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Entrevistas

En el Caribe Sur

Raúl Gallegos, autor de “¿Cuándo se jodió Venezuela?”: lo peor es que se convierta en "la nueva Cuba"

Conversamos con el analista y consultor colombiano, experto en temas petroleros y testigo privilegiado de la Venezuela de hoy.

18.04.2017 09:49

Lectura: 10'

2017-04-18T09:49:00-03:00
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Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy

Raúl Gallegos es analista senior de la firma de consultoría Control Risks para la región andina. Trabajó como analista para el Economist Intelligence Unit, como comentarista para la agencia de noticias Bloomberg y como columnista financiero para Reuters Breakingviews.

Durante cinco años ejerció como corresponsal en Caracas para la agencia de noticias Dow Jones y para el periódico The Wall Street Journal, especializándose en el sector petrolero. Le tocó vivir los tiempos en los que Venezuela recibía dinero a manos llenas gracias a un petróleo que cotizaba alto en el mundo, y el presidente Chávez daba impulso a sus iniciativas de nacionalización industrial.

Gallegos es el autor de Crude Nation, un libro publicado primeramente en inglés cuya tinta todavía está fresca (fue lanzado en marzo pasado) y que él mismo tradujo al español bajo el sugerente título ¿Cuándo se jodió Venezuela?, obra que versa "sobre cómo el país con las reservas petroleras más ricas del mundo acabó sumido en la ruina, otra vez".

En diálogo telefónico con Montevideo Portal, Gallegos explicó el origen del curioso título castellano, bastante más elocuente que el original en lengua inglesa.

"En realidad fue idea de la editorial, y la verdad es que engloba hasta cierto punto una pregunta que mucha gente se formula al ver la situación en Venezuela, cómo se llegó a esto, y si este desastre que estamos viendo en la actualidad es exclusiva responsabilidad del movimiento chavista", explica.

En su libro, Gallegos se remonta a las primeras décadas del siglo XX, cuando el hallazgo de petróleo cambió la matriz económica del país, y sirvió como herramienta para el clientelismo político del gobierno de la época.

"Obviamente la respuesta es que la situación disfuncional de Venezuela viene desde hace mucho tiempo, y si bien la responsabilidad del desastre actual es del chavismo, en realidad hay una serie de tendencias dentro de Venezuela, en la población, que hace que se repitan estas debacles", describe.

"El chavismo empezó en 1999, y en esa época el precio del petróleo estaba por los suelos", recuerda el autor. Luego esa situación cambiaría y permitiría a Chávez afianzarse en el poder. "El movimiento se empezó a fortalecer como tal cuando empezó a entrar una vasta cantidad de recursos gracias al petróleo, cuando empezó a subir el precio del petróleo, allá por 2003. Ya para ese momento, el chavismo había sufrido varios problemas; un intento de golpe contra Chávez, paros petroleros, protestas. Y ya entonces un gran porcentaje de los venezolanos se oponía férreamente a la manera en la que el presidente Chávez iba incrementando su control sobre diferentes ramas de la política y del Gobierno", refiere.

Un país enfrentado

La situación política actual de Venezuela se encuentra altamente polarizada entre los simpatizantes oficialistas y los opositores, una división que en ocasiones pasa de la natural rivalidad política a la violencia lisa y llana.

Archivo/difusión

"Muchos chavistas radicales te dirían que esa radicalización ayudó al movimiento a salir adelante", afirma Gallegos, quien considera que "el chavismo se nutre precisamente de la frustración de muchas personas por la falta de movilidad social que existía en el país, por el abandono que sentía una gran parte de la población, por la manera en que se mal manejaba la riqueza petrolera, que terminaba en bolsillos privados o en gente bien relacionada con el Gobierno. Eso, el nivel de corrupción que había antes de Chávez, fue lo que impulsó su llegada al poder y lo que le dio el capital político para cambiar la Constitución, para refundar el brazo legislativo del Gobierno, para hacer todo lo que se necesitó para darle al chavismo control de todo el aparataje público", señala.

