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Dinamarca 6 Uruguay 1
Cuando la selección uruguaya de fútbol regresó de México tras disputar el mundial 1986, muchas personas esperaban a Omar Borrás, el técnico por entonces. No para aplaudirlo o vitorearlo. Lo esperaban con banderas en las que podía leerse "Omar Burrás", acompañadas de una caricatura del técnico con orejas de burro. Y es que, estimado Omar, todos recordamos aquel fatídico 13 de junio de 1986. La selección nos había engañado a todos, comenzando por aquella Copa América 1983 y las eliminatorias para el mundial de México. El partido debut contra Alemania, el vicecampeón del mundo, estiró la mentira. Aquella corrida de Alzamendi que puso el 1 a 0 y la victoria que se escapó a cuatro minutos del final nos hicieron creer que era justo pensar en nosotros mismos como uno de los favoritos. Los alemanes nos habían apedreado el rancho después del 1 a 0 , pero porque Uruguay se había tirado a resguardar el resultado. Llegaba el segundo partido. Una papa. Dinamarca. ¿Quién conocía a los daneses por entonces? Le habían ganado a los escoceses en el primer partido, es cierto, pero pensábamos que eran un paisito sin historia, especializado en la cerveza, el libertinaje y la pornografía no tradicional. El 13 de junio muchos nos amuchamos frente al televisor para ver al Enzo, a Ruben Paz, al Hormiga Alzamendi, al Chicharra Ramos. Del otro lado los nombres daban risa: Larsen, Olsen y una serie de apellidos parecidos a esas cervezas que cada tanto llegan importadas al super. El paseo comenzó a los once minutos, cuando un malnacido llamado Elkjaer Larsen empezó su picnic personal metiendo el primero de una cuenta que llegó a tres en ese día. A partir de ahí Fernando Alvez fue el uruguayo con más actividad. Básicamente revolcarse en el barro e ir luego a buscar la pelota al fondo de la red. Ni siquiera el gol de penal de Francescoli (penal inventado, por otra parte) pudo devolvernos la fe que un sujeto llamado Michael Laudrup, con su varita de armador mágico, destrozó durante todo el partido. El gol de Enzo fue el 1-2 al final del primer tiempo y muchos creían que la reacción se venía en el segundo tiempo. Ilusos El segundo tiempo fue mucho peor. Casi no la vimos, mientras los daneses aprovecharon para hacer algunas de las mejores jugadas del mundial. El propio Laudrup, más Lerby y Olsen, llenaron una canasta bien armadita y se la entregaron a Alvez con seis paquetitos dentro. Es que la selección seguía atacando, convencida de que era un mal sueño y que íbamos a empatar en cualquier momento. Fernando Alvez estaba en la base de la Antártida allá atrás, solo y en un páramos desolado que cada dos por tres surcaban ágiles blondos, con la pelota atada. Finalmente, el juez marcó el final pero la pesadilla no terminó. La confianza en nosotros mismos quedó tan destruida que la eliminación estaba firmada aunque quedaran partidos por jugar. El lastimoso 0 a 0 ante Escocia nos dio el pase a octavos y allí nos despachó Argentina 1 a 0. Ya no importaba. Media docena de regalos daneses habían sido despachados a domicilio y la vergüenza, que prometía durar, duró. ![]() |
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