aquellos que arriesgan desde el cine, desde el software y desde otros y variados campos de la actividad.

Ser proactivo, emprendedor, motivarse con las cosas nuevas, ser creador, no es sólo una cuestión empresarial, le da un sentido diferente a cada cosa que hacemos, tanto al iniciar un emprendimiento empresarial como a la hora de encarar una tarea, diseñar algo nuevo, en el enfoque que uno le da a las relaciones, tanto laborales como humanas, ... etc. Es una verdadera actitud de vida.

Leemos, vemos o escuchamos nuestros medios de comunicación y lo dominante es lo negativo, deleitarse con los errores de nuestros políticos, futbolistas, o cualesquiera sean, antes que aplaudir que alguien ha tenido la valentía de tirarse al agua, aunque la cosa no le haya salido como esa persona pretendía.

La desconfianza sobre las "oscuras intenciones" de "fulano" o "fulana" en su decisión de hacer algo, es una forma de ser que debemos erradicar.

El Uruguay necesita empresarios, técnicos, obreros, administrativos, creadores, etc., emprendedores, creativos, que disfruten el desafío de de adaptarse y transformar un mundo que vambia velozmente. Que aprendan de los aciertos y , por supuesto también de los errores y no se torturen con ellos, ni que su entorno los condene por equivocarse.

La actitud emprendedora de aceptar el desafío de la vida en forma creativa, disfrutando del mismo, no es sólo una cuestión de las élites empresariales, debemos llevarla al hogar, a la educación, a los centros de investigación, a la cabeza de todos los uruguayos/as.

Justamente desde ya hace unos años el "emprendedurismo" se viene promoviendo a nivel de las élites, y no estoy contra ello. DESEM, Jóvenes Emprendedores, Endevor, etc., son Instituciones que promueven el emprendedurismo entre los jóvenes, entre los empresarios, en definitiva entre sectores reducidos de nuestra sociedad.

Yo creo que esto está bien, pero que debemos llevar el "emprendedurismo", la actitud creativa y desafiante ante los obstáculos como una impronta de nuestra cultura nacional. Una cultura que fomenta el cambio, que busca el desarrollo con justicia y equidad. Una cultura que no menosprecie a aquellos que sueñan con soluciones nuevas. Es necesario cambiar nuestra forma de pensar al respecto, fomentar la idea de que ¡¡en Uruguay sí se puede!!!

Para eso se necesitan muchas cosas: una ley que busque promover el emprendedurismo, políticas educativas en este sentido que promuevan la creatividady rompan la homogeneización mediocre de nuestra educación, políticas activas que den posibilidades de aplicar sus iniciativas a quienes las tienen, etc... pero por sobre todo debemos entender que es un cambio cultural que debemos abordar. Una actitud que nos lleve a enfrentar con alegría, inteligencia y creatividad los desafíos.

Generar una mística, como en el fútbol, que ¡¡¡en el Uruguay sí se puede!!!