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Benny Hill
La cara de galleta de Benny Hill, con los ojos abiertos y las cejas enmarcando una expresión de picardía, era el indicador claro de que algo relacionado con una mujer escasa en ropas iba a suceder en alguno de sus gags. Generalmente se trataba de una resolución muy inocente, relacionada con carteles que ocultaban cosas y que luego quedaban a la vista, la visión fugaz de ropa interior o el atrevimiento de un contacto accidental con alguna porción del cuerpo de la implicada en cuestión. A la distancia, uno se percata que la expresión de Benny Hill, sugiriendo un nivel importante de degeneración, pesaba más en la balanza que lo poca piel de las actrices que podía verse. A pesar de ello, los niños de los '80 veíamos al cómico inglés Benny Hill casi desde la clandestinidad, como si estuviera en el terreno de la transgresión. Hoy en día, la aparición de mujeres en sus rutinas cómicas, muchas veces silenciosas, simplemente parecen demostraciones de sexualidad naif, casi puritanas en comparación con un programa de chimentos actual o la exposición de revistas de celebridades en los kioscos capitalinos. Veinte años atrás (y Benny Hill fue emitido durante varios períodos distintos en la TV uruguaya) la visión de aquellas mujeres inglesas, usando ropa interior abundante en tela, nos provocaba cierto cosquilleo interno y la reprobación inmediata de nuestros padres. El show de Benny Hill llegaba a nuestro país con un doblaje argentino (con voz principal chilena) que tenía ventajas y desventajas. La ventaja la gana con la distancia, ya que aquella voz gruesa (que también doblaba documentales) despierta inmediatamente sensaciones nostálgicas. La desventaja es que tapaba la interpretación original de las canciones -muchas veces compuestas por el propio Benny Hill, al igual que la música de apertura y cierre-, y no respetaba en absoluto el movimiento de los labios. Entre sus momentos más recordados están: la interacción con uno de sus calvos partenaires, los gags mencionados con chicas jóvenes, las rutinas mudas que tanto gustaban al propio Chaplin y la secuencia final de todos sus episodios, compuesta invariablemente por una persecución acelerada en la que Benny Hill era el propio fugitivo. Como muestra, dejamos un excelente sketch silencioso, denominado El Pozo de los Deseos, y una de las persecuciones aludidas de los créditos finales. ![]() |
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