Homicida condenado a muerte salvado in extremis por madre de la víctima

El fotógrafo Arash Khamooshi, de la agencia estudiantil iraní ISNA, logró captar una inesperada secuencia fotográfica cuando acudió a presenciar una ejecución pública. El condenado, llamado Balal, iba a morir por haber apuñalado a otro joven hace siete años, cuando el sólo tenía trece.

Lejos del ceremonial de las ejecuciones hollywoodenses, la de Balal estaba arreglada de acuerdo a protocolos muchos más sencillos. La acción tuvo lugar en un sencillo patio en el que se colocó un andamio para colgar la soga. Y debajo de la cuerda un simple taburete sostenía al reo, que con los ojos vendados y sujeto por grilletes, aguardaba con horror el momento final.

En el último momento, hace aparición la madre de la víctima. Sin mediar palabra, la mujer estampa una bofetada en el rostro de Balal, que ya tenía -literalmente- la soga al cuello.

Según consigna el periódico La vanguardia, este gesto de la mujer significó el indulto para el condenado.

La secuencia, estremecedora, sigue con varias imágenes más: la madre hablando al joven, las manos que le retiran la soga del cuello, Balal desmoronándose mientras se lo llevan de nuevo a la celda y, finalmente, las madres del perdonado y del fallecido siete años atrás abrazándose entre lágrimas.

En Irán, el segundo país con más ejecuciones públicas después de China, la ley permite a las familias de las víctimas participar en la ejecución de los condenados dando el empujón final a la silla del ejecutado. Pero la familia de Abdollah Hosseinzadeh decidió hacer todo lo contrario. Su hijo murió apuñalado tras una pelea, pero ahora el padre de la víctima admite que la solución no pasa por matar a su asesino, que entonces era un adolescente: "Balal no tenía experiencia y no sabía manejar un cuchillo. Fue inocente".