Pablo
Mieres
 

Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Sociólogo. Fue Diputado entre 2000 y 2005. Es Presidente del Partido Independiente y fue candidato a la Presidencia por ese partido.

 
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06.02.2013 08:04

Apostar al Pacífico


La crisis del MERCOSUR, en todas sus dimensiones, es cada vez más notoria. Después de haber sido la mayor apuesta latinoamericana de integración en los años noventa, desde hace más de una década se ha ido desgastando hasta llegar a su realidad actual, en la que ni siquiera ha mantenido el respeto por sus propias normas de funcionamiento ni por los principios del derecho internacional.

El MERCOSUR es hoy un ámbito de encuentro entre presidentes amigos que se regodean en medio de discursos plagados de la vieja e inmóvil retórica latinoamericana, haciendo alarde de su fe integracionista, que solo se refleja en los dichos rimbombantes de sus mandatarios.
En las actuales condiciones poco o nada se puede esperar de ese espacio de integración regional. Esto no significa que pregonemos su abandono o retiro, pero sí que asumamos la evidencia de los hechos y que apostemos a desarrollar, con vigor y energía, una estrategia alternativa.

Conviene reconocer, para dejar una constancia justa, que esta crisis y decadencia del bloque regional no ha sido responsabilidad de los sucesivos gobiernos nacionales. Por el contrario, siempre ha existido el reclamo uruguayo de avanzar en la dirección correcta.

Sin embargo, las diferencias emergen a la hora de discutir las alternativas, puesto que en tal sentido el actual gobierno no ha sido firme ni enérgico en el reclamo de un imprescindible cambio de la realidad, por el contrario hemos escuchado discursos irreales que destacan un supuesto fortalecimiento del bloque, persistiendo en una apuesta vana a un MERCOSUR que decepciona y se diluye paulatinamente.

No hay que olvidar que para Brasil su estrategia global ya no requiere de un MERCOSUR exuberante y para Argentina las graves falencias de sus propias políticas le impiden asumir compromisos serios en la línea de una integración verdadera de nuestras economías.

Paradójicamente, mientras el MERCOSUR se hunde en su propia impotencia, los países del Pacífico exhiben un dinamismo integrador envidiable. La Alianza del Pacífico conformada por México, Colombia, Perú y Chile, avanza a gran velocidad y se va convirtiendo en el nuevo empeño serio de integración de la región, sustituyendo al alicaído MERCOSUR.

Uruguay ha dado un paso positivo al acompañar este proceso solicitando ser miembro observador de dicho ámbito. Por otra parte, el único Tratado de Libre Comercio que tenemos es con México que es justamente uno de los integrantes de la Alianza del Pacífico.

La conducta de los cuatro gobiernos latinoamericanos permite ser optimistas sobre el futuro inmediato de este esfuerzo integrador. Parece haber una decisión firme de avanzar en una auténtica integración económica y hacerlo en poco tiempo. Por otra parte, al contrario de los criterios que han ido prevaleciendo en el caduco MERCOSUR, en este nuevo acuerdo no importa cuál es el perfil ideológico de sus respectivos gobiernos. No hay un condicionamiento ideológico en el proceso integracionista.

De los cuatro países, en Colombia y Chile gobiernan fuerzas políticas que pueden ubicarse a la derecha del espectro ideológico continental, aunque en uno de los casos es altamente probable que a la brevedad vuelva a gobernar una coalición de fuerzas de izquierda. En México acaba de cambiar el gobierno sin que ello signifique un cambio de apuesta estratégica y en Perú gobierna un Presidente que bien puede ser incluido en el grupo de los gobernantes de la izquierda latinoamericana del Siglo XXI.

Como debe ser, las orientaciones ideológicas de los gobiernos del grupo no son factores relevantes para determinar los avances del proceso de integración.

Una evaluación seria de los intereses nacionales determina la necesidad de avanzar con toda decisión en un mayor involucramiento y participación en la Alianza del Pacífico. Sus criterios de funcionamiento y sus objetivos regionales están en fuerte consonancia con nuestros intereses nacionales.

Por otra parte, todos sabemos que el centro de gravedad del mundo está virando rápidamente hacia la cuenca del Pacífico. La reestructuración del poder mundial indica que el incremento del comercio y del relacionamiento internacional tiende a concentrarse en aquel lugar del mundo. Razón de más para no perder la oportunidad de incorporarnos a esta experiencia.

También sabemos que es tan verdad aquello de que "no nos podemos mudar del barrio", como la constatación cada vez más fuerte de que los avances tecnológicos y las perspectivas de su desarrollo futuro reducen cada vez más el impacto de las determinantes geográficas.

Ciertamente, este proceso debe llevarse adelante sin prisa pero sin pausa; porque hay que construir las condiciones para que un proyecto de integración decidida a la Alianza del Pacífico sea compatible con el notorio y compartible incremento de los vínculos con Brasil.

Pero también es bien conocido que desde que este país empezó a funcionar como tal, y aun mucho antes, la clave del éxito estuvo siempre en saber manejar los movimientos pendulares entre los diferentes poderes regionales sin dejarnos atrapar por uno solo de ellos.
La oportunidad existe. La clave es manejar con éxito los tiempos para aprovecharla.

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