Contenido creado por Patricia Floriano
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Un pueblo con historia

La historia de la Colonia San Javier

A 100 años de la llegada a Uruguay de cientos de rusos a la Colonia San Javier, el antropólogo Nicolás Guigou, quien estudió a sus pobladores, dialogó con sobre el surgimiento del pueblo, su particular religión y los hechos que la llevaron a ser catalogada como “pueblo comunista” por la dictadura.

30.07.2013 09:52

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2013-07-30T09:52:00-03:00
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Este fin de semana se conmemoraron los 100 años de la colonia San Javier, ubicada en el departamento de Río Negro, con varias actividades que recordaron el desembarco de las alrededor de 300 familias que llegaron de Rusia para poblar la zona.

En conversación, el antropólogo Nicolás Guigou, autor de "Religión y producción del Otro: mitologías, memorias y narrativas en la construcción identitaria de las corrientes inmigratorias rusas en Uruguay", el documental "Pan y Sal" y varios otros artículos en los que describe el presente y el pasado de la colonia, recordó algunos de los episodios que marcaron el surgimiento de esta comunidad de rusos y derivaron en su persecución por la última dictadura uruguaya.

Guigou recordó que los primeros rusos que llegaron a San Javier desembarcaron en tierras uruguayas en 1913, tras haber considerado otras alternativas, como Canadá o Estados Unidos, para huir del régimen zarista que los perseguía.

En efecto, el grupo de rusos que pobló San Javier pertenecía a la "Comunidad Nueva Israel", una corriente religiosa que se había escindido de la Iglesia Ortodoxa Rusa a mediados del XVIII y que profesaba, según Guigou, "una suerte de comunismo espiritual en el que no tenía que haber propiedad privada y todo era de todos, con una visión utópica propia de esa época".

Una religión que, al igual que otros movimientos religiosos que surgían en aquel Imperio Zarista, tenía en la Iglesia Ortodoxa Rusia su principal enemigo y, asociado a ésta, al propio Zar.

Decididos a venir a Uruguay, el gobierno uruguayo llega incluso a enviar una delegación a Rusia para coordinar su llegada. Según Guigou, la diligencia uruguaya se debió a que "la preocupación del Uruguay de esa época era atraer inmigrantes con determinadas características". En ese sentido, señala que un informe oficial de aquel momento catalogaba a los futuros pobladores de San Javier como "de buena raza" por ser "blancos y trabajadores".

Entre las familias que llegaron a fundar San Javier se encontraba Basilio Lubkov, líder religioso de la comunidad y uno de los que, apenas culminada la Revolución Rusa, decide retornar a la incipiente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con la esperanza de que la derrota de "sus dos archienemigos: el Zar y la Iglesia" les asegurara un mejor futuro.

Sin embargo, el grupo integrado por Lubkov y sus "apostoles" - principales referentes religiosos del pueblo - termina perjudicado por el fin de la "Nueva Política Económica" de Lenin y la radicalización de Stalin, que colectivizó las maquinarias y tierras que los rusos de San Javier, que habían logrado una relativa prosperidad en Uruguay, tenían en su país.

La investigación de Guigou recogió como, antes de irse, Lubkov encabezaba una especie de "comunismo primitivo" con el que los habitantes de San Javier distribuían la producción. "Ellos dividían cada chacra entre cinco familias, allí producían y llevaban todo a una cooperativa, de donde retiraban las cosas", explicó el antropólogo, señalando que se trataba de "una especie de anarquismo ideal que, como todo lo idea, terminó mal".

