Contenido creado por Belén Fourment
Entrevistas

Dame la mano y vamos

Tres motos sin límite: la vuelta al mundo

Tres amigos, tres motos, una idea: dar la vuelta al mundo sin plan, sin ruta definida. Eso es lo que están preparando Juani, Alejandro y Álvaro, que en abril de 2014 emprenderán un ambicioso viaje que tiene como objetivos el crecimiento personal y el goce de la aventura. De eso hablaron con Montevideo Portal.

21.12.2013 17:25

Lectura: 7'

2013-12-21T17:25:00-03:00
Compartir en

Juan Martín, que se presenta como Juani, y Álvaro, se conocen hace cuatro años. Como miembros de la fundación El Arte de Vivir, viajaron juntos a las Cataratas y también a India, una experiencia que les sirvió para tener muchas anécdotas que contar. Pero ahora querían historias nuevas, y empezaron a soñar. Hace dos años conocieron a Alejandro, un chef con alma de mochilero. Y soñaron. Y en abril de 2014 se van a dar la vuelta al mundo.

¿Qué significa la vuelta al mundo? ¿Cómo se decide hacer algo así? ¿Por qué eligieron las motos? ¿Qué tienen que llevar? ¿Qué ruta harán? De todo eso hablaron los viajeros con Montevideo Portal, previo a partir a Chile a hacer un "viaje de entrenamiento" de 20 días.

Ustedes están locos

"Cuando empezamos a contar la idea decíamos en voz baja que nos íbamos a dar la vuelta al mundo. Porque vos no estabas convencido", cuenta Álvaro a Montevideo Portal. "Ahora ya no. Y la gente te pregunta 'pero cómo, ¿tenés tiempo?'. Y no, nos vamos a hacer el tiempo. Y vamos a dejar el trabajo, y haremos lo que tengamos que hacer para que surja el viaje. El foco está en eso", asegura el más experimentado del grupo, con 42 años.

Juani recuerda que los tres tienen, en este caso, la "cualidad" de no tener hijos o familia que dependa de ellos (a él, particularmente, le costó conseguir la aprobación de su novia, pero lo hizo), y todos coinciden en lo bien que se acoplan los tres y en lo importante que ha sido el apoyo de la gente para llevar adelante esta ambiciosa idea.

¿Cómo nació? Juan y Álvaro habían planificado ir a Machu Pichu, y cuando Alejandro se sumó, decidió llegar con ellos hasta ahí y después seguir su camino. "Al final les empecé a hacer la cabeza, a mandarles 50 mails por día", recuerda éste último, y así se reformuló el viaje. "Me compré la moto en setiembre, no sabía ni andar", dice.

Algo parecido les pasó a todos. El primero en adquirir el vehículo fue Juani, que en febrero dio una vuelta en un birrodado y supo que tenía que tener el suyo propio. Después convenció a Álvaro, y así los tres se compraron la misma Yamaha negra, a las que se subirán en abril para transformarlas prácticamente en sus casas, por un tiempo.

"Andar en moto, para el que más o menos le gusta y tiene un poco de aventura en la sangre, es genial. Tenés una vista que no tenés en otro lado, usás el cuerpo para manejar, y es algo que se siente", señala Juan, explicando que esta travesía no se trata sólo de conocer, "sino que es una intención un poco más grande, de unir a la gente, de darse cuenta que somos todos iguales. También el crecimiento personal. Capaz que algún día no te bañás, y otro no comés, pero eso es un crecimiento como persona y es uno de los objetivos grandes".

Con todo eso en la mente, el frío, la lluvia, el viento y la nieve no son obstáculos para el viaje, porque fueron adquiriendo tecnología especial para mantenerse calientes, con atuendos que les permitan manejarse en lugares como el Salar de Uyuni, en Bolivia, donde de día hace mucho calor y en la noche se pueden sentir hasta 30 grados bajo cero.

"Hay una frase que la adoptamos nosotros porque todos los viajeros la usan que es ‘ir liviano'. Ir liviano, de llevar lo justo y mentalmente; ir liviano con todo", señala Álvaro, antes de que se den detalles del equipamiento con el que contarán: carpas de montaña, sobres de dormir, pantalones convertibles, botas y championes de trekking, equipos de lluvia, cascos, guantes; lo mínimo e indispensable para las motos, un bidón de nafta extra y poco más.