No culpes al petróleo

A menudo se considera que las riquezas naturales de un país pueden ser al mismo tiempo un don y un castigo, y que -como en el caso de Irak o Congo-, estas riquezas atraerían a las potencias dominantes como una presa sangrante lo haría con tiburones en pleno frenesí alimenticio.

Sin embargo, Gallegos entiende que es un error ver este tipo de abundancia como una condena.

"Yo no creo en la ‘maldición del petróleo' o en la maldición de la riqueza de los recursos naturales. Creo que todo recurso natural bien administrado puede ser una gran ventaja, una herramienta para salir adelante. Ya lo hemos visto en países como Chile, Noruega, y en países miembros de la OPEP situados en el Golfo Pérsico, que han logrado invertir esa riqueza, ahorrarla, e impulsar el desarrollo de sus sociedades", explica.

"Por ejemplo, Qatar y otros países han logrado crear fondos de inversión tremendos, que al final han evitado el tipo de debacle político-económica que estamos viendo en Venezuela", dice.

"La gran lección de Venezuela es que, si le das un cheque en blanco a la clase política, si le das un chorro de dinero sin restricción, eso termina creando incentivos para el derroche, la corrupción, y también para que la población tienda a depender de manera casi absoluta del Gobierno", resume el autor.

Las paradojas de un dólar que es muchos dólares


En Venezuela, la divisa estadounidense no tiene un único valor, y comprarla o venderla no es tan simple como acercarse a la ventanilla de una casa de cambio. En el país existen tres cotizaciones oficiales (A fines de 2015, el dólar cotizaba a la vez 6.13, 12 y 50 bolívares según cada una de esas cotizaciones. Mientras tanto, en el mercado negro (cuyo valor se aproximaba más a lo que valdría en una situación no regulada) alcanzaba los 180 bolívares.

Para obtener dólares sin recurrir al ya mencionado mercado negro, es necesario comprárselos al Estado, a través del omnipotente Centro Nacional de Comercio Exterior (CENCOEX), que establece los montos a los que puede acceder una persona o empresa, y a qué cotización puede adquirirlos.

No hace falta ser una lumbrera para notar que, si alguien encuentra el modo de adquirir dólares a las cotizaciones oficiales, tendrá entre manos un gran negocio si decide revenderlos en el siempre ávido mercado irregular.

Similar situación ocurre con los artículos de primera necesidad tarifados por el Gobierno. Suelen brillar por su ausencia, pero cuando aparecen pueden ser una gran oportunidad para quienes los vendan en mercados irregulares, o incluso al otro lado de la frontera colombiana.

"Eso es parte de lo que ocurre cuando un gobierno impone toda una serie de leyes y restricciones en el desarrollo de la Economía, por razones políticas e ideológicas", afirma el escritor.

"En Venezuela hay controles de cambio, así como de los precios para muchos productos. Si limitas la venta de dólares y se la adjudicas a personas específicas, se crea un incentivo para un mercado negro, para la transa ilegal de dólares, etc., especialmente si mantienes esas restricciones durante mucho tiempo", describe.

"Eso hace que, eventualmente, cuando cae el precio del petróleo, las empresas no tengan suficientes dólares para importar materia prima o los productos terminados", explica, recordando que "Venezuela depende mucho de las importaciones", ya que aproximadamente el 70 % de los artículos presentes en el mercado venezolano son de procedencia extranjera.

"Y en cuanto al control de precios, si lo mantienes por tiempo indefinido las empresas comienzan a perder dinero, porque tienen que vender por debajo de lo que les cuesta producir. Entonces llega la escasez de productos y de nuevo generas mercados negros para la venta de papel higiénico, leche, azúcar, un sinfín de artículos", detalla.

