Este asunto, en lo que nos atañe, fue una idea “estratégica” de Bush (padre) en el marco de otras (muy publicitadas) para todos los países de América Latina: disolver las Fuerzas Armadas y sustituirlas por Guardias Nacionales (una superpolicía o infraejército) obviamente destinadas nada más que a la represión interna.

Tal ofensiva se produjo luego del derrumbe del muro de Berlín, formando parte del plan para aplicar la hegemonía total de los EEUU.

Un propósito por aquel entonces pensado muy fácil ya que se había acabado la Historia.
Mucho fue lo que se discutió en nuestro país acerca del tema incluyendo entre las más ardientes voces en contra las de algunos Senadores y Diputados del Partido Nacional.

Los “argumentos” imperiales fueron los de siempre: ¿Para qué tener (nosotros) Fuerzas Armadas siendo países tan pobres y endeudados (había que pagarles la deuda)? ¿Para qué tenerlas estando los Estados Unidos prestos a nuestra defensa en caso de agresión? A tales “argumentos” se agregaban otros tales como las violaciones a los Derechos Humanos, el nacionalismo pregonado dentro de filas castrenses y, por supuesto, las entonces recién nacientes veleidades “militares”
de origen venezolano.

Ello tomó escandaloso estado público cuando el Ministro del Interior de Lacalle (Gianola) lo planteó en reunión secreta con ciertos mandos policiales (1994) a quienes se pretendía “tentar” con tan promisor futuro. Alguien lo grabó en secreto y difundió luego las cintas por varios medios de prensa y militantes políticos. Todo el mundo opinó que fueron los militares hondamente preocupados… Tuvo todo el parecido a una confabulación desde que dicho planteamiento no fuera realizado por los canales correspondientes tal como hoy.

Efectivamente, en estas horas y por iniciativa de Larrañaga, el asunto vuelve al tapete pero públicamente y formando parte del recién llegado Programa del Partido Nacional dejando por lo tanto en manos de la ciudadanía decidirlo o no.

Se dirá que la actual idea, aunque lleve el mismo nombre, nada tiene que ver con aquélla que, dicho sea de paso, fue rápidamente barrida, escándalo mediante, de toda discusión. Descubiertos, metieron violín en bolsa.

Debería ser muy bien aclarado si estamos ante la idea de Bush (padre), Lacalle y Gianola rejuvenecida, o ante un invento casual y sui géneris de Larrañaga al que inadvertidamente (lo que es grave) bautizó Guardia Nacional.

No es dable pensar que Lacalle, cuando la aceptó, hubiera olvidado que esta idea era totalmente suya (y de Bush y de Gianola).

La confusión, por eso mismo, es ineludible y la inadvertencia de Larrañaga si es que la hubo, por su gravedad, también resulta inaceptable. Un ex candidato a la Presidencia y ahora a la Vice, por mas amortiguado que esté, no puede cometer tamañas imprudencias.
En el Frente Amplio pensamos que Uruguay necesita tener Fuerzas Armadas y así lo declaramos categóricamente.

Pero además, en oportunidad de la “intriga Gianola”, estuvimos claramente en contra de la Guardia Nacional como primer paso hacia la disolución de las Fuerzas Armadas tal cual mandaba el Imperio.
Convendría por lo tanto aclarar también esto último: que para nada la idea de Larrañaga prepara subrepticiamente lo que Bush ordenaba o, por el contrario, que efectivamente procuran alcanzar la meta anhelada por Lacalle, Gianola y Bush (padre).

Es más: Larrañaga corre el riesgo de estar a la derecha de Obama.

Lacalle no porque lo está enfáticamente.
Se dirá que no somos quienes como para reclamarle estas cosas al Partido Nacional. Se lo imploramos ya que de otro modo no sabremos contra que mala idea polemizar como piden. Si quieren hacerlo deben aclarar ante el país que es lo que piensan.