Además de todo eso precisan pasaportes oficiales, que les permitirán ahorrar tiempo y dinero a la hora de entrar a tantos países como piensan conocer.

Hay que hacerlo

Ninguno de los tres sabe con cuánta plata se irá, pero no se olvidan de los chicos que ya hicieron un viaje de estas características en una Mehari, y que en Perú no tenían más dinero; o de Emilio Scotto, uno de los viajeros más reconocidos, que las dos veces que dio la vuelta al mundo tuvo como base económica 300 dólares. "Entonces él dice que cada 300 kilómetros, 300 dólares son un montón de oportunidades, e iba viajando así", señala Alejandro.

Los viajeros también recibe colaboraciones de la gente, y esperan que eso se sienta todavía mucho más, aunque no sólo tiene que ver con dinero. "Hay mucha gente que está dispuesta a ayudar. Y la vamos a llevar a full. Tenemos súper confianza. Es fácil pensar 'estos pibes están locos, no tienen idea de lo que van a hacer.' A mí me dicen ‘pero tenés un buen laburo'. Y yo me imagino en 20 años contándole a mis hijos y después a mis nietos, y es genial. Es algo que está bueno y que puede enriquecer mucho. Y también motivás a que la gente viva la vida", dice Juani, que vuelve a referirse al objetivo del viaje.

Álvaro refuerza la idea: "la aventura es lo que te da más vida, aventura, ánimo. Y la vida es una aventura también". Y su compañero vuelve a señalar que "es una forma de pasar el ánimo de que la vida es cortísima, es ahora y nos vamos a morir de todas maneras. Capaz que nosotros lo llevamos un poco al extremo".

"Lo que me sorprende es cómo está armada la vida de hoy, que lo dice Mujica. Trabajamos todos los días ocho horas, vacaciones 20 días al año, y toda la vida así. Y comprás, venís, tu casa, el trabajo, las vacaciones, y la vida se te va y sos un esclavito atrás de la computadora. Yo trabajo con gusto, hago lo que tengo que hacer, sé que mi trabajo me permite comer y hacer cosas lindas, pero tiene que pasar por otro lado, tiene que haber otras formas y estoy seguro de que las hay, y voy a ir en busca de eso. De última me moriré de hambre, pero me voy a morir igual. Eso es lo peor que te puede pasar. Pero pretendo vivir lo más que pueda, ayudando lo más posible y siendo útil para el mundo", reflexiona.

"Mi foco está en Alaska", cuenta Juani, mientras que Alejandro quiere conocer "todo" y Álvaro va más allá soñando con las pirámides de Egipto y con entrar a Nueva York en moto.

Pero más allá de soñar con eso, saben que no tienen ni ruta planificada ni plazo de viaje. "Que el viaje vaya construyendo el objetivo", apunta Juan, quien asegura que no tendrá reparos para vender la moto y comprarse un boleto de avión si en tres meses extraña, o para quedarse establecido en un lugar si así quieren hacerlo.

La alegría, el bajón, la adrenalina, los nervios, todo planean informarlo a través de su web y de su fan page de Facebook, y para hacer una buena cobertura llevan tecnología de primera mano. Con todo esto, Alejandro, el único de los tres que no es vegetariano, se entusiasma: "tengo ganas de hacer un programa de cocina por todo el mundo, con un canal en YouTube".

¿Y qué esperan para después, para la vuelta? "No me imagino cómo va a ser, pero sé que no va a ser igual porque después de tener tanta libertad, de saber que podés vivir lo que quieras, manejándote vos, no te vas a andar quemando la cabeza", dice Juani y los demás asienten. "Hoy, capaz que en mi casa me voy a bañar, no tengo agua caliente y pego una puteada. Seguramente cuando vuelva, el agua caliente va a ser lo de menos. Empezar a necesitar menos; que te saque menos felicidad no tener algo es interesante".

Montevideo Portal | Belén Fourment