En ese sentido, continuó repasando como "había una burocracia que en realidad se beneficiaba con la venta de productos". Según Guigou, "Lubkov era uno los que se beneficiaba de esta venta y además recibía préstamos de bancos nacionales". La partida del líder a la URSS no mejoró las cosas, ya que su sucesor, Andrés Poiarkov, decidió "hipotecar San Javier" para conseguir dinero rápidamente. "Como la mayoría de la gente ni siquiera sabía hablar español les hace firmar papeles", dijo Guigou, añadiendo que "es así que un día llegan del Banco Hipotecario, los juntan a todos, y les dicen que San Javier está hipotecado". El incidente obligó a los habitantes del pueblo a "trabajar años para levantar la hipoteca", no sin perder de todas formas algunas tierras. Sin embargo, la década del 50 marcaría para San Javier una época de notoria prosperidad. Al respecto, el antropólogo señaló que en aquel momento "el puerto funcionaba y el Río Uruguay era un gran complejo agroexportador". En ese marco, los habitantes de San Javier "fueron los que trajeron el girasol y los primeros en hacer aceita de girasol". La imagen de "pueblo comunista" La prosperidad de los 50 terminaría con la crisis del 60, época en la que se haría más visible el lazo cultural que única al pueblo con la Unión Soviética. "En ese momento la URSS no estaba tan mal y empieza a haber emigración desde San Javier por motivos económicos", señala Guigou, mencionando que los rusos de Uruguay "siempre aprovecharon ese vínculo". La estrecha relación entre la URSS y San Javier sería advertida por Benito Nardone en su libro "Peligro rojo en América Latina". Sin embargo, para Guigou el dirigente nacionalista interpretó mal la presencia del Partido Comunista del Uruguay en el pueblo. "El PCU en San Javier siempre fue un partido chico pero en el Interior prácticamente no existía. En realidad el Partido recaban muy pocos votos en San Javier y la filiación de algunos de sus habitantes, sólo algunos, al PCU tenía más que ver con los vínculos familiares". Las primeras detenciones en San Javier se dieron durante la dictadura de Gabriel Terra. Incluso, en la década del 30 una dirigente comunista, cuya tumba hoy luce una oz y un martillo. "La construcción de la imagen de pueblo comunista se va haciendo gradualmente", asegura Guigou, indicando que "por ejemplo, antes de la dictadura, el diario El País decía que San Javier estaba ‘invadido de propaganda comunista' y contaba la cantidad de materiales que llegaban de la URSS". Al respecto, el antropólogo explicó que "como todos sabían ruso, y como parte de la propaganda del sistema soviético, todos recibían discos y revistas de deporte, de moda o de lo que sea. En realidad no era propaganda comunista en el sentido del comunismo uruguayo, era propaganda de su patria y hay que entenderlo desde ese lado". Los años más difíciles para San Javier llegarían a partir de 1980, cuando la dictadura comenzó a apuntar contra el vínculo entre el pueblo y la Unión Soviética. Para Guigou, "en 1980 la dictadura trata de legitimarse a través de un plebiscito, pero ya no podía argumentarse que el país estaba en riesgo de caer en manos del comunismo, porque la guerrilla había sido derrotada y los sindicatos prohibidos". En ese contexto, "inventan que hay un brazo armado del Partido Comunista operando en San Javier, que hay submarinos soviéticos que aparecen por el Río Uruguay y que hay gente que está siendo entrenada y que se comunica con el Kremlin". Guigou asegura que las acusaciones eran "un montón de disparates" pero que "si tenés un pueblo con un instituto Máximo Gorki, uno de los líderes de la Revolución, donde la mayoría son descendientes rusos y al que viajan representantes de la URSS para conmemorar los aniversarios, tenés un paquete ideal si necesitas crear un enemigo interno". El antropólogo apuntó que la dictadura comenzó a "incentivar a algunos habitantes, entre ellos algunos rusos, a denunciar a sus vecinos a cambio de algún dinero y favores". De esta manera, al poco tiempo ya había denuncias alertando sobre "un grupo armado que se estaba formando" y que obligaba a una intervención de las autoridades. "Todo eso fue armado por Inteligencia Militar", sentencia Guigou. Comienzan entonces operativos masivos en el pueblo, tras los que llevan detenidos a varios jóvenes del pueblo, en muchos casos que recién habían cumplido los 18 años. Entre los detenidos está Vladimir Roslik, quién cuatro años más tarde será asesinado mientras es torturado, tras ser apresado por segunda vez. "Va un montón de gente presa, entre los que hay muchos jóvenes de 18 años que vienen de familias batllistas y que no tienen la menor idea de política. Si cualquier preso político es injusto lo de ellos es terrible, porque los llevaron porque sí", agrega Guigou. Los detenidos son llevados al Cuartel de Fray Bentos, donde son "sistemáticamente torturados" para obligarlos a confesar los crímenes de los que se los acusaba. "Recuerdo que uno de los habitantes me decía que llegó a confesar que dirigía un submarino", señala el investigador, señalando que los habitantes de San Javier de esa época aún afirman que "firmamos cualquier cosa e hicimos todo lo que nos pidieron". "San Javier vuelve a estar en los diarios en el 84, cuando la dictadura agonizante trata de inventar algo", continúa Guigou. En esa oportunidad, las fuerzas militares detienen a varios vecinos entre los que vuelve a estar Roslik, quien "trata de resistirse de alguna manera porque no quiere volver a pasar lo mismo". El médico es detenido de todas formas y muere horas más tarde mientras es torturado. Tras el retorno a la democracia, varios de los habitantes que sufrieron la dictadura deciden organizarse y presentar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por "persecución étnica", en lo que Guigou señala como el único episodio de este tipo en el "Uruguay moderno". De hecho, señaló que San Javier "fue el único lugar de Uruguay que se transformó en un gueto, porque para entrar tenías que dejar el documento y lo mismo para salir". En ese sentido, recordó que cuando decidió radicarse en el pueblo para realizar su investigación, ya durante los 90, "el nivel de paranoia era tan grande que me costó muchísimo que se soltaran". "Hay que recordar que la gente en San Javier dormía vestida porque si te llevaban preso era muy incómodo estar en calzoncillos. Todas las noches la gente esperaba que la llevaran presa", comentó.