Por eso, Gallegos entiende que "otra de las grandes lecciones de Venezuela es que la intervención estatal a ultranza, sin ningún tipo de miramiento y medida, lleva al tipo de desastre económico que atraviesa la Venezuela de hoy".

Fundador y sucesor

"Es cierto que Maduro no es Chávez pero es importante no subestimarlo", advierte a quienes ven al actual mandatario como una mala imitación de su fallecido líder.

Archivo. EFE/Miguel Gutiérrez

"No podemos asumir que es menos hábil políticamente y que eventualmente saldrá del poder. Si bien es cierto que no tiene el carisma ni el nivel de aceptación que tuvo Chávez, ha demostrado ser bastante hábil como para poder mantenerse en el poder todo este tempo, considerando el bajo nivel de popularidad que tiene en Venezuela. Por ese lado, es muy cauto no asumir lo peor de Maduro en cuanto a sus habilidades políticas".

Del mismo modo, "la idea de que todo se vino abajo por Maduro, es errónea", ya que el gobierno actual de Venezuela aplica "las mismas políticas que Chávez instauró hace tantos años, y que se han mantenido. Son erradas, pero son las mismas exactas políticas", asegura.

"Hay gente que dice que fue con Maduro que se vino todo al traste. Será porque cayeron los precios del petróleo y porque el modelo económico dejó de ser sostenible, pero si Chávez hubiera estado vivo le habría tocado este desastre", asegura.

Lo que vendrá

Interrogado acerca del porvenir de Venezuela a corto y mediano plazo, Gallegos lo percibe como algo "muy convulso, de muchísima polarización, con un gobierno que se moverá cada vez más hacia una dictadura abierta".

"Creo que durante estos años el movimiento chavista ha mantenido las formas de la democracia, pero ya hemos visto en los últimos seis meses que en este gobierno está habiendo una transición hacia un estadio en el que ya no la respeta. Ya no le importa cancelar un referéndum revocatorio contra el presidente, con excusas digamos burdas. No le importa retrasar elecciones en el momento en que no le conviene tenerlas, no le importa abusar del Congreso dominado por la oposición y neutralizarlo totalmente, porque no le conviene que emita leyes", enumera.

"En fin, todos esos factores nos indican que este gobierno ya está pasando hacia esa otra etapa, que es más dictatorial", expresa.

Los de enfrente, divididos

Para complicar todavía más la coyuntura política venezolana, la situación de las fuerzas opositoras no se presenta demasiado promisoria, y no solo por causa de los ataques sufridos desde el poder. Quizá su principal carencia sea la ausencia de figuras de liderazgo que seduzcan a la ciudadanía.

Archivo. EFE/Miguel Gutiérrez

"La oposición tiene varios problemas. Están divididos, no tienen una visión de futuro. En cuanto a sus líderes, para ser honestos, francos y justos con ellos, hay que decir que están presos, perseguidos o bien inhabilitados para ejercer cargos públicos. Es una oposición que ha tenido que enfrentarse a una situación que los partidos políticos no enfrentan en otros países", recuerda.

Para el autor, esta situación "ha dificultado que haya más cohesión y visión de futuro en la oposición", "pero creo que es un momento donde podríamos ver el surgimiento de nuevos líderes opositores", agrega. Además, entiende que "las estrategias que utilice la oposición tienen que ir cambiando, posicionándose para una lucha en varios frentes". Uno de los principales sería el de "no bajarle la presión al Gobierno", para lograr que Venezuela "siga en la palestra, que se siga hablando de Venezuela, que no se la olvide".

En opinión del autor, este esfuerzo es vital, ya que "Lo peor que le puede pasar a Venezuela es que se convierta en la nueva Cuba, donde la población pasiva deja que el castrismo haga lo que se le dé la gana por cincuenta años y el resto del mundo se encoge de hombros, asumiendo que eso es lo que hay".

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Por Gerardo Carrasco
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