26.06.2008

Este fraybentino imaginario había desarrollado una memoria tan prodigiosa que no sólo recordaba las cosas sino los momentos en que había visto cada una.

Y les ponía nombres.

Juan en la playa se llamaba de distinta forma que Juan en la casa o en la plaza. En la mente de “el Memorioso” cada piedra, cada pájaro (por más que fuera de la misma especie) tenían un nombre propio.

No eran simplemente hornero o tero sino que cada ave individual era llamada de distinta forma.

Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte sino cada una de las veces que las había percibido o imaginado.

Sin embargo, Borges sospechaba que tanta memoria no le permitía a Ireneo pensar.

"Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer y en el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles..."

Esa fue, quizás, la conclusión a que llegó el Presidente Vázquez hace un año. Fue cuando realizó los anuncios del Nunca Más que sacudieron la previsible vida noticiosa del país.

Pero 365 días después, tanto reclamo, tanta discusión sobre el pasado reciente, y no tanto, parecen haber influido demasiado en la solución de reencuentro que postulaba.

Su loable intención de buscar la reconciliación de todos los uruguayos a partir del nunca más a los hechos de los 60, 70 y principios de los 80, se enfrentó a muchas discrepancias internas y externas.

Frente a ello se tomó un avión haciendo coincidir su visita a Cuba con su intención de Nunca Más.

Esta es una coincidencia que se repite. Tampoco estuvo el 1º de Mayo en el país lo que parece una cierta incongruencia.

Si realmente se pretende lograr la reconciliación entre los uruguayos y se propone una fecha para ello, no puede su creador ausentarse.

En este último año fue poco lo que se hizo para lograr la cicatrización de las heridas.

Se publicó por parte de la Presidencia un trabajo de historia sobre el pasado reciente como se le llama ahora.

Varios tomos cuya decisión de publicación recuerda (no decimos que sea de igual valor) una acción similar a la de aquellos libros de "Las Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental".

Desde tiempos inmemoriales los gobernantes tienen la tentación de escribir el pasado, o de borrarlo.

El propio Borges recuerda el caso de un emperador chino que, como quería que los tiempos comenzaran con él, mandó quemar todos los libros de historia.

En su obra “Postguerra, una Historia de Europa desde 1945” Judt rememora un chiste que circulaba en la Unión Soviética en la época de la dictadura comunista.

Un oyente llamó a Radio Armenia y preguntó si predecían el futuro. La respuesta fue que si porque con el futuro no tenían problemas. "El problema es con el pasado, que nos está cambiando a cada rato" le aclararon.

No postulamos que deba olvidarse lo que sucedió ni prescindirse de la historia.

Sólo afirmamos que el cúmulo de memorias, datos e información debe permitirnos abstraer, generalizar y, sobre todo, pensar.

De lo contrario terminaremos como el Memorioso Funes.

La historia la escribirán dentro de muchos años historiadores.

Estos, sin son serios y buenos, no se quedarán con la versión que hayan dado los gobernantes de turno cuyas perspectivas de los hechos siempre serán parciales.

Los estudiosos analizarán documentos y muchos elementos más.

Nadie, por suerte, los puede obligar hoy a escribir mañana. Nadie. Tienen de su lado el mejor garante, el tiempo.

Nosotros nos tenemos que ocupar del hoy.

Hizo bien el Presidente en abstraerse, pensar y proponer cuál es el mejor camino para empezar a reconciliar a los uruguayos.

Pero no en ausentarse o postular publicaciones por parte de su gobierno de documentos seleccionados por personas por él contratadas para ello.

El camino actual de reconciliación a partir del Nunca Más propuesto es compartible.

Más historias oficiales, nunca, por favor.