Eleuterio
Fernández Huidobro
 
Político, periodista y escritor. Fundador y dirigente del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros. En las elecciones nacionales de octubre fue electo Senador por la CAP-L.
 
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13.01.2009 10:14

Gran Premio José Pedro Ramírez

Hace poco y sofocados, oímos el reportaje que en oportunidad del “Ramírez” radio “El Espectador” hiciera a dos grandes y según pareciera ilustres “burreros”: Don Conrado Hughes y Don Leonardo Costa.

Este último conspicuo, público y confeso ex Secretario del flamante ex Presidente Jorge Batlle hoy ya fallecido.

Quienes no sabemos de ese deporte que practican algunos caballos pasamos mejor escuchando a sus “especialistas”. Tenemos amigos que a veces incursionan por hercúleas discusiones milimétricas en las que todo lego queda anonadado ante masas musculares imponentes de la memoria levantando portentosas lápidas de olvido nada más que por gusto.

A nuestro juicio, se ofenda quién se ofenda, la máxima cumbre viviente de esa extravagante halterofilia, es Don Gonzalo Aguirre Ramírez (un Yatasto invicto en cualquier distancia de esas y otras pistas). Y lo vamos a demostrar.

Antes no podemos dejar de señalar que en nuestro querido barrio, desde épocas inmemoriales, las apuestas se hacían (y tal vez se hacen), en sendos cuanto abundantes (otrora) boliches. Y es más: los resultados se sabían allí antes que en Maroñas. Lo que ya era fácil en aquéllos tiempos hoy, con los satélites, lo es más.

Incluso en el viejísimo Penal de Punta Carretas, donde pasamos glamorosas temporadas de verano puntacarreteño (bronceado que le queda grande a más de uno) había un “sport” superior al del Jockey Club y hasta “muchachas”, con capelina y todo, cada José Pedro Ramírez (y mala suerte: el que no pudo presenciar esos exclusivísimos y únicos espectáculos impagables, sólo para exquisitos iluminados, es porque no estuvo ni tuvo).

También debemos señalar, porque de otro modo seríamos injustos, que el tiempo, es decir la hora exacta, no era la misma en Maroñas que en algunos boliches del Buceo donde intrépidos parroquianos emulando a Einstein, atrasaban ciertos grandes relojes de pared que servían de tales solamente a incautos “capitalistas” levantadores de apuestas incapaces, por su codicia, de comprarse un reloj pulsera y ponerlo en hora propiamente dicha.

Allí cada tarde y varias veces por semana, podía verse con toda claridad (¡Atención Conrado!), que la Mano Invisible de Adam Smith era verdad pero al revés y que por lo tanto las justicieras leyes del Mercado son irremediablemente fallutas.

Varias condenas y cárceles después, nos enteramos que a Stiglitz le habían dado el Premio Nobel por “descubrir” lo que cualquier vecino del Buceo sabía y disfrutaba desde antes que el susodicho naciera: todo depende de la información que se tenga. Ahora parece que lo descubrió también Wall Street (no aún todavía Don Conrado el de tan recias entendederas proverbiales).

Pero además ambos burreros (oficio que no discutimos) incursionaron sin quererlo y tal vez sin saberlo (lo que sería peor) en asuntos históricos de los que, evidentemente, legislan menos que de caballos.

Dijeron al unísono, ya con el espíritu demasiado exaltado, que en Maroñas jamás hubo el más mínimo incidente y que los perdedores hasta saludan a los ganadores…

Resultó evidente la comparación aleve con el “fóbal” y otros deportes… Don Conrado (a dicha altura inimputable) llegó a sostener que eso se debe a los británicos… (¡Sublime en su género hoollygan!).

Omitieron que en las republicanas tribunas criollas del “Deporte de los Reyes” se perpetró, en medio de una carrera, un deplorable atentado “terrorista” contra el Presidente de la República Don Juan Idiarte Borda y, hace bien poco hubo otro, pero de arte menor (por deudas de juego fue el murmullo), contra Don Jorge Batlle quien por fin y a pesar de todo (incluso esas y otras heridas) luego fuera Presidente de la República (hoy extinto) munido de Don Leonardo Costa como Secretario quien, y solamente a esos efectos, también perdió increíblemente la tonicidad muscular de su hercúlea memoria el pasado José Pedro Ramírez.
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