Por Germán Wettstein
Mis doscientas palabras

En 1953, con 19 años, al participar en un proyecto parecido a éste de hoy, tenía el anhelo de cambiar el mundo. Medio siglo después, me preocupa (¿apenas?) cambiar la comarca; para hacerlo mejor, claro.

Porque ése es el objetivo tan sencillo como apetecible- de la presente suma de amigos, que invita a utilizar intensivamente el mejor recurso renovable del cual disponemos los seres humanos: el entusiasmo. Ahora y en el dosmil30.

Un entusiasmo abierto a reflexiones procedentes de las más diversas inteligencias. Necesariamente teñidas de especializaciones profesionales o laborales, pero predispuestas todas a escuchar y ser escuchadas. Y a formular propuestas.

Con un único compromiso previo compartido: pensar en el por-venir, no en el pasado. Cuando sea imprescindible recurrir a la historia, habrá que ejercitarla como trampolín al futuro; nunca como semillero de nostalgias.

Si hoy en día es pertinente el axioma ''Un mundo mejor es posible'', cómo no vamos a sostener, convencidamente, que ''Un Uruguay mejor es posible''. La coyuntura geográfica y política regional contribuye a avalar este convencimiento.

Cada uno de los lectores puede confeccionar su propia lista para describir en qué consiste un país mejor. Yo me animo a sintetizar todos los deseos en uno solo: que los uruguayos podamos recuperar nuestra vocación de grandeza La que nos destacó en 1815 1950; la que sigue latente en lo más íntimo de nuestro espíritu, cual brasa de trasfoguero.


Revista Dosmil30.
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