Pedro
Bordaberry
 

Abogado y político, fue ministro de Turismo y de Industria en el gobierno de Jorge Batlle y candidato a la Intendencia de Montevideo por el Partido Colorado en 2005. Líder de "Vamos Uruguay", fue electo senador en las últimas elecciones y es el presidente del CEN colorado.

 
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06.03.2008

El último partido

Rosendo Bottaro es un personaje de un cuento de Alejandro Dolina. Había jugado al fútbol profesional, en primera división y, ya retirado, unos muchachos lo invitan a jugar en el cuadro del barrio.

Dolina describe con dolorosa precisión lo que le sucede al ex crack cuando intenta volver a jugar una fría y oscura noche de invierno.

Uno puede sentirse en la piel del veterano cuando Dolina hace referencia a los comentarios en la tribuna antes del partido. Uno de los espectadores dice "ese es Bottaro el que jugo en Lanús y Ferro". Los muchachos comentan que con él en el equipo "no podemos perder".

Pero el partido comienza y el pobre Rosendo sufre cuando ve que el físico no le responde e intenta jugadas y maniobras que sus jóvenes compañeros no entienden.

El final esta muy logrado. El veterano jugador desaparece en la noche y lo buscan para reclamarle que devuelva la camiseta. Pero no lo encuentran.

Unos niños dicen haber visto pasar a un hombre canoso, de camiseta y pantaloncito corto, por el camino de carbonilla, cerca de la vía del tren.

Dicen que iba llorando.

Este cuento me viene a la memoria cuando observo las estrategias que ensayan algunos veteranos dirigentes políticos en nuestro Uruguay.

Como Bottaro hacen jueguito antes del partido, dominando la pelota para demostrar a la tribuna que saben jugar. Luego, empezado el partido ensayan jugadas que ni sus compañeros ni el público logran entender.

Así algún veterano, que hoy quiere volver a la cancha, anuncia que incorporará u obtuvo el apoyo de retirados de otro partido. A su vez le cambia el nombre a su equipo para que los votantes piensen que es un seleccionado.

De esa forma, piensa que quienes no lo votarían si lo harán.

Al mismo tiempo, simula que se pelea con uno de sus dirigentes. Este último anuncia, entre lágrimas, que formará un grupo por separado en el que dará pelea en la interna.

Es todo tan patético que recuerda las peleas de verano de las vedettes argentinas para llamar la atención y lograr que la gente llene los teatros.

No entienden que el mundo, como el fútbol, cambió.

De nada sirven hoy esas maniobras y fintas que antes se aplaudían.Hoy todo es más físico, más entrenamientos, más orientado al resultado.

Porque la vida actual es más rápida, dinámica, exigente.

Hoy, nos guste o no, domina la eficiencia y la gente, en especial en nuestro país, reclama concreciones, goles. Está aburrida de las maniobras que no solucionan los problemas.

Por eso, como el viejo Bottaro del cuento de Dolina, esos veteranos hacen jueguito primero pero después se frustran cuando los demás no entienden sus jugadas o las miran con compasiva resignación.

En lugar de intentar maniobras desde dentro de la cancha, como el pobre Rosendo, deberían ayudar desde la línea de cal a los jóvenes que están jugando.

No sólo sus equipos jugarían mejor.

No correrían el riesgo de desaparecer en la noche por un camino de carbonilla mientras los contrarios festejan un nuevo triunfo y sus compañeros le reclaman que devuelva la camiseta.

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