Mujica contra desprecio a enseñanza de las manos

En su audición de este martes, el presidente José Mujica recordó que el nacimiento de la civilización "comenzó con el uso de las manos, para facilitar el trabajo elemental de la lucha por la vida".

"Es allí donde arranca la historia del pensamiento y es allí donde arranca el ejercicio de elaborar pensamiento, imaginar para hacer cosas, que previamente representamos en la cabeza y tratamos de ejecutar con las manos".

"¿Por qué me detengo en esto? Porque nuestra Constitución dice que son obligatorias la enseñanza primaria y la enseñanza media, agraria o industrial. Y me detengo. Pido repensar esto. ¿Qué les pasa a nuestros niños cuando salen de la escuela? ¿Cuáles son los caminos que tienen, cualquiera sea su historia?".

"No tienen otra alternativa que desembocar en un Ciclo Básico en donde todo es verbal, casi sin excepción, casi sin uso de las manos. Es como una capacitación antigua de los viejos preparatorios para ir a la Universidad o para oficinas".

"Este es el hecho tangible, real. Un botija de 12 años, muchos de los cuales vienen de hogares con enormes dificultades, huérfanos de atención o de cariños. Eso se va a reflejar en el nivel lingüístico, en dificultades de aprendizaje, porque cargan con conflictos familiares", agregó. "Tienen dificultades en lo cognoscitivo y en lo emocional".

"Esto no se puede remontar por decreto".

"Tienen diferencias en la operativa estrictamente intelectual, pero ¿significa eso que sean menos inteligentes, menos capaces? No, no, no. Es otra historia. No le ofrecemos otra cosa que un Ciclo Básico que, me atrevo a afirmar, está hecho desde la Academia, pensado desde Montevideo para todo el país".

"En esos 3 o 4 años de Ciclo Básico a muchísimos gurises los perdemos, porque se pudren, se aburren. Porque se sienten estigmatizados, que no sirven. Empiezan a quedar excluidos desde el punto de vista formal. Contribuimos a expulsarlos y a que tengan una sensación de fracaso".

"¿Qué nos pasa? Parece que privilegiamos sólo la transmisión por palabras. Casi no existe la experimentación o la observación. Las manos no se usan para otra cosa que no sea para escribir. En realidad privilegiamos los programas, la didáctica, pero nos estamos alejando de cosas muy trascendentes".

"Todo esto tiene una larga raíz ideológica, de un pensamiento afrancesado, de la Francia antigua, una contraposición entre trabajo intelectual y trabajo manual. Una dicotomía. En los hechos se separa el pensar del hacer. Se separa al sujeto que piensa y al sujeto que hace. Se crea una tácita jerarquía en contra del trabajo manual, como si dijéramos que usar las manos no significa desarrollar creación".

"Al salir de la escuela le propinamos un único camino: vaya al liceo o a la UTU. El Ciclo Básico, absolutamente imprescindible, homogéneo y parejito, desde Montevideo a Artigas, vivas en la campaña o vivas en Pocitos, no importa. Parece que dijéramos que inteligentes y capaces son aquellos que dan resultados en las pruebas verbales, orales o escritas. Que no son inteligentes los que no tienen fluidez en el lenguaje. Porque el pensar, en la práctica, no lo desarrollamos".

"No debemos seguir con este desprecio tácito, no debemos pensar que todo tiene que ser ladrillesco, igual y parejito. En definitiva, a muchos gurises que salen del cascarón escolar tenemos que darles la oportunidad de otros tipos de enseñanza", expresó. "No podemos seguir tratando igual a lo que es distinto, porque esta es una de las tragedias que tiene el Uruguay en la base de la formación de las nuevas generaciones".

"Antes de ser maduro intelectualmente, el ser humano es un repertorio de muchas cosas casi elementales", explicó. "Nada de eso es opuesto al pensamiento abstracto, a la profundidad del sentir, a la poesía, a la gran mística de pensar en un universo. Por eso, no acompaño ni acompañaré jamás el tácito desprecio que existe en este país a la enseñanza de las manos".

Afirmó que perdió una batalla pero sigue peleando por "una UTU fuerte, autónoma, con centros que evolucionen, se regionalicen, se peguen al territorio y éste las apadrine. Públicas, pero capaces de ser, sencillamente, y no que para agrandar una letrina tengan que pedir permiso a una oficina de arquitectura montevideana que ni siquiera las conoce".