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18.11.2010 10:06

Uruguay y su estrategia de desarrollo

En los últimos años el país ha avanzado en un proceso de diversificación de su economía sustancial para lograr un desarrollo sostenido, estable en el tiempo. Daniel Martínez.

Ingeniero
Senador Partido Socialista - FA


A la tradicional producción agroalimentaria, que ha sido la base de la producción histórica del país, se le ha sumado un importante crecimiento industrial, un pujante y creciente turismo, un crecimiento de los servicios logísticos y la expectativa cierta de un importante desarrollo minero.

Por otro lado, el país ha logrado diversificar de una forma notable sus mercados e incluso ha abierto nuevos.
Todo esto no es casual, como tampoco lo es que la tasa de crecimiento del PBI de nuestro país ha sido sensiblemente superior al de la media de la región.

Sin duda la situación de la economía mundial ha ayudado. La entrada al consumo de algunos cientos de millones de chinos, indios y brasileños ha generado una creciente demanda de materias primas, en especial de alimentos. Eso ha determinado el crecimiento continuo de los precios internacionales en estos productos, que apenas se revirtió como consecuencia de la crisis del 2009 para recuperar, en general, su vigor ascendente rápidamente.

Tanto el mayor crecimiento de nuestro país respecto a la región como el hecho de que la mencionada crisis casi no haya tenido consecuencias en nuestro país -puesto que mantuvo su crecimiento siendo de las pocas naciones del mundo en las que esto sucedió -marcan claramente que otras causas influyeron en el buen desempeño de nuestra economía.

¿Cuáles fueron esas causas?

En primer lugar, una inteligente y acertada política macroeconómica que permitió ordenar distorsiones históricas de nuestra economía con rigurosidad y una clara visión a largo plazo.

También, políticas transversales que permitieron marcar el camino del desarrollo de la calidad, inclusión tecnológica, profesionalidad de la gestión, etc.

Sobre esas bases el país ha podido recorrer una de las etapas de crecimiento más extensas de la historia de su historia y a tasas promedio desconocidas en el pasado. Uruguay creció en el período 2005 -2009 a un 6,7 % anual del PBI.

Pero no todo son rosas.

Pese a estas muy buenas noticias, se ha mantenido una importante vulnerabilidad estructural que proviene de la especialización productiva de nuestra economía, basada en la producción y exportación de bienes y servicios de base primaria con escaso nivel tecnológico y escaso valor agregado.

Por otro lado, el crecimiento basado en estos sectores -que ocupan en general escasa mano de obra y de baja cualificación, determina que la redistribución de la riqueza no haya avanzado, pese al importante mejoramiento del salario real y de las pasividades.

Es más, la importante mejora en nuestro país del índice Gini (que mide la equidad social y la distribución de la riqueza) es exclusivo producto de las políticas sociales del gobierno del FA.

El modelo económico está expuesto a los vaivenes de los mercados mundiales y no constituye una base sólida para el logro de un crecimiento sostenido con justicia social.

A su vez, podríamos estar perdiendo una transformación histórica del sistema productivo.

En Uruguay, en el 2005 los bienes primarios y las manufacturas basadas en recursos naturales representaban el 72 % de nuestra producción, hoy representan el 80 %, mientras en nuestras importaciones estos rubros son sólo el 38 % de las mismas. Por el contrario, los productos de baja, media y alta tecnología representan el 20 % de nuestras exportaciones (los de media y alta sólo el 7 % y el 2% respectivamente) mientras son el 52% de nuestras importaciones.

En los últimos decenios, no menos de 90 países tuvieron procesos de importante crecimiento económico, sin embargo menos de 10 lograron aprovechar esos períodos para transformar su economía y entrar en un proceso de desarrollo sustentable y sostenido. Estos países son aquellos que con visión estratégica y aprovechando los buenos momentos, desarrollaron políticas y destinaron recursos al desarrollo de cadenas productivas de mayor valor agregado y nivel tecnológico.

Estos países combinaron una preocupación por el logro de los "fundamentos" con medidas proactivas, que apoyan la transformación productiva y el escalamiento tecnológico continuo en la inserción internacional.

Hemos empezado a direccionar nuestro modelo de construcción productiva con el desarrollo de políticas sectoriales que buscan definir en cuáles cadenas productivas posicionarnos, qué actividades en cada cadena, qué industrias de soporte y servicios se desarrollarán, cómo se realizará la interacción entre la investigación y el desarrollo y la capacidad de las empresas de generar, adoptar y difundir las innovaciones de procesos y productos, qué infraestructura desarrollar.

Pero para darle al crecimiento mayor invulnerabilidad y sustentabilidad ante las variaciones internacionales así como avanzar a una mejor redistribución de la riqueza, necesitamos profundizar el desarrollo de políticas activas y el destino de recursos para avanzar en la excelencia, la mejora tecnológica y de valor, en una perspectiva de mediano y largo plazo, desarrollar y/o participar en eslabones de cadenas de escaso o nulo desarrollo en el país en el presente.

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