Pablo
Mieres
 

Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Sociólogo. Fue Diputado entre 2000 y 2005. Es Presidente del Partido Independiente y fue candidato a la Presidencia por ese partido.

 
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05.10.2011 10:43

Educación: la hora de la verdad

La semana pasada la empresa CIFRA difundió los resultados de una encuesta sobre la opinión de los uruguayos con respecto a la situación de la educación en nuestro país. Los resultados fueron contundentes y confirmatorios. La mayoría de los uruguayos opinan que la educación ha empeorado en los últimos años.


Los peores registros se ubican con respecto a la educación secundaria, en este caso las opiniones negativas alcanzan al 61%, pero la opinión sobre la situación de la enseñanza primaria es también muy negativa, en la medida que el 57% también considera que las cosas empeoraron.
De modo que la ciudadanía expresa una opinión muy crítica con respecto al estado de nuestra educación.

Por otra parte, hemos registrado en los últimos dos o tres meses, la multiplicación de opiniones críticas de parte de importantes y variados dirigentes del partido de gobierno. El Vicepresidente, Danilo Astori, la Vertiente Artiguista, un documento del Partido Socialista, una nota del Nuevo Espacio al Ministro de Educación. Todos en la misma dirección, reclamando cambios y transformaciones urgentes en el sistema educativo.

Por lo tanto, todos los partidos y la opinión pública estamos alineados en la necesidad de un cambio profundo en nuestro sistema educativo.

A esta altura, solo queda un pequeño grupo, defendiendo lo indefendible, que se abroquela en torno a la defensa de intereses particularistas pretendiendo evitar los cambios o buscando que esos cambios estén en línea con la defensa de aquellos intereses particulares.
Entonces, ¿por qué las cosas en el sistema educativo no cambian de una buena vez? Sencillamente porque no alcanzan los discursos reconociendo la necesidad de cambiar, no alcanza manifestar declarativamente la necesidad de encontrar acuerdos multipartidarios en este tema, tampoco alcanza con enunciar las cosas que hay que hacer.

Ni siquiera alcanza saber que los principales técnicos en educación de los cuatro partidos podrían coincidir rápidamente en un programa básico de transformaciones que lograría un efecto inmediato de reversión de la crisis educativa.

Para que en la educación comience un proceso de transformación en serio y profundo, es imprescindible que ocurran ciertos hechos que aun no se han producido.
En primer lugar, es imprescindible que se revise y se discuta un nuevo acuerdo multipartidario sobre las transformaciones urgentes para la educación. Hace meses que le reclamamos al Presidente la convocatoria al Grupo Multipartidario de Educación que hace un año y medio acordó un documento de trabajo sobre esta temática. También hace meses que el Senador Larrañaga solicitó al Presidente una reunión de líderes de todos los partidos para acordar políticas comunes en materia de educación. Este paso básico y fundamental, sigue pendiente.

En segundo lugar, es fundamental que los acuerdos que puedan alcanzarse se traduzcan en un verdadero plan de trabajo que incluya objetivos, metas, plazos, recursos e instrumentos a adoptar en tres niveles imprescindibles: la base física o infraestructura del sistema, las modalidades de gestión de los centros educativos y su descentralización y la modificación sustancial de la estructura curricular, los planes de estudio y los contenidos de la educación.

Pero, aun logrados estos dos pasos fundamentales, es imprescindible, para que el proceso no se frustre, que se modifique la integración de la conducción de la ANEP a los efectos de que los equipos de dirección de la educación estén consustanciados con el nuevo proyecto.
Es muy fácil acordar los grandes lineamientos e incluso los planes de trabajo, pero si los que están a cargo de la conducción y la ejecución de estos planes no comparten las orientaciones definidas, seguramente la inercia burocrática, en una estructura fuertemente centralizada, piramidal y burocrática, triunfará impidiendo que los acuerdos se conviertan en realidad.

La sustitución de los actuales Consejos por una nueva integración que surja de un gran acuerdo multipartidario es el paso crucial, es el "santo y seña" de que ocurrirá un cambio real en la educación de nuestro país. De otro modo, habremos perdido el tiempo en la definición de las grandes líneas sin superar la capacidad de bloqueo interno.

Finalmente, es necesario señalar que si este proceso de cambio no se impulsa ahora, antes de que finalice el segundo año de este gobierno, seguramente habremos de concluir que más allá de la retórica y de los discursos, nada ocurrirá durante el presente período de gobierno, y los cambios en la educación deberán esperar tres años más. Lo que en la vida de los niños y adolescentes de nuestro país, es demasiado tiempo.

 

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